La atención prenatal ha cambiado casi por completo en los últimos 100 años. Tan solo hace 75 años, casi el 66 % de las mujeres en los Estados Unidos daban a luz en casa sin analgésicos. La práctica moderna de la obstetricia implicó una tendencia hacia los partos en hospitales.
Los primeros problemas en esta especialidad médica fueron tanto el debate sobre el uso de los analgésicos durante el parto, como la búsqueda de un método seguro para la madre y para el bebé.
Las enfermeras desempeñaron un papel activo en la promoción de los programas de atención prenatal antes de que los partos en hospitales se convirtieran en la norma y los datos demostraron que la atención prenatal reducía la mortalidad infantil.
Las revisiones rutinarias de presión arterial, orina y peso se incluyeron en las visitas de atención prenatal. Desde entonces, se han agregado pruebas para detectar otros factores de riesgo para la madre e indicadores de un desarrollo fetal anormal.
En la década de 1980, la atención prenatal se centraba sobre todo en tratar con rapidez las complicaciones del parto, en lugar de promover el cuidado y la prevención. Si bien el protocolo actual para las consultas prenatales suele comenzar en el primer trimestre, los investigadores ahora están investigando la efectividad de las consultas preconcepcionales.
Las consultas preconcepcionales incluyen asesorías para las mujeres sobre los pasos que pueden tomar con el fin de prevenir las enfermedades y promover su salud y la de su bebé.
Uno de esos estudios publicados en JAMA Psychiatry examinó la relación entre las vitaminas prenatales y el riesgo de autismo en familias con algún diagnóstico previo del trastorno del espectro autista (TEA) en uno de sus hijos.
El autismo y los genes
El autismo abarca un amplio espectro de trastornos que se caracterizan por ciertos problemas de habilidades sociales, comunicación y comportamientos repetitivos. Debido a este espectro de trastornos, los síntomas del autismo pueden clasificarse en una escala respecto a su posición.
De acuerdo con Autism Speaks, no existe un solo tipo de autismo, sino muchos subtipos influenciados por una combinación de factores genéticos y ambientales. Cada persona tiene un conjunto distinto de fortalezas y desafíos que afectan la forma en que aprende, piensa y resuelve problemas.
En algunos casos, las personas con TEA necesitan de mucho apoyo, mientras que otros pueden vivir de manera independiente y ocupar cargos de alto rendimiento. Se cree que varios factores influyen en el desarrollo de la enfermedad, incluyendo los trastornos gastrointestinales.
En la mayoría de los niños, los síntomas de TEA aparecen entre los 2 o 3 años, aunque los síntomas asociados con los retrasos en el desarrollo pueden aparecer incluso antes. Desde la década de 1970, cuando los investigadores descubrieron que las parejas de gemelos idénticos solían compartir el diagnóstico de TEA, se sabe que el trastorno tiene un componente genético.
A través de años de investigación para encontrar el origen genético, los investigadores han descubierto una amplia variedad de cambios genéticos. Sin embargo, los científicos coinciden en que hasta ahora no hay evidencia de que exista un gen para el autismo.
Sin embargo, hay varias afecciones genéticas que se han relacionado con el autismo, incluyendo el síndrome X frágil y de Rett. Además, parece que los niños tienen un mayor riesgo de desarrollar autismo que las niñas.
Los científicos también han encontrado que las niñas con autismo tienen más mutaciones de ADN en comparación con los niños. Estos y otros resultados sugieren que las niñas pueden ser más resistentes a las mutaciones y necesitan una modificación genética más grande para manifestar los síntomas.
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Las vitaminas prenatales podrían reducir el riesgo de trastorno del espectro autista (TEA)
Si un gemelo idéntico tiene autismo, existe una posibilidad del 80 % de que el otro gemelo también lo padezca. Los gemelos fraternos tienen un 40 % de probabilidades de compartir un diagnóstico de autismo, lo cual es similar a la predisposición hallada en otros estudios en los que los hermanos muestran síntomas de TEA de manera recurrente.
En un estudio, los investigadores reclutaron a 463 mujeres embarazadas y encontraron un riesgo de recurrencia familiar del 24 % para el TEA. En otro estudio más reciente, los investigadores monitorearon a 241 familias y encontraron que el 32.7 % de los niños desarrollaba autismo cuando no había intervención de vitaminas prenatales.
Los investigadores querían saber si el uso de vitaminas prenatales por parte de la madre podría reducir el riesgo de autismo en los hermanos de niños diagnosticados con TEA. En este muestreo de familias reclutadas por el Instituto MIND de la Universidad de California en Davis (UCD), los hermanos menores nacieron entre el 1 de diciembre de 2006 y el 30 de junio de 2015.
Al final, las evaluaciones clínicas de los niños se completaron seis meses después de su tercer cumpleaños y las mamás informaron sobre el uso de vitaminas prenatales durante su embarazo por medio de entrevistas telefónicas.
Según los investigadores, aunque la mayoría de las madres reportaron haber tomado vitaminas prenatales durante el embarazo, solo 87 de ellas (el 36.1 %) tomaron vitaminas prenatales durante los seis meses previos al embarazo.
En este último grupo, solo el 14 % de los niños fueron diagnosticados con TEA, en comparación con el 32 % de los niños cuyas madres no tomaron vitaminas prenatales durante la etapa previa a la concepción.
Aquellas madres que reportaron haber tomado vitaminas prenatales durante el primer mes de embarazo también tuvieron menos probabilidades de tener hijos con TEA, en comparación con las madres que no tomaron vitaminas prenatales en absoluto.
Los investigadores concluyeron que las vitaminas prenatales durante el primer mes pueden reducir el TEA, pero se necesitan más estudios para confirmar estos resultados y analizar el impacto de la dosis en el desarrollo del TEA.
El Dr. Pankhuree Vandana, psiquiatra infantil y director médico del Centro de Autismo del Nationwide Children's Hospital, quien es ajeno a la investigación, considera que este fue un estudio relevante.
Los bebés nacidos de madres que tomaban vitaminas prenatales obtuvieron puntajes más altos en las puntuaciones cognitivas y, en caso de ser diagnosticados con TEA, sus síntomas eran menos graves.
Todo indicaba que las madres cuyas vitaminas prenatales tenían dosis más altas de hierro y ácido fólico reducían en mayor medida el riesgo de que su bebé padeciera TEA, lo que sugería que podría haber un efecto parcial en relación con la dosis.
Integre alimentos o suplementos ricos en folato
Uno de cada 59 niños en los Estados Unidos es diagnosticado con alguna forma de autismo. Según los investigadores de la UCD, los hermanos de niños con este trastorno tienen 13 veces más probabilidades de desarrollar TEA que la población en general.
Si bien los resultados del estudio se basaron en las vitaminas prenatales que contienen ácido fólico, es importante destacar que existe una diferencia significativa entre el folato y el ácido fólico.
Ambos términos se intercambian con frecuencia y algunos argumentan que en esencia son el mismo nutriente, pero hay una distinción muy importante.
El folato es el nombre para una vitamina B hidrosoluble —la vitamina B9— que se encuentra de forma natural en los alimentos como derivado del tetrahidrofolato, el cual entra en el ciclo metabólico y se metaboliza en la mucosa de su intestino delgado.
El ácido fólico es un compuesto oxidado y sintético, el cual es manufacturado como un ingrediente para los suplementos alimenticios y la fortificación de los alimentos. Éste comienza a ser metabolizado en el hígado y luego, por medio de las enzimas, se convierte en una forma de tetrahidrofolato.
Sin embargo, una escasa actividad de las enzimas que su hígado requiere podría resultar en concentraciones extremas de ácido fólico sin metabolizar en su circulación. Este aumento en la concentración se ha asociado con una mayor prevalencia de cáncer de colon y un mayor riesgo de cáncer de próstata.
En otras palabras, es mucho más saludable obtener el folato de alimentos naturales que obtenerlo de alimentos procesados y suplementados con ácido fólico (o de un suplemento de ácido fólico).
El folato natural se puede encontrar en la lechuga romana, espinaca, perejil, brócoli y coliflor. Las fuentes alimenticias más ricas son los hígados de ternera y pollo. Si está buscando obtenerlo de un suplemento, considere usar productos de folato cuya etiqueta indique que contiene 5-metiltetrahidrofolato (5-MTHF), en vez de ácido fólico.
Los suplementos prenatales de omega-3 y la hipertensión en los niños
En otro estudio reciente, los investigadores evaluaron el consumo del ácido docosahexaenoico (DHA), un ácido graso omega-3 de origen marino, durante el embarazo y se enfocaron en la relación entre su consumo y la hipertensión en niños que es provocada por la obesidad.
Los investigadores de la Universidad de Kansas realizaron un ensayo clínico con mujeres que habían tenido embarazos de bajo riesgo. A la mitad del grupo se le asignó un suplemento prenatal diario que incluía 600 mg de DHA y la otra mitad recibió un placebo.
La intención de los investigadores fue medir los resultados de la intervención en el embarazo y en el desarrollo infantil hasta los 6 años.
En el grupo que recibió placebos, los datos indicaron un aumento esperado en la presión sanguínea como consecuencia de la obesidad, pero no se encontró un aumento paralelo entre la presión arterial y la obesidad en el grupo donde las madres tomaron DHA. La diferencia en los aumentos de la presión arterial fue significativa desde el punto de vista estadístico.
Muchos suplementos prenatales que están a la venta en los Estados Unidos contienen DHA, pero la mayoría tiene menos de 600 mg por dosis.
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), casi el 20 % de los niños en edad escolar y adultos jóvenes, sufren de obesidad. Aunque se monitoreó a los niños hasta la edad de 6 años, los investigadores esperan que la reducción en la presión arterial pueda extenderse más allá de la infancia.
El coautor del estudio, John Colombo, Ph. D., de la Universidad de Kansas, declaró que esta investigación se realizó con el objetivo de ayudar a los pediatras y madres que se preguntan qué pueden hacer antes del nacimiento para optimizar los resultados en relación con la salud y el comportamiento. De acuerdo con Colombo:
“El entorno prenatal se encarga de programar el metabolismo de un feto para saber qué puede esperar en el entorno postnatal. Puede que parte de los efectos del DHA se encuentren en la programación de la función cardíaca que mantiene la presión arterial estable en caso de que haya un aumento significativo de peso postnatal”.
Importancia de la atención preconcepcional y prenatal
Tener un embarazo saludable es una de las mejores maneras de promover tanto un parto saludable como una infancia saludable. La atención preconcepcional y prenatal mejoran las posibilidades de un embarazo saludable.
Si está considerando quedar embarazada, tome las medidas necesarias para promover un embarazo saludable al aumentar su consumo diario de folato obtenido de alimentos naturales o al consumir suplementos con 5-MTHF, y optimice sus niveles de omega-3. Lo ideal es que su índice de omega-3 se encuentre por encima del 8 %.
Evite fumar, beber alcohol y usar drogas recreativas. Reduzca su consumo de medicamentos recetados a solo aquellos que sean médicamente necesarios e investigue sobre el historial médico de su familia y su pareja. También es importante que procure manejar cualquier afección médica y que intente alcanzar un peso saludable.
Cuando sospeche que tal vez esté embarazada, programe una visita con su médico para comenzar las consultas prenatales. Su médico comenzará por realizarle un examen físico, medir su peso y tomar una muestra de orina.
La información sobre su historial, enfermedades infecciosas y tipo de sangre también formarán parte la evaluación. Mantener la constancia en las consultas prenatales reducirá el riesgo de complicaciones durante el embarazo y el parto, y consolidará una buena base para la salud de su hijo en el futuro.
Proteja la salud intestinal antes y después del nacimiento
La cantidad de diagnósticos de TEA se han disparado en las últimas décadas y, aunque los científicos y autoridades de salud pública continúan discutiendo sobre las razones, es evidente que algo va muy mal. Hace tan solo 30 años el autismo afectaba a 1 de cada 10 000 niños. Hoy en día, la prevalencia ha llegado a ser de 1 en 50, según algunas estimaciones.
En mi opinión el protocolo nutricional del Síndrome del Intestino y la Psicología (GAPS, por sus siglas en inglés) es una de las estrategias de tratamiento más importantes a considerar, pero también hay otras alternativas. El protocolo nutricional GAPS fue creado por la Dra. Natasha Campbell-McBride, quien tiene un hijo que fue diagnosticado con autismo.
Ella entiende que existe una conexión importante entre aquellas embarazadas con una microflora intestinal deficiente y los problemas de desarrollo en sus hijos, sobre todo en el autismo. Tener una microflora intestinal normal en los primeros 20 días de vida desempeña una importante función en la maduración del sistema inmunológico de su bebé.
Es importante destacar que una microflora intestinal deficiente puede comprometer el sistema inmunológico de su bebé, lo cual aumenta el riesgo de que su bebé reaccione negativamente a las vacunas.
Según Campbell-McBride, en niños con GAPS, la toxicidad que se origina en sus entrañas viaja a través de sus cuerpos para llegar a sus cerebros. Esto representa un problema constante para el sistema nervioso que le impide realizar sus funciones normales y procesar la información sensorial.
Hay más investigadores que están comenzando a respaldar estos hallazgos. Por ejemplo, en un estudio de 2013 se confirmó que los niños con autismo tienen un microbioma muy distinto en comparación con los niños sanos.
De manera específica, se encontró que tenían menos bacterias saludables, tales como las Bifidobacterium. Los niños diagnosticados con autismo también tenían niveles superiores de compuestos orgánicos volátiles (VOC, por sus siglas en inglés) tóxicos.
Puede obtener más información al respecto en mi artículo sobre El protocolo nutricional GAPS: Cómo un médico curó el autismo de su hijo… que incluye extractos de mi entrevista con la Dra. Campbell-McBride.