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Por el Dr. Mercola
Las autoridades federales de salud recomiendan administrar la primera dosis de la vacuna contra la hepatitis B cuando su recién nacido tenga 12 horas de vida. ¡DOCE HORAS! Si desea evitarlo, debe dejárselo MUY claro a todo el personal del hospital antes de que se entregue y se haga un cuidadoso monitoreo del bebé hasta que salga del hospital.
El programa estándar de vacunación infantil recomendado por el gobierno consta de tres vacunas contra la hepatitis B, y la tercera dosis debe administrarse antes de los 18 meses de edad.
Pero la hepatitis B es una enfermedad de adultos transmitida principalmente a través de la sangre, que está relacionada con opciones de estilo de vida riesgosas, tales como tener relaciones sexuales sin protección con múltiples parejas y utilizar drogas por vía intravenosa que involucran compartir agujas—esencialmente, NO es una "enfermedad infantil" o una amenaza común para los recién nacidos.
De hecho, según el Centro Nacional de Información sobre Vacunas (NVIC, por sus siglas en inglés):1
"La razón principal por la que los CDC recomendaron la vacuna contra la hepatitis B en todos los recién nacidos en los Estados Unidos en 1991 es porque los funcionarios de salud pública y los médicos no podían persuadir a los adultos de grupos de alto riesgo a vacunarse (principalmente los que utilizaban drogas intravenosas y las personas con múltiples parejas sexuales)".
Pero, ahora las nuevas investigaciones han demostrado que cuando el niño llega a su adolescencia--el momento en que podría ser más probable adquirir una infección por hepatitis B--la protección de la vacuna de la infancia podría haberse perdido desde hace mucho tiempo...
Un estudio donde participaron aproximadamente 9 000 estudiantes de preparatoria, encontró que, para la edad de 15 años, aproximadamente el 15 % de los adolescentes que recibieron una serie completa de vacunas contra la hepatitis B durante su infancia dio positivo al antígeno de superficie de la hepatitis B (HBsAg), que es uno de los primeros indicadores de infección o señales de que la persona es portadora crónica del virus.2
Este porcentaje fue aún mayor entre los adolescentes que habían recibido atemporalmente la vacuna contra la hepatitis B, o cuyas madres tenían un alto riesgo, lo que significa que dieron positivo al antígeno de la hepatitis B (HBeAg).
En otras palabras, aparentemente, en el caso de muchos de ellos, la vacuna NO proporcionaba una protección duradera. Los investigadores señalaron que:
"Una significativa proporción de los que fueron completamente vacunados podrían haber perdido la memoria inmunológica contra HBsAg".
Es por esta razón que la vacuna contra la hepatitis B para recién nacidos y niños pequeños es la menos justificable, en comparación con cualquier vacuna que pueda imaginar y, ciertamente, no debería ser obligatorio por parte de las guarderías o asistencia de las escuelas.
Recuerde que la enfermedad solo se transmite a través de agujas contaminadas, transfusión de sangre o contacto sanguíneo y/o fluidos corporales contaminados.
De hecho, es principalmente descrita por los CDC como una enfermedad de transmisión sexual; es decir que, es trasmitida por sexo vaginal, anal y oral.
Si bien, los bebés podrían contraer la hepatitis B de forma vertical, a través de su madre al nacer, este riesgo tan inusual podría ser identificado a través de un análisis de detección de hepatitis prenatal en las madres, lo cual haría que la vacunación fuera esencialmente innecesaria en casi todos los casos.
Por lo tanto, debemos preguntarnos si la única manera en que un recién nacido podría ser infectado con hepatitis B en un hospital es a través de semen o sangre infectada, o bien, si el hospital hace un pésimo trabajo en proteger a sus recién nacidos contra tal exposición, o si la justificación para la vacunación contra la hepatitis B en los niños simplemente no existe.
La recomendación de vacunar a los recién nacidos contra una enfermedad que tiene un poco o ningún riesgo de adquirir se convierte en algo completamente ridículo cuando se consideran los graves efectos secundarios que podría causar la vacuna. Como informó CNTV:3
"Aproximadamente en marzo 2012, hubo un total de 66 654 eventos adversos relacionados con la vacuna contra la hepatitis B notificados al Sistema Para Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés), incluyendo reportes de cefaleas, irritabilidad, fatiga extrema, inflamación cerebral, convulsiones, artritis reumatoide, neuritis óptica, esclerosis múltiple, lupus, síndrome de Guillain-Barre (GBS) y neuropatías.
Se han reportado más de 1 500 muertes relacionadas con la vacuna contra la hepatitis B, incluyendo muertes clasificadas como síndrome de muerte súbita del lactante (SIDS, por sus siglas en inglés)".
Debe considerar que es probable que esta sea una subestimación, ya que solo una fracción de los graves problemas de salud--incluyendo las muertes--después de la vacunación, rara vez son reconocidos, debido al desconocimiento de la población sobre cómo reconocer los signos y síntomas de las reacciones a la vacuna.
Además, los efectos adversos de la vacuna son sustancialmente subestimados—algunos son estimados solo entre el 1 y 10 % de todos los graves problemas de salud y muertes que ocurren después de la vacunación--aunque la Ley Nacional de Lesiones Infantiles Por Vacunas, promulgada en 1986 ordenó que todos los médicos y otros proveedores de vacunas reportaran los problemas de salud que fueran serios, incluyendo a las hospitalizaciones, lesiones y muertes después de la vacunación.
Además, a menudo solo se reconocen los síntomas agudos de las reacciones que ocurren poco después de recibir la vacuna, ya que la inflamación crónica y otros efectos secundarios subclínicos podrían tardar semanas, meses, años o incluso décadas en manifestarse plenamente.
Esto hace muy difícil, o imposible en muchos casos, vincular los problemas de salud crónicos a una vacunación o serie de vacunas anteriores, en especial, cuando los médicos no se informan ellos mismos, o a sus pacientes, sobre los riesgos de la vacuna y no mantienen registros médicos precisos.
La Ley de 1986 no incluyó sanciones por no informar, registrar o reportar posibles lesiones, muertes y reacciones a la vacuna al Sistema Federal Para Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS).
Por lo tanto, la mayoría de los proveedores de vacunas, por razones que son obvias--es decir, por su culpa y deseo de anular convenientemente todos los problemas de salud asociados con la vacuna como una "coincidencia"--no presentan un informe cuando empieza a deteriorarse la salud de una persona recientemente vacunada.
A decir verdad, el personal médico ni siquiera reconoce que muchas reacciones a la vacuna esten relacionadas con la misma, en parte, porque muchos fueron engañados para creer que las lesiones inducidas por la vacuna son extremadamente inusuales.
Por ejemplo, cuando los bebés mueren después de recibir la vacuna contra la hepatitis B, la mayoría de las veces sus muertes son automáticamente atribuidas a los SIDS--sin investigar si la vacuna causó la muerte súbita del bebé.
Cuando la muerte de un bebé aparece en la lista de "SIDS", es inusual que alguien pregunte acerca de la historia de vacunación del bebé fallecido para averiguar si había síntomas de reacciones hacia la vacuna antes de la muerte, a pesar de que los estudios biomédicos han señalado repetidamente esta conexión.4
Como la Dra. Jane Orient de la Asociación de Médicos y Cirujanos de los Estados Unidos (AAPS, por sus siglas en inglés) testificó ante el Congreso:
"En el caso de la mayoría de los niños, el riesgo de una reacción seria hacia la vacuna podría ser 100 veces mayor que el riesgo de hepatitis B".
De hecho, al menos 60 enfermedades o consecuencias adversas no deseadas están relacionadas con la vacuna contra la hepatitis B.5 Las reacciones más comunes a la vacuna incluyen fatiga, debilidad muscular, fiebre, dolor de cabeza, irritabilidad y dolor en las articulaciones.
Un estudio publicado en Annals of Epidemiology6 también encontró que aplicar la vacuna contra la hepatitis B a los niños varones aumento en más del triple el riesgo de un trastorno del espectro autista.
Esto fue doblemente preocupante porque un estudio anterior del mismo grupo de investigadores, que utilizó una base de datos diferente, obtuvo los mismos resultados. También, se ha reportado el desarrollo de desórdenes neurológicos e inmunológicos incapacitantes después de recibir la vacuna contra la hepatitis B, incluyendo:
Esclerosis múltiple (MS)
Síndrome de Guillain-Barre
Parálisis de Bell
Diabetes
Artritis reumatoide
Lupus
Púrpura trombocitopénica idiopática
Convulsiones y trastornos cerebrales, tales como encefalitis (inflamación cerebral) y desmielinización cerebral
Disfunción inmunológica
Alteraciones visuales y auditivas, incluyendo a la neuritis óptica
Pancreatitis
Trastorno del espectro del autismo
La relación entre la vacuna de la hepatitis B y el autismo, en particular, es 3 veces más riesgosa en varones, como informaron los padres;7 podría ser explicado por los conocidos fenómenos de mimetismo molecular.
Algunos investigadores han propuesto que la vacuna contra la hepatitis B induce la enfermedad desmielinizante autoinmunológica, a través del mimetismo molecular que existe entre el antígeno vacunal, el virus Epstein-Barr y la mielina humana.
Básicamente, la vacuna estimula una respuesta de anticuerpos que reaccionan de forma cruzada contra las propias estructuras neurológicas, tales como la mielina, lo que da como resultado un daño neurológico.8
A menudo, la hepatitis B es denominada como "el asesino silencioso", ya que hasta el 95 % de las personas con la enfermedad no presentan síntomas en lo absoluto, hasta que es demasiado tarde.
En algunos casos, la enfermedad podría progresar inadvertidamente durante años y, frecuentemente, los pacientes se enteran de que padecen hepatitis B crónica una vez que han desarrollado daño hepático severo. En realidad, la hepatitis significa una inflamación del hígado.
Lo irónico es que, se ha demostrado que las vacunas contra la hepatitis B inducen la inflamación hepática asociada con la hepatitis.9 Las denominaciones "A", "B" y "C" se refieren al tipo de virus de hepatitis que se encuentra involucrado. Los síntomas de la hepatitis A y B son muy similares, e incluyen:
Afortunadamente, en la mayoría de los casos, la infección por hepatitis B se soluciona por sí sola, siempre y cuando tenga un sistema inmunológico funcionando óptimamente. Los síntomas podrían desaparecer al:
• Dormir
• Evitar alimentos que debilitan la función inmunológica, como los azúcares/fructosa, granos y alimentos procesados.
Entre los alimentos saludables que ayudan a impulsar su sistema inmunológico se encuentran los alimentos fermentados y vegetales orgánicos. (Obtenga más información al leer este artículo sobre los 12 alimentos más beneficiosos para tener una función inmunológica resistente).
• Optimizar sus niveles de vitamina D
• Beber una gran cantidad de agua pura
• Evitar el alcohol y los medicamentos
Si se recupera completamente de la infección por hepatitis B, adquirirá inmunidad de por vida. Por otra parte, generalmente, un diagnóstico de hepatitis B crónica incluirá cierta forma de medicación antiviral, y en función de que tanto haya progresado su enfermedad, incluso, podría requerir un trasplante de hígado.
Aun si fue vacunado cuando era niño, es importante recordar que es posible que no se encuentre protegido contra estos riesgos, y todavía podría infectarse por el abuso de drogas por vía intravenosa, tener actividad sexual con una pareja infectada y recibir una transfusión de sangre contaminada. Inclusive, podría adquirir hepatitis B a través de hacerse una manicura o pedicura...
Si se encuentra a la espera del nacimiento de su hijo, es importante saber que la vacuna contra la hepatitis B se le proporciona prácticamente a todos los recién nacidos en el hospital--muchas veces sin el consentimiento de los padres--poco después de que nacen.
Por favor, revise cuidadosamente la relación recompensa-beneficio antes de dar a luz. Si concluye--al igual que muchos profesionales de la salud que están interesados en el tema--que someter a todos los recién nacidos sanos a la vacuna contra la hepatitis B dentro de las horas posteriores al nacimiento es riesgoso e innecesario, y decide que no es apropiado para su bebé, podría modificar los formularios de "consentimiento para tratamiento médico" que firma al ingresar al hospital antes de dar a luz, al escribir en el formulario que no da su consentimiento para la aplicación de la vacuna contra la hepatitis B en su bebé en los cuneros para recién nacidos.
Enseguida, debe informar a cualquier enfermera u otra persona del personal médico involucrado en el cuidado de usted y su bebé que no ha otorgado el consentimiento para la vacuna contra la hepatitis B.
No obstante, hay informes de que algunos recién nacidos son vacunados en los cuneros para recién nacidos, aunque los padres se opongan. Por lo tanto, es una buena idea mantener a su recién nacido con usted en todo momento o que algún miembro de la familia permanezca con el bebé mientras se encuentra en el hospital.
Dicho esto, es importante realizarse una prueba para comprobar la presencia de hepatitis B, si está embarazada, pues existe la posibilidad de que padezca una infección crónica asintomática y sin tener conocimiento de ella. Si se encuentra embarazada y es portadora del virus de hepatitis B, su bebé podría estar en riesgo de ser infectado durante el parto.
Y aunque las vacunas contra la hepatitis B podrían ser "obligatorias" para que su hijo asista a la guardería o escuela, la mayoría de los estados ofrecen diferentes exenciones legales para las vacunas (por cuestiones médicas, religiosas y filosóficas).
En NVIC.org, puede investigar los requerimientos y leyes sobre vacunas en su estado, y saber qué tipo de exención hacia la vacuna contra la hepatitis B se le permite ejercer en su estado, para que su hijo asista a la guardería o escuela.
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