Por la Dra. Cocó March
¿Se imagina echándose a llorar al escuchar la noticia que su médico le da? Eso me ocurrió a mí un día cuando mi médico me dictó una sentencia que cambió el curso de mi vida.
Tenía poco más de 30 años, cuando sin ningún tipo de emoción mi médico me dijo: “Usted tiene el sistema reproductivo totalmente estropeado, es peor que si hubiera sido una víctima nuclear de Chernobyl”. ¿Por qué me habló mi médico de modo tan cruel?
Déjeme explicárselo.
Mi nombre es Cocó March, en el pasado había tenido 2 hijos preciosos Micah y Marco, se llevaban a penas 4 años. Mi familia era perfecta, un marido cariñoso y dos hijos que unían a nuestra familia.
Micah era un niño de esos simpáticos que sabía cómo ganarse a la gente con su sonrisa mágica. Marco era un bebé juguetón y activo, siempre encontraba la manera de hacernos reír con sus picardías infantiles. Todo era perfecto hasta que una tarde de otoño, un trágico accidente se llevó la vida de Marco, él murió a la tierna edad de 2 años.
La pérdida de mi bebé hizo que me hundiera en una depresión de la que aún se me hace difícil hablar hoy en día. Mi marido y yo pensamos que nunca más querríamos tener hijos de nuevo pero el vacío que nos dejó Marco no lográbamos llenarlo con nada.
Así, que un día, tomamos la decisión de que Micah no iba a crecer solo, él un niño de solo 6 años había perdido a su hermano y compañero de juegos, no merecía también perder a sus padres por verlos tristes.
Nos propusimos normalizar nuestras vidas, nos forzamos a ser felices visualizarnos en un mejor estado emocional, eso nos ayudó muchísimo a poner nuestros esfuerzos no en nuestro dolor sino en nuestro objetivo, darle a Micah otro hermanito.
Mis embarazos anteriores con Micah y Marco habían sido muy fáciles, tan pronto como nos lo propusimos me quedé en cinta, nunca tuve ningún problema para concebir. Sin embargo, algo había cambiado esta vez, llevábamos más de un año intentándolo sin ningún éxito.
En vista de nuestra situación, mi esposo sugirió que nos sometiéramos a exámenes de fertilidad, visitamos a especialista tras especialista pero nadie sabía porque no quedaba embarazada.
Finalmente, ya desesperados por tantas prueba nos inclinamos a probar la fecundación in vitro. Me sometí a múltiples ciclos pero todos fracasaron, era como si mi organismo rechazara ese feto dentro de mí.
Fue después de mi último ciclo de inVitro cuando mi médico pronunció las desalentadoras palabras que leyó al principio. “Usted tiene el sistema reproductivo totalmente estropeado, es peor que si hubiera sido una víctima nuclear de Chernobyl, jamás podrá quedarse embarazada” a esa palabras añadió “Su única opción es adoptar, NO gasten más dinero, en ciclos de fecundación artificial, solo plantéense adoptar”.
Salí de la consulta con lágrimas en los ojos, haber perdido a mi hijo había sido lo suficientemente traumático, pero ahora escuchar esa condena era aterrador.
Salí de esa consulta dolida, deprimida y llorando inconsolablemente, pero en ese momento de angustia, recibí una paz espiritual difícil de describir. Fue como una ola de claridad y determinación donde me vi embarazada.
En mi mente visualicé que si iba a tener mi propio hijo y que iba a demostrarle a ese médico que estaba totalmente equivocado. No podía ser que de la noche a la mañana hubiera perdido la habilidad de ser fértil, tenía que haber algún motivo, yo iba a descubrir la verdad.
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Mi búsqueda por la verdad
Empecé a investigar y analizar con detenimiento, mi vida, no solo lo que comía, me di cuenta de que para llegar a la raíz del problema tenía que ir más allá de la alimentación también incluía analizar mis emociones, mis pensamientos y personalidad. En ese auto-análisis, me di cuenta de que podía hacer mejoras, pero no entendía muy bien cómo me podían ayudar.
A pesar de ser científico y haber dedicado mi vida al estudio e investigación de las enfermedades, algo que picó mi curiosidad fue notar lo muy desconectada que yo había estado de mi realidad emocional, nunca pensé que las emociones tuvieran nada que ver con mi salud.
No había conectado mi realidad emocional a mi realidad física, y a cómo ambas afectaban mi vida produciendo limitaciones mentales y fisiológicas.
Llegué a la conclusión de que mi presente tenía mucho que ver con mi pasado y con la acumulación de acontecimientos y emociones que había vivido y que de algún modo intentaba ignorar.
Superar el pasado para crear un nuevo futuro
En ese momento de reflexión y análisis personal tenía que enfrentarme a los demonios de mi pasado que hasta ahora había ignorado. Uno de ellos era el abuso sexual del cual fui víctima por más de una década durante mi niñez y adolescencia. Me di cuenta de que la culminación de ese dolor del que no había hablado, se había manifestado con otra tragedia, la muerte de mi hijo.
En ese viaje de autoanálisis, descubrí que todos los días por nuestra mente pasan miles de pensamientos, algunos científicos calculan que tenemos hasta 60,000 pensamientos todos los días.
Algo que me sorprendió aprender es que de esos miles de pensamientos que cruzan nuestra mente todos los días, la mayoría de ellos ya los hemos tenido anteriormente ósea que nuestra mente tiende a quedarse estancada en ciertas reflexiones. La mayoría de personas volvemos a pensar en lo mismo que había pensado el día anterior.
También aprendí que lo pensamientos crean emociones y esas emociones liberan una cascada de hormonas como la adrenalina, la cortisona o la serotonina y es a raíz de esa fisiología única regulada por nuestro propio pensar que nuestro cuerpo reacciona.
Conecté la idea de que si todos los días repetimos muchos de los pensamientos del día anterior y que si esos pensamientos están eslabonados a nuestro sistema nervioso mediante nuestras emociones, eso significa que si pensamos lo mismo hoy que ayer, también vamos a sentir la misma reacción emocional, neurológica y de salud.
La ciencia ha documentado que el estrés causado por un sistema nervioso perturbado, puede ocasionar un sinfín de problemas fisiológicos desde insomnio y depresión hasta hipertensión y diabetes.
Para sanarme tenía que inundarme de pensamientos positivos, tenía que perdonar y perdonarme, de algún modo las víctimas de abuso sexual solemos cargarnos de sentimientos de culpa aunque sean injustificados.
Decidí que quería hacer cambios, cambios en mi modo de pensar basados en una nueva realidad, no de emociones pasadas, que se basaban en sentimientos negativos si no en emociones nuevas, de esperanza, de perdón y de liberación.
Me di cuenta de que mi miedo estaba atado al dolor provocado por los años de abuso sexual y que la ira por la pérdida de Marco había contribuido a alterar mi conciencia, mi realidad y mi personalidad, pero iba a hacer cambios, solo tenía que llenar mi mente de los pensamientos adecuados.
Mi transformación
Me propuse transformar mis emociones, acciones y sentimientos mediante romper mi ciclo mental, mediante confundir a mi propia mente, forzándome a tener pensamientos, metas y planes nuevos. Me di cuenta de que ya llevaba demasiado tiempo en ese ciclo de imágenes y emociones negativas, pero eso estaba a punto de cambiar.
Reemplacé la ira por la compasión, el miedo por la valentía y la tristeza por la libertad, ese fue el primer paso.
Mi segundo paso fue deshacerme de amistades tóxicas. No fue fácil cortar relaciones con esas personas que todos tenemos en nuestras vidas, algunas amigos queridos, otras familiares cercanos, que son negativas y que nunca irradian positivismo o producen felicidad. Que te desaniman cuando quieres probar algo nuevo simplemente porque ellas mismas no creen en sí mismas.
El tercer paso fue analizar con detalle como esa realidad frustrada en la que había estado viviendo me había dejado estancada en un estilo de vida y de alimentación que no eran óptimos para producir salud, eso también iba a cambiar.
Con ese nuevo entendimiento e inundada con amor y positivismo me empecé a sentir en la cima del mundo, sabía que iba a triunfar. NO tenía ninguna duda, me convencí de que iba a hacerlo, me lo repetía vez tras vez, me imaginaba volviendo a ser madre, sosteniendo a mi bebé entre los brazos, dándole de mamar, me veía en mi mente como una mujer sana, sin problemas de salud, llena de energía y vitalidad...
Decidí soñar.
De niña siempre me decían que tenía “muchos pajaritos en la cabeza” en España los padres utilizan esta expresión para indicar que una persona es demasiado fantasiosa o tiene metas demasiado creativas e irreales.
Durante décadas mantuve esa lucha interna entre ser la persona que habían moldeado durante mi infancia o ser quien yo era en realidad. Una persona soñadora con ideas sin límite y objetivos que se podían convertir en realidades sin importar lo lejanas e imposibles que parezcan.
No ha sido hasta hace unos años que me he dado cuenta de que todos deberíamos tener algunos pájaros en la cabeza y que ser positivo y creativo es algo saludable, así que decidí soñar e imaginar que lo imposible era posible, no solo lo imaginé, sino que lo visualicé, lo pensé, tanto que lo vea no como un sueño si no como algo REAL, no tenía dudas en mi mente, volvería a ser madre.
Alimentos curativos
Hippocrates ya lo había dicho hace más de 1500 años, que tu medicina sea tu alimento. Así que demás de alimentar mi mente con pensamientos y emociones positivas iba a alimentar mi cuerpo como se merecía.
Algo que descubrí es que todos los médicos estaban de acuerdo en que la alimentación cruda basada en vegetales y frutas de todos los colores podía darle a nuestras células los nutrientes necesarios para que nuestro organismo recuperara su salud.
Incluí en mi dieta recetas de jugos con alimentos anticáncer todos los días. Mi teoría era: si existen estudios que han demostrado que los nutrientes de estas plantas tienen poder anticancerígeno quizás puedan curarme y ayudarme a tener un bebé.
Cree recetas sencillas con alimentos crudos con propiedades curativas y anticáncer. A todo le añadía raíces de cúrcuma y jengibre y verduras como el pimiento, el pepino, el calabacín, la cebolla y el ajo... cuando hacia jugos lo combinaba con frutas bajas en azúcares como la manzana verde, el limón, la lima y muchísimos vegetales de hoja.
Conforme introducía alimentos sanos gradualmente eliminaba alimentos bajos en nutrición. Poco a poco abandoné los azúcares, las harinas blancas, el gluten, los alimentos empaquetados y continué añadiendo alimentos frescos y sanos todos los días, probando cosas nuevas y manteniendo una mente positiva.
Cómo recuperé mi salud
Empecé haciendo cambios físicos y mentales progresivos pequeños pero realistas. Poco a poco junto a mis alimentos nuevos vivos y de todos los colores fui introduciendo pensamientos nuevos, positivos y emprendedores.
Decidí no solo alimentarme mejor si no hacerlo con amor y emociones positivas, disfrutando de cada bocado. Poco a poco substituí mis emociones de culpabilidad, frustración y miedo por emociones positivas y saludables, desancladas del pasado y abiertas al futuro.
Un día algo inesperado ocurrió, estaba embarazada y lo había conseguido de forma totalmente natural a pesar de que mi médico me dijo que jamás tendría ese privilegio.
Volver a ser madre me produjo una gran satisfacción personal y de agradecimiento. Cuando Prince Luca Alexander nació, me encontraba en la cima del mundo, repleta de felicidad y agradecimiento pero una vez más dejé que mi imaginación libre de limitaciones corriera y visualicé un compañero de juegos pequeñito para mi nuevo bebé.
Cuando Prince Luca tenía solamente 8 meses otra sorpresa me llegó, lo inimaginable había ocurrido, no solo había tenido un hijo de modo natural si no que sin intentarlo ni prevenirlo volvía a estar embarazada de otro bebé. Al poco tiempo Prince Liam Augustus nació, 2 varones que se llevaban solamente 18 meses.
La sentencia que mi médico me había dado se probó falsa, yo, la mujer que jamás volvería a ser madre dio a luz a 2 bebés sanos de modo natural en menos de 2 años.
Mi vida hoy
Como puede imaginarse, ahora en lugar de intentar quedarme embarazada me protejo para no darles más hermanitos a mis tres hijos.
Mi misión es educar e inspirar a que mujeres que como yo fueron víctimas del abuso sexual o recibieron sentencias médicas inesperadas consigan sus metas. Para mí es muy importante transmitir ese mensaje de esperanza y felicidad. Todos podemos conseguir salud física y mental por medio de conectar las emociones, a los pensamientos y a las acciones.
Las emociones están directamente relacionadas a como nos sentimos, a nuestro humor, nuestra actitud y también a condiciones serias como pueden ser la infertilidad o el cáncer.
A pesar de que ya han pasado años desde que tuve a mis últimos dos hijos, todavía practico las rutinas que implementé cuando quise romper del pasado y hacer que mis emociones, por medio de la intención y convicción enviaran los mensajes correctos a mi cuerpo.
Además de alimentarme bien físicamente todavía practico la visualización de metas y objetivos. De hecho todas las grandes cosas siempre empiezan en la mente, con una idea, si tiene una idea y persiste en pensar en ella finalmente se convierte en una realidad por difícil o imposible que le parezca a otras personas.
A lo largo de los años he tenido el privilegio de participar en muchísimos programas de radio y televisión en EE.UU tanto en inglés como en español, también he escrito varios libros en ambos idiomas, pero además de la difusión, mi verdadera pasión es pasar tiempo con mi marido y mis 3 hijos Micah Paul, Prince Luca y Prince Liam.
Sobre el Autor
Cocó March, N.M.D es apasionada por el fitness, especialista en nutrición holística anticáncer y fito alimentación infantil y femenina. Se define como una fuente de motivación e inspiración para mujeres y madres latinas que saben lo que quieren y no detienen hasta conseguirlo.
Es directora y productora del documental que estará disponible en el 2019 CÁNCER: Lo que tu médico no te cuenta. También es Autora de 3 libros True Nutrition European Secrets for American Women, Yo Puedo con la Dra. Cocó y CÁNCER: Lo que tu médico no te cuenta. Puede seguir sus artículos en www.DraCocoMarch.com