El COVID-19 ha sido llamado el gran ecualizador, pero eso podría ser una mentira. La enfermedad afecta más a ciertos grupos que a otros, mientras que las medidas implementadas para mitigar el brote fueron una ventaja para los globalistas adinerados y, al mismo tiempo, afectaron las actividades económicas de una persona promedio. Como reportó IPS News:
“De acuerdo con los últimos informes de la ILO, a medida que aumentan las pérdidas de empleo debido al confinamiento, casi la mitad de la población mundial corre el riesgo de perder sus actividades económicas, el acceso a los alimentos y la capacidad de sobrevivir.
El Foro Económico Mundial afirma que "Dado a que hay más de 2.6 mil millones de personas en todo el mundo en confinamiento, es posible que se esté llevando a cabo el experimento psicológico más grande de la historia".
A medida que los gobiernos y las corporaciones endurecen el autoritarismo político y la vigilancia tecnológica al restringir la privacidad y la protesta democrática, gran parte de la humanidad está lidiando con problemas de ansiedad, depresión y una sensación de impotencia".
Las pandemias desatan desigualdades preexistentes en salud
Cada vez existen más médicos, académicos y científicos que cuestionan el origen del virus, el uso de las pruebas de PCR para diagnosticar "casos", la utilidad de los cubrebocas, la clasificación de las muertes por COVID-19, los métodos de prevención, la supresión de tratamientos científicamente verificados y la seguridad y utilidad de las vacunas contra el COVID-19.
Existen problemas claros en todas estas áreas, sin embargo, las preguntas y el pensamiento lógico se enfrenta con resistencia y negación.
Los que llevan la carga en términos de respuestas pandémicas, sobre todo la Organización Mundial de la Salud, las empresas de medios y las grandes tecnologías, no han tenido miedo a la hora de censurar las contranarrativas, sin excepción. Incluso se despliegan unidades del orden militar en la guerra de información en la lucha contra la "propaganda antivacunas".
Cuando se trata de la enfermedad, sabemos que existen ciertas comorbilidades que aumentan el riesgo de complicaciones y muertes. Entre las principales se encuentran la obesidad, resistencia a la insulina y la deficiencia de vitamina D.
Aunque estas afecciones son muy comunes, también son muy frecuentes en las comunidades de personas negras e indígenas, y cuando se combinan con un acceso inadecuado a la atención médica, estos grupos también sufren las consecuencias del COVID-19 en forma desproporcionada. Como señaló IPS News:
"En comparación con las comunidades de personas más privilegiadas en Estados Unidos, las tasas tan elevadas de muertes por COVID entre los indios americanos y los nativos de Alaska, por ejemplo, se deben a que tienen más problemas de obesidad, diabetes, asma y enfermedades cardíacas”.
Una investigación sugiere que incluso la obesidad leve puede influir en la gravedad del COVID-19, lo que aumenta 2.5 veces más el riesgo de tener insuficiencia respiratoria y casi 5 veces más el riesgo de necesitar cuidados intensivos. También se cree que la inflamación por la obesidad es responsable del riesgo de embolia pulmonar (coágulos de sangre en los pulmones) que se observa en personas que tienen COVID-19 y obesidad.
Algunos grupos, en especial los adultos mayores y los que tienen un color de piel más oscuro, también son mucho más propensos a la enfermedad debido a que es mayor el riesgo de tener deficiencia de vitamina D.
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El COVID-19 provoca una gran desigualdad
Aunque los medios de comunicación y las instituciones políticas y económicas afirman que la narrativa de la pandemia se basa en el consenso científico, es obvio que este no es el caso. Por ejemplo, no hay evidencia que respalde el uso de cubrebocas e incluso ahora hay menos apoyo científico para los confinamientos, una estrategia que se basa en un proyecto de preparatoria que ganó el tercer lugar y que fue realizado por una adolescente. James Corbett, del Corbett Report, analiza esta revelación a continuación.
Resulta que el padre de la joven es Robert Glass, un investigador principal de Sandia National Laboratories, que trabajó en planes de respuesta a emergencias pandémicas para el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Su propuesta de cerrar escuelas y negocios en caso de una pandemia de influenza se publicó en la revista Emerging Infectious Diseases en la edición de 2006.
Ahora, como muchas pequeñas empresas se han declarado en quiebra debido a los largos cierres y las oportunidades de empleo parecen sombrías en muchas áreas, los líderes gubernamentales de todo el mundo se unen al Foro Económico Mundial para pedir el Gran Reinicio de la economía.
Esto no parece una coincidencia aleatoria. Este plan que se preparó durante décadas, empoderará y enriquecerá aún más a las personas más poderosas y ricas, mientras esclavizará y empobrecerá a las demás.
El COVID-19 es una guerra de clases
Es muy evidente el hecho de que la pandemia se haya utilizado para trasladar la riqueza de los pobres y de la clase media a los más ricos. De acuerdo con IPS News:
"La riqueza combinada de las personas multimillonarias de Estados Unidos 'superó el billón de dólares en ganancias desde marzo de 2020 y el comienzo de la pandemia', según un estudio del Instituto de Estudios Políticos".
Mientras que 45.5 millones de personas en Estados Unidos solicitaron el subsidio de desempleo, 29 nuevas personas se convirtieron en multimillonarias, informó el Instituto de Estudios Políticos en junio de 2020. Los cinco hombres más ricos de Estados Unidos, Jeff Bezos, Bill Gates, Mark Zuckerberg, Warren Buffett y Larry Ellison, aumentaron su riqueza en un total de 101.7 mil millones de dólares (26 %), entre el 18 de marzo y el 17 de junio de 2020.
Los que han aprovechado la pandemia son las grandes empresas de tecnología como Zoom y Skype, junto con algunos de los comerciantes más grandes. Walmart y Target reportan ventas récord este año. Y no es para menos, ya que son los únicos lugares que no han cerrado. Las tiendas en línea como Amazon y Wayfair también cuentan con ingresos récord.
La desigualdad en el tratamiento de las grandes tiendas y de los pequeños minoristas es sorprendente e ilógica. ¿Por qué es seguro comprar con cientos de personas en un Walmart, pero no es seguro comprar en una tienda que solo puede contener una fracción de esas personas? ¿Por qué se permitió que las tiendas más grandes permanecieran abiertas mientras que las tiendas familiares fueron obligadas a cerrar? No tiene sentido, sin embargo, la destrucción selectiva de pequeñas empresas continúa. Como señaló IPS News:
“La pandemia del COVID no ha sido el 'Gran Ecualizador' como lo sugirieron algunas personas incluyendo al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, y miembros del Foro Económico Mundial. Mejor dicho, empeoró las desigualdades que existen de género, raza y clase económica en todo el mundo".
La hipocresía está en aumento
La pandemia de COVID-19 es una forma de guerra de clases, ya que es evidente la forma en la que se hacen cumplir las reglas. A los ciudadanos se les dice qué hacer, pero los que establecen las reglas las infringen en repetidas ocasiones. Las "reglas son para ustedes, no para mí".
La hipocresía de los gobernadores de diferentes estados es evidente, desde decirle a las personas que tienen que usar cubrebocas entre bocado y bocado hasta cancelar reuniones en espacios cerrados, cerrar restaurantes y pequeñas empresas en todo el país.
Estos gobernadores exigen obediencia “por el bien público” y amenazan con multas e incluso arrestos. Dicen que se trata de "salvar vidas". Sin embargo, los mismos gobernadores siguen viviendo la vida de manera más o menos normal, socializan y viajan como siempre, sin repercusiones.
La hipocresía de la clase dominante hace que las restricciones sean aún más difíciles de asumir, ya que cada vez es más claro que existen dos tipos de reglas y que se basan en la clase social.
Están los que tienen y los que no tienen, y aquellos con pocos recursos también limitan su libertad para socializar y viajar, lo cual es tan terrible como no poder ganarse la vida.
La reestructuración a nivel mundial
En este punto, cualquier persona se da cuenta de que la pandemia se prolonga y se agrava por una razón. Es una artimaña para esclavizar a toda la población mundial dentro de un sistema de vigilancia digital, un sistema tan antinatural e inhumano que ninguna población racional estará de acuerdo en implementar.
“El 'Gran Reinicio' busca expandir el control corporativo de los recursos naturales y la vigilancia estatal de las personas”, escribe IPS News. “En el 'Gran Reinicio' pospandémico, no habrá mucha vida fuera del ambiente tecnológico-corporativo dominado por la agroindustria monolítica, farmacéutica, comunicaciones, defensa y otras corporaciones interconectadas, así como los gobiernos y los medios que les sirvan.
Los defensores del 'Gran reinicio' prevén un mundo feliz en el que 'nadie tendrá nada'. Y será feliz. Lo que quiera, lo alquilará y se lo entregarán con drones.
Pero es más probable que esta revolución liderada por la élite haga de la mayoría de las personas un miembro impotente de la tecnología con poca conciencia y con poco significado en sus vidas”.
También debe quedar claro que casi todas las restricciones pandémicas serán permanentes. De hecho, están destinadas a volverse aún más restrictivas e invasivas una vez que se requieran los pasaportes de salud; se cree una moneda digital; existan ingresos básicos estándar; se condonen las deudas a cambio de renunciar a todos los derechos futuros de propiedad privada; se exijan las identificaciones digitales y se cree un sistema de calificación social.
Ahora es el momento de luchar
Es importante entender que ahora es el momento de contraatacar y de resistir a todos los decretos inconstitucionales. Una vez que el "nuevo orden mundial" esté en vigor, ya no podrá hacer nada al respecto.
Su vida, salud, oportunidades educativas y laborales, finanzas y su propia identidad, estarán tan entrelazadas con la infraestructura tecnológica que cualquier búsqueda de libertad resultará en un bloqueo o eliminación del sistema, para dejarlo sin la capacidad de aprender, trabajar, viajar o comprar.
Suena descabellado, pero cuando sigue el plan tecnocrático hasta el final, eso es lo que obtiene. Las señales de advertencia están a nuestro alrededor, si estamos dispuestos a observarlas por lo que realmente son. La única pregunta ahora es si suficientes personas están dispuestas a resistirse para marcar la diferencia.
Debemos presionar por la transparencia y la verdad. Debemos insistir en la libertad médica y personal. No permita que lo intimiden y lo callen.
Lo más importante es liberarse del miedo. Las personas con miedo son las que le permiten a la élite tecnocrática dictar el futuro y arrebatar nuestras libertades personales. El miedo permite que progrese la tiranía. Analice los datos, para que pueda ver por sí mismo que el pánico no está justificado.
Tome Control de su Salud
Por último, pero no menos importante, también es el momento de tomar el control de su propia salud. Recuerde, la resistencia a la insulina, obesidad y deficiencia de vitamina D encabezan la lista de comorbilidades que aumentan el riesgo de complicaciones y de muerte por COVID-19. Estos también son factores subyacentes en otras enfermedades crónicas, por lo que, al abordarlos, mejorará su salud en general.