En un comunicado de prensa del Servicio de Noticias de Medicina Ortomolecular del 22 de junio de 2020, Damien Downing, presidente de la British Society for Ecological Medicine, describe cómo podríamos solucionar la pandemia de COVID-19 en 30 días con 2 dólares por persona, solo al elevar los niveles de vitamina D.
La desventaja o el riesgo es casi nulo, mientras que la ganancia podría ser evitar otro aumento de casos de COVID-19.
"No importaría si lográramos ofrecer vitamina D a todas las personas, y no funcionara El riesgo de no actuar es mucho mayor que el riesgo de actuar", explica Downing, y añade:
"Si contrae el virus en este momento y tiene un buen nivel de vitamina D (por consumir suplementos)
- el riesgo es 90 % menor de un caso severo
- el riesgo es 96 % menor de morir
Esto no está "probado" o "con base en la evidencia" hasta que hayamos realizado ensayos controlados al compararlo con un placebo. Pero los datos, que ya son sólidos, se empezaron publicar desde el comienzo de la pandemia".
Aunque los ensayos controlados aleatorios que usan vitamina D aún no se han completado, están en marcha y los resultados estarán disponibles antes de fin de año. Es posible visitar el registro de los ensayos clínicos para consultar el estado actual de estos ensayos. Al mes de junio del 2020, había más de 20 estudios en curso sobre el uso de vitamina D para combatir el COVID-19.
La vitamina D y el COVID-19
Downing continúa citando investigaciones y datos de apoyo. Entre ellos se encuentra un estudio de Filipinas, que encontró que por cada aumento estándar de la vitamina D en suero, la probabilidad era 7.94 veces mayor de experimentar una enfermedad leve en lugar de una enfermedad grave, mientras que las probabilidades de tener un resultado clínico leve en lugar de un resultado crítico fue 19.61 veces mayor. Según el autor:
"Los resultados sugieren que un aumento en el nivel sérico de 25 (OH) D en el cuerpo podría mejorar los resultados clínicos o aminorar los resultados graves a críticos, mientras que una disminución en el nivel sérico de 25 (OH) D en el cuerpo podría empeorar los resultados de las personas con COVID-2019".
Otro estudio de Indonesia que recopilo datos de 780 personas con COVID-19, encontró que las personas con un nivel de vitamina D entre 20 ng/ml (50 nmol/L) y 30 ng/ml (75 nmol/L) tenían un riesgo siete veces mayor de muerte que las personas con un nivel superior a 30 ng/ml. Tener un nivel por debajo de 20 ng/ml se relacionó con un riesgo 12 veces mayor de muerte.
Como señaló Downing:
"Con una deficiencia de vitamina D (<50nmol/L), la tasa de mortalidad por COVID-19 fue de 98.8 % contra 4.1 % con niveles adecuados de vitamina D (> 75nmol/L). La relación de riesgo es de 24.1, lo que significa que, en una razón de riesgo de 4 en un escenario en particular, es decir de una deficiencia de vitamina D, la probabilidad es 4 veces mayor de estar en "riesgo" que en otro escenario (con niveles suficientes de vitamina D)."
Un tercer documento, que proporciona datos de 20 países de Europa, también encontró que "la probabilidad de desarrollar COVID-19 y de morir, se relaciona de manera negativa con el estado medio de vitamina D de la población, con ambas probabilidades alcanzando a cero por encima de 75 nmol/L", (30 ng/mL) nota Downing.
En su presentación previa a la publicación de este documento, los autores concluyeron: "Creemos que podemos recomendar suplementos de vitamina D para combatir la infección por SARS-CoV2". Downing creó el siguiente gráfico para ilustrar los datos en dicho documento.
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Los niveles de vitamina D por encima de los 30 ng/mL protegen contra el COVID-19
Downing también aborda el tema de la dosificación y la seguridad, al destacar que las advertencias acerca de que el "consumo excesivo de vitamina D" es peligroso son injustificadas, ya que la toxicidad no se ha demostrado hasta que alcanza niveles superiores a 200 ng/ml (500 nmol/L) en la sangre.
El nivel sanguíneo recomendado para una buena salud está entre 60 ng/ml (150 nmol/L) y 80 ng/ml (200 nmol/L). Es decir, hay un margen de seguridad importante, incluso si se supera el rango óptimo.
"Los tres documentos mencionados anteriormente demuestran que se necesita un nivel de vitamina D3 en la sangre de al menos 75 nmol/L (30 ng/ml) para protegerse del COVID-19", explica Downing.
"Las recomendaciones gubernamentales sobre el consumo de vitamina D, de 400 UI/día para el Reino Unido y 600 UI/día para los Estados Unidos (800 UI para personas >70 años) y la Unión europea, se basan en la salud ósea. Esto no es adecuado en el contexto de la pandemia.
Un adulto necesitará tomar 4000 UI/día de vitamina D3 durante tres meses para alcanzar un nivel de 75 nmol/L. Las personas de color pueden necesitar el doble. Estas dosis pueden reducir el riesgo de infección, pero no son para tratar una infección viral grave.
Y dado que la vitamina D es liposoluble y el nivel en el cuerpo aumenta de manera lenta, para las personas con una deficiencia, tomar una dosis inicial 5 veces mayor a la dosis normal (20 000 UI/día) durante dos semanas, podría ayudar a elevar el nivel a un nivel adecuado para reducir el riesgo de infección".
Flexibilidad metabólica y sensibilidad a la insulina
La flexibilidad metabólica es otro componente importante del estilo de vida. La razón de esto es porque la resistencia a la insulina genera una mayor susceptibilidad a la tormenta de citoquinas, una causa principal de muerte entre las personas con COVID-19.
Lo mejor para lograr la flexibilidad metabólica es reducir las horas de consumo de alimentos. Más del 90 % de las personas comen durante más de 12 horas al día, y más de la mitad comen durante más de 16 horas al día. La clave es reducir el período de consumo de alimentos a seis u ocho horas, el cual debe terminar de tres a cuatro horas antes de acostarse.
Al hacer esto, la resistencia a la insulina disminuye, lo cual aumenta la flexibilidad metabólica y es posible alternar entre la quema de grasas o los carbohidratos como combustible principal. Escribí un libro completo titulado Contra el cáncer sobre cómo aumentar la flexibilidad metabólica. Estos son los puntos principales que discuto en el libro:
- Restringir el periodo de consumo de alimentos a seis u ocho horas
- Eliminar todos los aceites vegetales procesados de manera industrial
- Limitar los carbohidratos a 50 gramos al día hasta que aumente su flexibilidad metabólica y luego aumente a 150 gramos de carbohidratos dos veces por semana
Esta estrategia es vital con la prevalencia de la resistencia a la insulina. Más del 90 % de las personas en los Estados Unidos tienen deficiencia de vitamina D, mientras que el 90 % también es resistente a la insulina.
La investigación publicada en Metabolic Syndrome and Related Disorders en febrero de 2019 concluyó que el 87.8 % de los adultos de Estados Unidos, no tenían flexibilidad metabólica, lo que significa que no pueden quemar grasa como combustible de manera eficiente.
Las cetonas también podrían ayudar a combatir el COVID-19
Es posible generar niveles saludables de cetonas al tener sensibilidad a la insulina, flexibilidad metabólica y consumir una alimentación cíclica baja en carbohidratos. La cetosis constante y baja en carbohidratos es una estrategia poco saludable.
Es bueno consumir pocos carbohidratos durante unos meses, pero para una buena salud, es importante consumir carbohidratos saludables una o dos veces por semana, de manera ideal durante los días de ejercicio intenso o entrenamiento de resistencia.
Al quemar azúcar como combustible, es necesario descomponer la glucosa en dos moléculas de piruvato de 3 carbonos. Luego, las mitocondrias utilizan el piruvato después de convertirlo en acetil CoA. La resistencia a la insulina, puede dañar la enzima que convierte un producto de descomposición de la glucosa en piruvato para que pueda transportarse y quemarse como energía en las mitocondrias.
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El problema con el COVID-19 es que la tormenta de citoquinas inhibe la enzima que convierte el piruvato en acetil CoA, lo que limita la producción de ATP mitocondrial. Una consecuencia adicional es que también reduce NADPH.
El NADPH le otorga energía a la célula, es el reservorio de electrones que causa que los antioxidantes endógenos como el glutatión, la vitamina E y C se recarguen para que puedan continuar trabajando y detener el daño de los radicales libres que resulta de todo este estrés oxidativo. Una forma de compensar es asegurarse de tener suficiente NADPH y que las cetonas regulen ascendentemente el NADPH.
El NADPH también inactiva el inflamasoma NLRP3 que produce citocinas como TNF alfa, NF Kappa B, IL1B, IL6 e IL18 (interleucinas) que causan todo el daño.
Dicho todo esto, es importante comprender que los ésteres de cetonas no tratarán la causa principal de la enfermedad, que es el deterioro del sistema inmunológico, por la resistencia a la insulina.
Sin embargo, los ésteres de cetona se pueden usar de forma aguda, ya que se ha demostrado que proporcionan una mejora rápida en algunas personas con COVID-19. Para mayor información consulte el video anterior.
Para abordar la resistencia a la insulina y la falta de flexibilidad metabólica a largo plazo, la mejor opción es implementar una alimentación cetogénica cíclica, la cual se describe en mi libro Contra el cáncer, así como en numerosos artículos anteriores que puede encontrar por medio de la barra de búsqueda de la página web.
Hidrógeno Molecular
El hidrógeno molecular (gas H2) tiene poderosos efectos antioxidantes y antiinflamatorios, lo que lo hace muy beneficioso para tratar COVID-19, al reducir las citoquinas inflamatorias, como explica Tyler LeBaron, fundador del Instituto de Hidrógeno Molecular sin fines de lucro.
En el video anterior, LeBaron examina la fisiopatología de COVID-19 y explica la forma en que los mecanismos del hidrógeno molecular se están investigando al discutir los mecanismos propuestos de cómo podría mejorar esta enfermedad en particular.
El hidrógeno molecular o H2 tiene la capacidad de activar la vía Nrf2/keap1, y así reponer sus antioxidantes endógenos. Al hacerlo, el H2 regula y mantiene la homeostasis en todo el sistema, y evita que la infección se salga de control y provoque la muerte celular.
El hidrógeno también puede regular descentemente los NOX y NOS, lo que reduce la producción de superóxido y óxido nítrico. Esto es bueno ya que cuando estas dos moléculas aumentan, se forman muy rápido para crear el peroxinitrito pernicioso. El H2 también es compatible con la función mitocondrial. Es importante destacar que el H2 reduce las peroxinitritas y los radicales hidroxilo.
El H2 también interviene para evitar que ocurra una tormenta de citoquinas. Para mayor información sobre el video conferencia de LeBaron, consulte mi artículo "Cómo el hidrógeno molecular podría ayudar en la lucha contra el COVID-19".
El H2 también ayudará a mejorar el NADPH y funciona de forma sinérgica con la alimentación con restricción de tiempo y la cetosis cíclica.
La quercetina y el zinc podrían reducir el riesgo de COVID-19
Además de optimizar la vitamina D, la quercetina, que actúa de manera similar al medicamento hidroxicloroquina, y el zinc pueden reducir más el riesgo de COVID-19. La evidencia sugiere la razón por la que la hidroxicloroquina parece tan beneficiosa para tratar el COVID-19 es por el ionóforo de zinc, lo que significa que mejora la absorción de zinc en las células.
La quercetina tiene el mismo efecto. De hecho, un estudio ha sugerido que las acciones biológicas de la quercetina, las cuales incluyen efectos antivirales, pueden estar relacionadas con su capacidad para aumentar la absorción celular de zinc.
El zinc es vital para una función inmunológica saludable y en 2010, se demostró que una combinación de zinc con un ionóforo de zinc (molécula que transporta zinc) logró inhibir el coronavirus SARS in vitro.
Y también bloqueó la replicación viral en un cultivo celular, en cuestión de minutos. Se ha demostrado que la deficiencia de zinc deteriora la función inmunológica.
Como se señaló en un documento de 2013 sobre la deficiencia de zinc:
"El zinc es un segundo mensajero de las células inmunes, y el zinc intracelular en estas células participa en eventos de señalización. El zinc es muy efectivo para disminuir la incidencia de infección en las personas mayores. El zinc modula la inmunidad celular y también es un agente antioxidante y antiinflamatorio".
El problema es que el zinc no es soluble y no puede ingresar de manera sencilla a través de la pared grasa de las células. Y es importante que llegue a la célula porque es donde ocurre la replicación viral. Aquí es donde entran los ionóforos de zinc como la quercetina.
La quercetina también es un potente antiviral y tiene la ventaja adicional de inhibir la proteasa 3CL, una enzima que se utiliza por los coronavirus del SARS para infectar células sanas. Según un estudio de 2020, la capacidad de la quercetina para inhibir los coronavirus del SARS "se supone que está relacionada por suprimir la actividad del SARS-CoV 3CLpro en algunos casos".
Incorporar niacina (vitamina B6) y selenio parece ser una excelente idea, ya que ambos compuestos son importantes en la absorción y biodisponibilidad del zinc en el cuerpo.
Por ejemplo, un estudio publicado en 1991 demostró que cuando mujeres jóvenes llevaron una alimentación baja en vitamina B6, sus niveles de zinc sérico disminuyeron, lo que sugiere que la deficiencia de B6 afecta el metabolismo del zinc, al grado que "el zinc que se absorbe es difícil de utilizar".
En 2008 un artículo titulado "Zinc, Metallothioneins and Longevity: Interrelationships With Niacin and Selenium", habla sobre la relación entre la niacina, el selenio y el zinc.
El protocolo MATH
El tratamiento temprano es primordial para las personas hospitalizadas con COVID-19. Aunque existe una gran controversia sobre cuál es el mejor tratamiento, la evidencia clínica sugiere que se debe evitar la ventilación mecánica a toda costa. Mencione esto en el artículo: "La ventilación mecánica podría aumentar el riesgo de mortalidad por COVID-19".
Además, aunque la hidroxicloroquina combinada con zinc parece efectiva, creo que uno de los mejores tratamientos hasta ahora es el protocolo MATH+. El protocolo fue desarrollado por el Grupo de Trabajo de Cuidados Críticos del COVID-19, que incluye al Dr. Paul Marik, jefe de la División de Medicamentos de Cuidados Pulmonares y Críticos de la Facultad de Medicina del Este de Virginia Norfolk, y cuenta con una tasa de efectividad de casi el 100 %.
El protocolo MATH+ está diseñado para tratar la segunda fase de la infección por COVID-19, la etapa en que se establece la respuesta inmunitaria hiperinflamatoria. Sin embargo, para obtener mejores resultados, es necesario que se administre con la suficiente antelación. El protocolo MATH+ requiere el uso de los siguientes tres medicamentos, todos los cuales deben iniciarse dentro de las seis horas posteriores de ingresar al hospital:
• Metilprednisolona por vía intravenosa, para suprimir el sistema inmunológico y prevenir el daño a los órganos por las tormentas de citoquinas. Para la hipoxia leve, 40 miligramos (mg) al día hasta que no haya oxígeno; enfermedad moderada a grave, bolo de 80 mg seguido de 20 mg por día durante siete días. El día 8, cambie a prednisona por vía oral y disminuya en los próximos seis días.
• El ácido ascórbico (vitamina C) por vía intravenosa, es necesario para controlar la inflamación y prevenir el desarrollo de vasos sanguíneos con fugas en los pulmones: 3 gramos/100 ml cada seis horas hasta por siete días.
• Heparina por vía subcutánea (enoxaparina), para diluir la sangre y prevenir la formación de coágulos sanguíneos. Para enfermedades leves a moderadas, 40 mg a 60 mg diarios hasta el alta.
Las opciones adicionales incluyen tiamina, zinc y vitamina D. Además de estos medicamentos, el protocolo necesita la oxigenoterapia de alto flujo para evitar la ventilación mecánica que podría dañar los pulmones.
Este enfoque aborda los tres procesos patológicos que se han observado en el COVID-19, la hiperinflamación, hipercoagulabilidad de la sangre e hipoxia (dificultad para respirar debido a la baja oxigenación).
El COVID-19 no tiene que continuar siendo una crisis
Los expertos en salud advierten que es probable que veamos un resurgimiento de COVID-19 este otoño. Creo que las estrategias en este artículo pueden ayudar a minimizar las tasas de mortalidad.
Lo primero que recomiendo es optimizar los niveles de vitamina D este verano. El nivel óptimo para la salud y prevenir enfermedades es entre 60 ng/ml y 80 ng/ml. (En Europa, los niveles son de 150 a 200 nmol/L y 100 nmol/L, respectivamente).
Sin embargo, superar los 30 ng/ml (75 nmol/L) puede reducir el riesgo de infección grave y muerte de manera drástica, y lograrlo es fácil y económico. Como dijo Downing, es posible solucionar la pandemia del COVID-19 en tan solo 30 días al recomendar que todos consuman dosis elevadas de vitamina D.
Tomar quercetina y zinc es otra estrategia que vale la pena recordar, como lo es el consejo de implementar la cetosis nutricional cíclica para aumentar la flexibilidad metabólica y disminuir la resistencia a la insulina. Lo cual es posible con las siguientes estrategias:
- Restringir el periodo de consumo de alimentos de seis a ocho horas
- Eliminar todos los aceites vegetales procesados de manera industrial
- Limitar los carbohidratos a 50 gramos al día hasta aumentar la flexibilidad metabólica y luego aumentar a 150 gramos de carbohidratos saludables dos veces por semana
Los ésteres de cetonas pueden ofrecer un alivio rápido de los síntomas relacionados con el COVID-19, como la falta de aire, mientras que administrar el protocolo MATH+ dentro de las seis horas posteriores a la hospitalización, podría ser muy importante.
Mientras que el Grupo de Trabajo de Cuidados Críticos del COVID-19 ha estado luchando para informar a los médicos y hospitales, usted puede solicitar que el médico se comunique con ellos para implementar el protocolo con el fin de tratar la enfermedad.