La enfermedad de Alzheimer es una de las principales causas de muerte en los Estados Unidos, ya que 1 de cada 3 personas mayores mueren de Alzheimer o demencia. De hecho, en comparación con las muertes por cáncer de mama y próstata, ésta cantidad es mayor.
Aunque aún es difícil encontrar la cura, la relación entre la salud del cerebro y la microbiota intestinal se ha vuelto más clara, y las investigaciones sugieren que las bacterias intestinales podrían influir en el funcionamiento del cerebro e incluso promover la neurodegeneración.
Un equipo de investigadores suizos e italianos descubrió la correlación con investigaciones que demuestran una conexión entre la microbiota intestinal disfuncional y el desarrollo de placas amiloides en el cerebro; la enfermedad de Alzheimer se caracteriza por la acumulación de placas de beta-amiloide y ovillos neurofibrilares en el cerebro.
Las proteínas que se producen por las bacterias intestinales podrían causar la enfermedad de Alzheimer
El estudio involucró a un grupo de 89 personas entre 65 y 85 años. Algunas padecían la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas, mientras que otras estaban sanas y sin problemas de memoria.
Los investigadores utilizaron imágenes por PET para medir el amiloide en sus cerebros, luego midieron los indicadores de inflamación y proteínas que se producen por las bacterias intestinales, como lipopolisacáridos y ácidos grasos de cadena corta, en su sangre.
Los lipopolisacáridos (LPS) son bacterias muertas, en específico, las paredes celulares de las bacterias muertas. Su sistema inmunológico los trata como bacterias vivas y los prepara como defensas inmunológicas contra los invasores. Los LPS son proinflamatorios y se encontraron en placas de amiloide en el cerebro de los pacientes con Alzheimer.
El estudio demostró que los niveles altos de LPSs en sangre y los ácidos grasos de cadena corta (SCFA) de acetato y valerato se relacionaron con grandes depósitos de amiloide en el cerebro. Otros SCFA, como el butirato, parecían tener un efecto protector; ya que los niveles altos de butirato se relacionaron con menos cantidad de amiloide.
El Butirato (un SCFA que se produce cuando las bacterias intestinales fermentan la fibra), activa la secreción del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), y los niveles bajos se relacionaron con la causa de la Enfermedad de Alzheimer.
"Nuestros resultados son indiscutibles: algunos productos bacterianos de la microbiota intestinal se correlacionan con la cantidad de placas amiloides en el cerebro", explica Moira Marizzoni, autora del estudio del Centro Fatebenefratelli en Brescia, Italia.
Los probióticos podrían actuar como un preventivo
El estudio representa una continuación de la investigación previa del equipo, que descubrió que la microbiota intestinal en las personas con la enfermedad de Alzheimer difiere de las que no la padecen. En las personas con Alzheimer, la diversidad microbiana disminuye con ciertas bacterias que se encuentran en exceso y otros microbios que están en cantidades muy bajas.
“Además”, dijo el neurólogo Giovanni Frisoni, autor del estudio y director del Centro de Memoria de los Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG) en Suiza, “también descubrimos una relación entre un fenómeno inflamatorio que se detectó en la sangre, ciertas bacterias intestinales y la enfermedad de Alzheimer; de ahí la hipótesis que analizamos: ¿Podría la inflamación en la sangre ser un intermediario entre la microbiota y el cerebro?
Cada vez existe una relación más fuerte y el equipo planea realizar más investigaciones para descubrir qué bacterias o grupos de bacterias específicas podrían ser responsables del efecto, lo que podría servir como un tratamiento preventivo". Dijo Frisoni para un comunicado de prensa:
"De hecho, primero debemos identificar las cepas. Entonces, un efecto neuroprotector solo podría ser efectivo en una etapa muy temprana de la enfermedad, con un mayor enfoque a la prevención, en lugar de la terapia.
Sin embargo, el diagnóstico oportuno es uno de los principales desafíos para tratar las enfermedades neurodegenerativas, ya que se deben desarrollar protocolos para identificar a las personas de alto riesgo y tratarlas mucho antes de que se presenten síntomas".
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La relación del ayuno
Una de las razones por las que el ayuno es tan beneficioso para las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer es porque ayuda a su cuerpo a superar el ciclo de autofagia y la fase de reconstrucción.
La autofagia es el proceso por el cual su cuerpo elimina los orgánulos dañados y fomenta la proliferación de células nuevas y sanas, lo que se relaciona con el Alzheimer, ya que el proceso de desplegamiento es uno de los factores más importantes para que su cerebro funcione.
Cabe destacar que, el ayuno activa la autofagia, que es la forma en que su cuerpo elimina los deshechos, y también activa la regeneración de células madre. En nuestra entrevista de 2017, el Dr. Steven Gundry explicó que esto también podría tener una relación directa con los LPS y darle a su intestino un descanso de estas proteínas proinflamatorias a través del ayuno que podría ser muy curativo:
"Tenemos un increíble sistema de reparación que funciona cuando las personas realizan el ayuno. Sin mencionar que también es importante [dejar que] su instinto descanse. Probablemente es una de las cosas más inteligentes que cualquiera de nosotros puede hacer: dejar descansar la pared de su intestino, sin tener que absorber nutrientes ni lidiar con el flujo constante de lectinas o toxinas. Pero creo que, lo que es más importante, es que le proporciona a [su cuerpo] la oportunidad de limpiar su cerebro.
El Alzheimer y el Parkinson comparte un vínculo ya que el cerebro se defiende de las amenazas y muchas de esas amenazas son LPS. Si le da un descanso a su instinto y evita la LPS, y entre más tiempo mantenga ese estado, mejor se sentirá.
Como diría Jason Fung, el ayuno intermitente es genial y también llevar una dieta modificada en calorías, pero en teoría es mucho más fácil dejar de comer. El segundo nivel de mi pirámide alimenticia y modificada es 'No comer nada'".
Los probióticos son prometedores para el Alzheimer
Es bien conocido el efecto de las bacterias beneficiosas en la salud del cerebro, incluso en personas con la enfermedad de Alzheimer. Un estudio realizado en 2016 a 60 pacientes con Alzheimer analizó el efecto de los suplementos probióticos en la función cognitiva, y obtuvo resultados prometedores. Los pacientes que bebieron leche con probióticos experimentaron mejoras significativas en la función cognitiva.
Mientras que los puntajes promedio del Mini-Examen del Estado Mental (MMSE por sus siglas en inglés) incrementaron entre el grupo de probióticos y el grupo de control, los que bebieron leche natural tuvieron puntajes más bajos.
El grupo de probióticos también tuvo cambios metabólicos beneficiosos, incluyendo niveles bajos de triglicéridos, lipoproteínas de muy baja densidad y proteína C reactiva, una medida de inflamación, así como indicadores bajos de resistencia a la insulina.
Los investigadores sugirieron que los cambios metabólicos beneficiosos podrían ser responsables de las mejoras cognitivas. Walter Lukiw, profesor de la Universidad Estatal de Louisiana que no participó en el estudio, explicó para Medical News Today que su intestino y su cerebro están muy relacionados:
"Esto está en línea con algunos de nuestros estudios recientes que indican que el microbioma del tracto gastrointestinal [GI] en la enfermedad de Alzheimer sufre modificaciones en su composición en comparación con los controles de la misma edad.
De hecho, tanto el tracto gastrointestinal como las barreras hematoencefálicas se vuelven más permeables con el envejecimiento, lo que facilita el acceso de los exudados del tracto GI (p. Ej. amiloides, lipopolisacáridos, endotoxinas y pequeños ARN no codificantes) en el sistema nervioso central".
Los probióticos podrían impedir la neurodegeneración
Se cree que los probióticos influyen en el sistema nervioso central y el comportamiento por medio del microbiota-intestino-cerebro, y los investigadores sugirieron que podrían ser un potente preventivo y terapéutico para la enfermedad de Alzheimer (EA) al modular el proceso inflamatorio y al contrarrestar el estrés oxidativo, además de otros mecanismos. Los investigadores escribieron en el Impact Journal on Aging de acceso libre, que:
“Se descubrió que el mal comportamiento y la cognición se relacionan con la disbiosis del microbiota intestinal (GM por sus siglas en inglés). La inflamación intestinal se ha considerado un posible cofactor patógeno en el deterioro cognitivo y la demencia.
Además, las alteraciones más características en la GM de los pacientes con EA son una menor cantidad de especies bacterianas antiinflamatorias (p. Ej. Bifidobacterium brevestrain A1) y una mayor cantidad de filamentos de flora proinflamatoria (p. Ej. Firmicutes y Bacteroidetes).
Y restaurar la homeostasis de la GM podría ralentizar la progresión de la EA. Por lo tanto, la GM se ha propuesto como un elemento clave en la patogénesis de la EA y podría ser una nueva forma terapéutica para prevenirla y tratarla".
Llevaron a cabo un metanálisis que incluyó cinco estudios y 297 personas, el cuál reveló una mejora significativa en la cognición y una disminución en el malondialdehído y la proteína C reactiva de alta sensibilidad (bioindicadores inflamatorios y oxidativos) en los grupos que tomaron probióticos en comparación con los grupos de control.
La investigación todavía está por descubrir qué bacterias son más beneficiosas, pero la cepa Bifidobacterium breve A1 podría ser importante en el tratamiento del Alzheimer. Al utilizar ratones con Alzheimer, los investigadores pudieron confirmar que la administración diaria de B. breve A1 redujo la disfunción cognitiva inducida por el beta amiloide en ratones.
Se encontró que uno de los mecanismos detrás de estos efectos es la supresión de los cambios inducidos por el beta-amiloide en la expresión génica del hipocampo. En definitiva, la bacteria ayudó a mejorar la toxicidad del beta-amiloide.
Existe otra investigación que sugiere que la microbiota intestinal podría contribuir al riesgo de Alzheimer a través de múltiples vías, incluso influir en el envejecimiento, diabetes, sueño y el ritmo circadiano.
Los investigadores creen que también es posible que factores como la alimentación, estrés, envejecimiento y la genética sean la mezcla perfecta para alterar la permeabilidad intestinal y la integridad de la barrera hematoencefálica, lo que permite la entrada de agentes inflamatorios y patógenos e induce una respuesta inflamatoria que provoca un efecto neuroinflamatorio en el cerebro.
"Existe una creciente evidencia de que la microbiota intestinal interactúa con la patogénesis de la EA al interrumpir la neuroinflamación y la homeostasis metabólica", anotaron, y agregaron que "la microbiota intestinal pasó de ser el órgano olvidado a un posible actor muy importante en la patología de la EA".
Estrategias para prevenir la enfermedad de Alzheimer
Optimizar su microbioma es una estrategia muy importante para prevenir el Alzheimer y otras enfermedades crónicas. Para ello, debe evitar los alimentos procesados, antibióticos y productos antibacterianos, agua fluorada y clorada, así como asegurarse de consumir alimentos fermentados y cultivados de forma tradicional, y en caso de ser necesario, tomar un probiótico de alta calidad.
Mantener un intestino sano es uno de los parámetros de estilo de vida saludable según el Dr. Dale Bredesen, profesor de farmacología molecular y médica en la Facultad de Medicina de la Universidad de California, Los Ángeles, y autor de "The End of Alzheimer's: The First Program to Prevent and Reverse Cognitive Decline".
El protocolo ReCODE de Bredesen evalúa 150 factores, que incluyen bioquímica, genética e imágenes históricas, que se sabe que contribuyen con la enfermedad de Alzheimer. Este protocolo también puede identificar el subtipo de la enfermedad o combinación de subtipos para que pueda diseñarse un protocolo de tratamiento efectivo.
La alimentación con restricción de tiempo, o el ayuno, es otra estrategia importante, al igual que disminuir el consumo de ácidos grasos poliinsaturados, también llamados PUFA, que se encuentran en aceites vegetales, comestibles, de semillas, grasas trans y aceites vegetales. La dieta cetogénica alta en grasas, moderada en proteínas y baja en carbohidratos es ideal para prevenir la degeneración que provoca el Alzheimer, y ayudar a nutrir su intestino.
En general, es mejor nutrir la salud de su cerebro con un estilo de vida saludable. Al aprovechar 36 parámetros de estilo de vida saludable, Bredesen pudo revertir la enfermedad de Alzheimer en 9 de cada 10 pacientes.
Esto incluyó el uso de recursos como el ejercicio, dieta cetogénica, mejorar los niveles de vitamina D y otras hormonas, dormir más, meditar, desintoxicarse, así como eliminar del gluten y alimentos procesados. Para obtener más detalles, puede descargar el texto completo del caso de Bredesen, que detalla el programa completo.