¿Se comería una hamburguesa hecha con carne de una vacas que fueron sometidas a modificaciones de su ADN en un laboratorio? ¿Qué tal una papa o un trozo de salmón modificado de manera similar? Las tecnologías de edición genética son una realidad, y ya están siendo utilizadas para alterar el suministro de alimentos.
Por ejemplo, los cultivos transgénicos, en los que el ADN se modifica o acorta en un lugar específico, incluyen a los granos de soya con perfiles de ácidos grasos modificados, papas que tardan más en oxidarse y papas que permanecen frescas por más tiempo y no producen carcinógenos al momento de freírlas.
El salmón transgénico (GE, por sus siglas en inglés), denominado "frankenpez", que está diseñado para crecer aproximadamente el doble de rápido que el salmón convencional de piscifactorías, no solo existe sino que ya se comercializa y consume en Canadá, con un total de 5 toneladas únicamente en 2017 (ninguna de las cuales fue etiquetada como tal).
El siguiente paso por el que las compañías de biotecnología están compitiendo es el de llevar a su mesa (y no en sentido figurado) los animales de granja genéticamente modificados. A diferencia de los alimentos transgénicos, a los que se les pueden insertar genes de otras especies, la edición genética implica modificar el ADN. Sin embargo, al igual que los cultivos transgénicos, los alimentos genéticamente modificados conllevan riesgos desconocidos para los animales y las personas que los consumen.
La edición de genes provocó lenguas de mayor tamaño, vértebras adicionales y otros efectos secundarios
Si bien los científicos han hecho grandes avances en el mapeo de genomas de organismos completos, aún queda mucho por conocer acerca del propósito de los genes de forma individual y de cómo interactúan entre sí. Como tal, modificar los genes, incluso aquellos que pretenden ser ajustes precisos, a menudo conlleva consecuencias sorprendentes e involuntarias.
En el caso del ganado, los investigadores han usado CRISPR-Cas9 y otras tecnologías de edición genética para crear vacas que pueden tolerar temperaturas más cálidas (para que puedan ser criadas en los trópicos), cabras con lanas de cachemira más largas y conejos y cerdos con músculos más grandes y magros. Sin embargo, se produjeron efectos secundarios graves, incluyendo lenguas de mayor tamaño en los conejos.
El 20 % de los cerdos modificados con la eliminación del gen miostatina (MSTN), que limita el crecimiento muscular, desarrollaron músculos más grandes junto con una vértebra adicional.
"Este resultado nos brinda una nueva perspectiva para comprender mejor la función del MSTN en la formación y desarrollo esquelético y muscular en estudios posteriores", según señalaron los investigadores, y agregaron que: "Este fenómeno nunca se ha reportado en otros animales con el gen MSTN mutante". Y ahí reside el problema.
La modificación genética no es una ciencia exacta, y con frecuencia los investigadores desconocen el alcance de las funciones de un gen hasta que surgen consecuencias como la aparición de vértebras adicionales. Lisa Moses, un especialista en bioética del Centro de Bioética de la Escuela de Medicina de Harvard, dijo para The Wall Street Journal:
"Los seres humanos tienen un muy largo historial de entrometerse con la naturaleza lo que da lugar a todo tipo de consecuencias indeseadas... Es realmente arrogante de nuestra parte, suponer que sabemos lo que estamos haciendo y que podemos predecir qué tipo de cosas malas pueden suceder".
Publicidad
![Sabe a azúcar, aumenta la longevidad y mejora el estado de ánimo]()
![Sabe a azúcar, aumenta la longevidad y mejora el estado de ánimo]()
La edición genética se está utilizando para alterar los rasgos físicos, la pubertad y las enfermedades en los animales
Junto con la modificación del ADN para crear animales más carnosos o más tolerantes a las temperaturas, los investigadores han cortado una sección del ADN del cerdo con el objetivo de prevenir el Síndrome Reproductivo y Respiratorio Porcino (PRRS, por sus siglas en inglés); una enfermedad común y con frecuencia mortal entre los cerdos provenientes de CAFO (operaciones concentradas de alimentación animal).
Tales ediciones son permanentes y se transmiten a otras generaciones.
En otro proyecto, financiado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, los investigadores agregaron el gen SRY al ganado, lo que resulta en vacas hembras que se convierten en machos, completas con músculos más grandes, un pene y testículos, pero sin la capacidad de producir esperma.
Los bovinos machos (o de apariencia masculina) son más valiosos para la industria de la carne porque crecen más grandes y rápido, lo que permite a las empresas obtener mayores beneficios en menos tiempo.
Otras compañías de biotecnología han decidido modificar los genes destinados a aliviar el sufrimiento de los animales, lo que creen que podría suavizar la postura de los reguladores y consumidores que desconfían de la tecnología. "Es una mejor impresión que dar", dijo Tammy Lee, presidente ejecutivo de Recombinetics, para New York Post.
Por ejemplo, dicha compañía eliminó los genes responsables del crecimiento de los cuernos en las vacas lecheras, lo que significa que no serán sometidas a las formas inhumanas que actualmente se usan para eliminar los cuernos (sin alivio para el dolor).
En la actualidad, en la Universidad de California en Davis, se cría a las vacas que nacen con el rasgo de no poseer cuernos y se planea evaluar su leche para detectar cualquier rareza.
La compañía también está trabajando en la edición de genes para que los cerdos no pasen por la pubertad. Esto haría que sea innecesario castrarlos; un procedimiento inhumano que se efectúa hoy en día (también sin analgésicos) con el fin de evitar que la carne adquiera un olor desagradable.
Recombinetics y otras compañías de biotecnología, no quieren que los alimentos genéticamente modificados tengan advertencias o regulaciones adicionales, lo que podría obstaculizar el progreso y aceptación de la tecnología por parte de los agricultores.
Sin embargo, una vez que esto ocurra, es probable que la edición genética se use menos para el bien de la humanidad y más para crear mayores ganancias, tal como la modificación genética que tiene el objetivo de aumentar el tamaño de las camadas.
¿Cuáles son las consecuencias de consumir productos genéticamente modificados?
Los alimentos producidos por medio de la modificación de los genes no están sujetos a la regulación del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) —aunque un comité asesor recomendó que los productos genéticamente modificados no pueden etiquetarse como orgánicos— ni de otras agencias reguladoras.
De hecho, en marzo de 2018, el USDA emitió una declaración en la que señaló que no regularía los cultivos modificados por medio de la edición de genes CRISPR, al destacar que: "Con este enfoque, el USDA tiene el objetivo de permitir la innovación cuando no haya ningún riesgo presente".
La edición de genes, con sus laxas regulaciones, accesibilidad y rápidos resultados, ha sido denominada como la próxima "revolución alimentaria", al menos para los alimentos vegetales, pero no está claro si ocurrirá lo mismo con los animales.
En los Estados Unidos se ha propuesto que los alimentos genéticamente modificados tampoco necesitan ser etiquetados, pero la Unión Europea dictaminó que se deben regular al igual que los organismos transgénicos (GMO, por sus siglas en inglés).
Jaydee Hanson, analista del grupo de defensa del Centro para la Seguridad Alimentaria, dijo para National Geographic que esto podría estar más cerca de la realidad. "Este es el nuevo tipo de ingeniería genética, ya sea que se le llame transgénica [GMO] o no, debería estar debidamente regulada. No estamos diciendo que deba detenerse—sino que tenemos que saber lo que se está haciendo".
En cuanto a las posibles consecuencias de consumir alimentos genéticamente modificados, nadie las conoce.
En una entrevista con GM Watch, Michael Antoniou, un genetista molecular con sede en Londres, explicó que podrían producirse cambios significativos debido a la edición genética, tanto en contextos médicos como agrícolas y que es necesario llevar a cabo estudios de seguridad y toxicidad a largo plazo. Explicó:
"Muchas de las mutaciones inintencionadas que fueron inducidas por la edición del genoma, así como las incitadas por el cultivo de tejidos, sin duda serán benignas respecto a los efectos sobre la función del gen. Sin embargo, muchas no serán buenas y sus efectos pueden llegar hasta el producto final comercializado, ya sea vegetal o animal…
Por lo tanto, no solo es necesario llevar a cabo la secuenciación de todo el genoma para identificar todas las mutaciones inintencionadas, que son el resultado de la edición de genes CRISPR, sino que también es esencial determinar los efectos de estos cambios no intencionados en los patrones globales de la función de los genes.
...Además, es importante reconocer que la modificación específica en un determinado gen también podría tener efectos indeseados.
Por ejemplo, la interrupción o modificación total de una función enzimática puede provocar reacciones secundarias bioquímicas inesperadas o impredecibles que pueden alterar significativamente la composición de un organismo, como un cultivo alimentario.
Las alteraciones de la composición en los productos alimenticios, producidas con técnicas de edición del genoma no serán completamente reveladas por los métodos de perfilado molecular debido a las actuales limitaciones inherentes de estas técnicas.
Por lo tanto, aún es necesario realizar estudios de toxicidad a largo plazo en sistemas de modelos de animales establecidos. A falta de estos análisis, afirmar que la edición del genoma es precisa y predecible es un acto de fe y no una declaración científica".
Es posible que la edición genética no sea tan precisa como parece
Los investigadores del Instituto Wellcome Sanger del Reino Unido estudiaron sistemáticamente las mutaciones de CRISPR-Cas9 en células de ratones y humanos, enfocándose en el lugar específico de la modificación del gen. Se observaron modificaciones genéticas importantes, que incluyeron supresiones e inserciones en el ADN, las cuales se detectaron cerca del área objetivo.
Sin embargo, estaban lo suficientemente lejos, como para que las pruebas estándar para detectar daños en el ADN asociados con la edición genética CRISPR los pasaran por alto. Las supresiones en el ADN podrían terminar por activar genes que deberían mantenerse "desactivados", como los genes causantes de cáncer, así como silenciar aquellos que deberían estar "activos".
CRISPR-Cas9 también conduce a la activación del gen p53, que trabaja para reparar la ruptura del ADN o eliminar la célula editada con CRISPR. Por esa razón, la tecnología CRISPR en realidad tiene una baja tasa de eficacia, y cuando las células editadas con CRISPR sobreviven son capaces de hacerlo debido a una disfunción en el gen p53.
El problema es que la disfunción del p53 también está relacionada con el cáncer (incluyendo cerca de la mitad de los casos de cáncer colorrectal y de ovario, al igual que una parte considerable de los cánceres de pulmón, páncreas, estómago, mama y hígado).
En un estudio reciente, los investigadores lograron aumentar a más del 80 % la eficacia promedio de esa inserción o supresión, sin embargo, eso fue el resultado de una disfunción del gen p53, lo que significaría que las células podrían estar predispuestas al cáncer. El hecho es que aunque estas nuevas tecnologías son fascinantes y tienen un gran potencial para cambiar el mundo, son muy experimentales y sus riesgos son graves.
En 2018, He Jiankui, un científico chino, afirmó haber creado los primeros bebés genéticamente modificados del mundo. Aunque sus afirmaciones no se han investigado, Jiankui dice haber modificado el ADN de embriones humanos durante la fertilización in vitro al deshabilitar un gen llamado CCR5, que podría hacer que los bebés sean resistentes a la infección del VIH.
Si en los Estados Unidos no es bien aceptado el salmón modificado, ¿por qué querrían 'carne editada'?
En los Estados Unidos, la opinión pública negativa ha sido fundamental para mantener el pescado transgénico fuera del mercado. En 2013, una encuesta del The New York Times reveló que el 75 % de los encuestados no comería pescado transgénico y el 93 % dijo que tales alimentos deberían ser etiquetados como lo que son.
El argumento de los alimentos genéticamente modificados ha sido que de alguna manera son más naturales que los alimentos transgénicos, ya que no se les implantan genes ajenos, sino que solo se hacen modificaciones en el ADN ya existente. Pero ¿la carne de un cerdo mutante, con músculos y vértebras adicionales, en realidad es lo mismo que la carne de un cerdo salvaje?
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos propuso clasificar como medicamentos a los animales con ADN editado o diseñado, lo que provocó una reacción negativa de la industria de la biotecnología, pero el hecho es que cuando se trata de alimentos provenientes de animales genéticamente editados nos enfrentamos a un mundo completamente nuevo y los consumidores merecen saber lo que están comiendo.
Solo así se puede tomar una decisión informada sobre consumir o no alimentos genéticamente modificados o GE. Sin embargo, sin una etiqueta, si dichos alimentos llegan a comercializarse, se mezclarán en el suministro de alimentos con consecuencias desconocidas, tal como ya ocurrió con los alimentos transgénicos en el pasado.
Además, dado que las alteraciones genéticas son permanentes y pueden transmitirse a las nuevas generaciones, en caso de que los rasgos alterados entren en los ecosistemas circundantes la tecnología provocará consecuencias duraderas para el medioambiente y el mundo natural.
Aunque sin duda se explorarán estos avances en la tecnología, el proceso debe hacerse con mucha cautela y total transparencia para los consumidores.