Las nuevas variedades de papa llamadas “innata” parecer ser atractivas. Si pela la cáscara café de su carne blanca, no encontrará muchos puntos negros feos. Y cuando las ponga a freír, probablemente obtendrá una cantidad mucho menor de químicos potencialmente dañinos.
Pero aquí está el truco: Algunos de los mayores compradores de papas en el país, como Frito Lay y McDonald`s, parecen tener miedo de tocar estas papas. Otros ni siquiera quieren hablar de ellas porque son organismos genéticamente modificados o transgénicos.
Las papas todavía no están en el mercado (hablaremos más sobre eso después). Así que para echarles un vistazo visité a la Universidad del Estado de Michigan y a su experto en papas, David Douches.
Douches es un hombre delgado y concentrado, en movimiento constante. Ha estado trabajando con las papas la mayoría de su vida adulta. Es, se podría decir, una relación comprometida pero costosa.
Douches se enamoró de las papas hace 32 años, cuando era un estudiante de posgrado. Parecía “una hermosa planta con la que trabajar,” dijo. También alimenta a mucha gente. De acuerdo al Centro Internacional de la Papa, la papa es el tercer cultivo alimenticio más importante del mundo. “Sentí que cuando trabajo en algo como esto podría tener un impacto mayor,” dice Douches.
Él quiere hacer de la papa algo un poco mejor. Desafortunadamente, la papa se resiste a las mejoras.
Las razones están en la naturaleza genética de este cultivo. Es muy difícil utilizar la agricultura tradicional para hacer mejoras graduales en una variedad de papa establecida. Cruzarla con otra variedad produce una descendencia tremendamente variada, la amplia mayoría de ellas inferior a la variedad que se esperaba mejorar. Es como intentar mejorar una mano de póker muy buena al combinar todas las cartas y repartiéndolas de nuevo.
Es por esto que Douches está tan emocionado con estas nuevas papas: Son como una variedad muy querida, pero mejor. Para demostrarlo, él y su colega Joseph Coombs están golpeando algunas papas dentro de un antiguo tambor de madera que las centrifuda.
Esto es una prueba de golpes. Están comparando dos variedades diferentes.
La primera variedad es la Russet rojiza, la papa más popular en los Estados Unidos. Ha sido ampliamente cultivada por más de un siglo. Las otras papas son casi idénticas a la Russet rojiza, pero la J.R. Simplot Co. de Boise, Idaho, ha insertado algunos genes extra en ellas en el laboratorio. Esas papas son llamadas Russet rojizas innatas.
La Compañía Simplot Co. eligió la palabra “innata” porque los genes nuevos que insertó de hecho son versiones modificadas de algunos genes que existen de manera natural en las papas; son innatas a estas especies. Pero los genes insertados tienen un efecto curioso: Bloquean a unos pocos genes naturales originales de la papa. Los científicos lo llaman silenciar los genes.
Estamos a punto de ver los resultados. Pelamos algunas papas que pasaron por el barril de golpes ayer y las colocamos en una mesa. Las papas Russet rojizas tradicionales están comenzando a mostrar un poco de evidencia de moretones. Los puntos negros se están formando.
Vemos muy pocos moretones, en contraste, con las papas Russet rojizas innatas.
Hay otra diferencia que no podemos ver. Si freímos estas papas, las Russet rojizas innatas tendrán menos de la mitad de un químico preocupante llamado acrilamida.
Muchos alimentos contienen acrilamida. Pero cuando las ratas de laboratorio lo comen, tienen más probabilidades de tener cáncer. Los estudios jamás han mostrado una relación clara entre el consumo de acrilamida y cáncer en los humanos, pero la Administración de Alimentos y Químicos aún dice que es una buena idea consumir menos de este.
Por ambas razones – menos moretones y menos acrilamida – Haven Baker, gerente general de Ciencias de Plantas Simplot, piensa que los consumidores deberían estar poniéndose en fila para comprar estas nuevas papas. “La queja No. 1 de los consumidores (sobre las papas) es un moretón de punto negro,” dijo. “Tienes que quitarlo o, si es lo suficientemente grande, tirar la papa. Es un problema de desperdicio importante.”
La Simplot Co. ha creado versiones innatas de varias variedades diferentes, incluyendo a una llamada Atlántica que es usada ampliamente para hacer papitas. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos aprobó las nuevas variedades en noviembre. Todavía no están a la venta porque Simplot está esperando por la luz verde de la FDA, la cual está revisando información científica – la mayoría provista por la compañía – sobre cómo la modificación genética ha alterado el maquillaje químico de la papa y si cualquiera de esos cambios podría generar preocupaciones sobre su seguridad.
Pero hasta aún antes de que salgan a la venta, algunos de los mayores compradores de papas parecen estar alejándose de ellas.
Frito-Lay, el mayor productor de papitas y McDonald’s han hecho declaraciones diciendo que no están planeando usar las papas de Simplot en sus productos. Un ejecutivo de otra compañía de papitas le dijo a Salt que su compañía no planea usar sus papas. Ni siquiera quiso ser citado sobre el tema por miedo a que alguien tuviera la impresión equivocada.
Patty Lovera, directora asistente de Vigilancia de Agua y Alimentos, un grupo de defensa ambiental, dice que las compañías alimenticias, de hecho, deberían reaccionar de esta manera. “Cuando le preguntas a los consumidores si están cómodos con esta tecnología, no lo están,” dice. Vigilancia de Alimentos y Agua ha lanzado una petición llamando a McDonald’s a rechazar estas papas transgénicas.
Puede que no haya nada malo con estas papas, dice Lovera, pero ella no piensa que el gobierno esté regulando los cultivos biotecnológicos con el cuidado suficiente. “No tengo ninguna evidencia probada que pueda dar para advertir este peligro o ese peligro,” dice, “pero no creemos que la revisión por la que han pasado estas papas sea definitiva.”
Otros defensores de la comida sana creen que las papas Simplot ofrecen ventajas reales.
“Es muy extraño cómo OGM (Organismos Geneticamente Modificados) se ha convertido en una sigla maldita,” dice Michael Jacobson, director ejecutivo del Centro para la Ciencia en el Interés Público. Jacobson ha estado entre los líderes del movimiento de alimentos sanos. Durante los últimos 40 años, ha luchado contra el exceso de azúcar, grasa, sal y aditivos alimenticios.
¿Pero modificación genética? Sólo es otra tecnología, dice, “y si pudiéramos tener cultivos y alimentos genéticamente modificados que producen productos más sanos, y menos caros, ¡eso es genial!”
La FDA no necesita examinar a estas papas nuevas, dice Jacobson. Pero si sí proveen menos riesgo de cáncer y resultan en menos alimentos desperdiciados, se espera que la gente las compre.