Ya sea que esté a favor o en contra de cualquier tipo de vacuna, es difícil ignorar que durante la pandemia de COVID-19, se realizaron cambios radicales en la forma de desarrollar, autorizar y regular las vacunas. Y algunos investigadores quieren llevar las vacunas a otro nivel, al desarrollar un nuevo tipo de vacuna que se autopropague a través del medio ambiente.
Desde que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia a principios de 2020, se convenció a los legisladores federales y estatales para crear una respuesta pandémica en torno a un solo producto biológico experimental, que ha generado miles de millones de dólares en ganancias para las compañías farmacéuticas, que por cierto no se hacen responsables de su producto.
Cuando las compañías farmacéuticas anunciaron que trabajaban en una vacuna contra el COVID-19, los médicos, científicos, investigadores y otros expertos advirtieron sobre los antecedentes problemáticos de las vacunas contra el coronavirus y su tendencia a producir una mejora dependiente de anticuerpos, lo que podría hacer que las personas vacunadas sean más susceptibles a la infección por el SARS-CoV-2 o sus variantes.
Después, un estudio encontró que la variante sudafricana del SARS-CoV-2 que para abril de 2021 representaba alrededor del 1 % de los casos de COVID-19 en Israel, afecta en mayor medida a las personas que recibieron la vacuna de ARNm de Pfizer. Para garantizar que se vacunen más personas, sin importar las consecuencias, se planea crear pasaportes de vacunación en todo el mundo, incluyendo los Estados Unidos.
Como lo informó el político y médico estadounidense Ron Paul en su Reporte Liberty que se transmitió en vivo el 29 de marzo de 2021, la Administración de Biden está “considerando seriamente establecer algún tipo de sistema federal de pasaportes de vacunación, donde los estadounidenses que no puedan (o no quieran) demostrarle al gobierno que recibieron esta vacuna experimental se considerarán de manera legal como ciudadanos de segunda”.
Paul advierte que este sistema "se transformará rápidamente en una copia del sistema de 'crédito social' de China, donde los comportamientos indeseables se castigan con mano dura". Durante meses, he dicho lo mismo y hay muchas razones para sospechar que muy pronto podría volverse una realidad.
Y el nuevo experimento que quieren hacer es crear que una vacuna se propague de forma automática entre los humanos y la vida silvestre. Al utilizar esta tecnología, que según los investigadores ya existe, el gobierno quiere pisotear aún más sus derechos civiles.
Esta prevención será peor que la enfermedad o la cura
Los titulares decían: "las vacunas del futuro podrían ser tan contagiosas como los virus" y "la cura del COVID-19: científicos planean desarrollar una vacuna de autopropagación contra el coronavirus'". Scott Nuismer y James Bull, autores de un artículo en Nature en el que piden "vacunas de autopropagación para suprimir las zoonosis", le dijeron a un reportero de New Scientist, "más vale prevenir que lamentar, por lo que deberíamos comenzar a utilizar técnicas genéticas para detener la propagación de las enfermedades animales peligrosas a los humanos antes de que sucedan".
Algunos científicos solicitan públicamente que las vacunas de auto-diseminación (autopropagación) propaguen la protección contra enfermedades infecciosas que comienzan en los animales salvajes y se contagian a los humanos. Citan enfermedades como el SARS, MERS y COVID-19, este programa de vacunación sería un enfoque complementario para reducir o eliminar la prevalencia del agente infeccioso dentro de las comunidades de vida silvestre.
Como argumento, citan el ejemplo de los programas de vacunación contra la rabia que han reducido de manera significativa la transmisión de rabia en los Estados Unidos y Europa y, además, los comparan con el hecho que la rabia aún afecta a las personas que viven en África y Asia, donde el costo por vacunar a los carnívoros salvajes evita que los países alcancen un nivel suficiente de inmunidad.
Al parecer, la solución es crear una vacuna de autopropagación que representa un cambio radical en el desarrollo y producción de vacunas. La idea es insertar una pequeña pieza de material genético en otro virus que ya se propaga dentro de la comunidad animal, lo que inmunizará a los animales que adquieren el nuevo virus.
Esta tecnología se ha utilizado en ensayos de campo en conejos salvajes para protegerlos de una fiebre hemorrágica viral y en la actualidad, los investigadores investigan prototipos para los virus del Ébola y Lassa.
Su pretexto es la prevención, al decir que evitaría todos los costos que implica encontrar una cura para el COVID-19, pero lo peor de todo es que ya existen protocolos de tratamiento económicos para el COVID-19. El problema es que son económicas y no generan las ganancias que desean.
Los artículos de opinión comienzan al mencionar la eficacia de los programas actuales de vacunación contra la viruela, la rubéola, el tétanos y el sarampión. lo que no dicen es que esos programas de vacunación son muy diferentes a los experimentos genéticos que proponen. La idea es:
“… evitar la propagación del VIH y otras enfermedades contagiosas e inmunizar a las personas que de lo contrario no estarían protegidas. Además, esta estrategia sería más económica que aplicar una vacuna a persona por persona".
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Las vacunas de autopropagación son una bomba de tiempo
Pero este tipo de vacunas tienen un inconveniente, una vacuna viva puede mutar a una forma virulenta, lo que incrementa el riesgo de la enfermedad para la que se desarrolló la vacuna en primer lugar, lo que sucedió con la vacuna antipoliomielítica oral.
Aunque al diseñarla no se tuvo la intención de que transmitiera el virus de la polio derivado de la vacuna, existe una versión de la vacuna oral contra la polio que se propaga brevemente a otras personas. La cepa de poliomielitis que se erradicó en la naturaleza pudo mutar a una forma virulenta.
Después, la Organización Mundial de la Salud cambió la vacuna oral contra la polio, pero también restó importancia a los problemas de la propagación de poliovirus derivados de la vacuna, al señalar que la cepa podría detenerse rápidamente al inmunizar "a todos los niños varias veces con la vacuna oral para detener la transmisión de la polio, sin importar el origen del virus".
Dado que en algunos países todavía se utiliza la vacuna oral contra la poliomielitis, en la actualidad las cifras de infecciones por poliomielitis derivadas de la vacuna superan por mucho las cifras de casos naturales. Y según un reporte de NPR, a finales de octubre de 2020 se habían registrado 200 casos de polio salvaje y 600 casos derivados de vacunas.
En el caso de las vacunas de autopropagación, la probabilidad de que una vacuna transmisible diseñada de manera intencional mute a una forma más virulenta es mayor que con las vacunas regulares, ya que podría replicarse varias veces antes de morir. Los científicos creen que alterar la vacuna transmisible para debilitarla tal vez no elimine la enfermedad, pero podría reducir el riesgo de que el virus se revierta, lo que requeriría que menos personas se administren la vacuna de forma directa.
Nuismer sugiere que el uso de virus benignos para transportar el material genético podría ser muy útil, por ejemplo, el citomegalovirus (CMV), que es común en humanos y mamíferos, por lo general no produce síntomas. Si se inyectara material genético en el CMV, la vacuna solo perdería eficacia si el CMV revertiera.
Pero dado que el CMV se propaga fácilmente y hasta el 80 % de los adultos en los Estados Unidos ya se han infectado antes de los 40 años, es posible que su uso como vector no funcione. Los investigadores también investigan una vacuna transmisible contra el VIH para personas infectadas, la "vacuna" actuaría como un parásito dentro de una célula infectada.
Se espera que estas partículas de interferencia terapéutica (TIP) reduzcan el nivel de virus circulante, prevengan la propagación del VIH y retrasen la progresión al SIDA. Sin embargo, incluso los investigadores que intentan desarrollar una vacuna de este tipo reconocen que existe el riesgo de consecuencias graves.
Por ejemplo, dado que las TIP pueden replicarse, también pueden evolucionar, que es otra forma de decir que puede desarrollar una variante mutante que podría volverse incontrolable. Si las TIP volvieran a convertirse en VIH, los investigadores piensan que podría infectar a la persona que ya portaba el virus.
Pero debido a que las TIP pueden transmitirse, pueden contagiar a personas sin VIH. En el desarrollo inicial, las TIP no pueden replicarse en el cuerpo sin el VIH, sin embargo, después de varias generaciones de replicación y posible reversión ¿cree que valga la pena correr ese riesgo?
A los científicos no les importa el consentimiento informado
Dejando de lado los riesgos para la salud, es importante considerar que los científicos y expertos que proponen el uso de este tipo de vacunas se están pasando por encima de su derecho al consentimiento informado. Esta es una ley federal que dice que usted tiene derecho a recibir información sobre el tratamiento que recibe para que pueda tomar una decisión bien informada sobre su atención médica.
Así que los médicos tienen obligación ética y legal de revelar los riesgos y beneficios de los tratamientos médicos antes de que un paciente los reciba. Para cumplir con la norma legal, todas las personas en los Estados Unidos y en todo el mundo, tendrían que dar su consentimiento informado antes de que se libere una vacuna de autopropagación.
Este tipo de violación a sus derechos civiles ya ocurrió con los ensayos con humanos de la vacuna contra el COVID. Si consideramos la velocidad sin precedentes con la que se desarrollaron y lanzaron estas vacunas, no es posible proporcionarles a los participantes en los estudios, ni a las personas que reciben la vacuna, una lista completa de los riesgos potenciales.
Uno de los riesgos graves y que los investigadores y los médicos conocen es la mejora dependiente de anticuerpos (ADE). Cualquiera que reciba este procedimiento genético experimental debería saber sobre el riesgo de empeorar la misma enfermedad que están tratando de evitar.
A pesar que, en octubre de 2020, los investigadores recomendaron que se debería informar sobre este riesgo, no formaba parte de la divulgación del consentimiento informado. Los investigadores de International Journal of Clinical Practic escribieron:
“Los protocolos de los ensayos clínicos y los formularios de consentimiento de los ensayos actuales de la vacuna contra el COVID-19 presentan este riesgo de (ADE) de una forma que es poco probable que los pacientes puedan entender, lo que podría significar que los participantes de estos ensayos no están bien informados”.
Esto es algo muy grave. Y a menos que alguien exija una explicación y vigile muy de cerca a los investigadores, las compañías farmacéuticas y las agencias gubernamentales, seguirán violando nuestros derechos civiles hasta que ya no nos quede nada.
Cómo las grandes farmacéuticas se niegan a perder $50 millones de dólares al año
Nusimer estima que los ahorros de costos de una vacuna transmisible podrían ser de hasta $ 50 millones al año. Dijo: "se ahorraría una cantidad desorbitante de dinero, incluso con una vacuna débilmente transmisible".
Sin embargo, ese número está muy por debajo de todo el dinero que perderían las compañías farmacéuticas. Por ejemplo, si la vacuna contra la gripe fuera transmisible, se perderían los $ 3 mil millones al año que obtienen al aplicar su vacuna con una efectividad general del 30 %.
En febrero de 2021, Pfizer estimó que su vacuna contra el COVID-19 tenía un valor de $ 15 mil millones y sería el "segundo medicamento con mayor generación de ingresos en cualquier momento y en cualquier lugar", mientras que la vacuna contra el COVID de AstraZeneca recaudó $ 275 millones en el primer trimestre de 2021, a pesar de ser una de las más controversiales de las cuatro que lanzaron bajo una autorización de uso de emergencia.
Y como se reportó ante el Sistema para Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas, hay miles de personas que han reportado lesiones y muertes por las vacunas y es probable que cientos de miles de personas no hayan presentado su reporte. De hecho, la vacuna de Johnson & Johnson se pausó para enseñarle a los médicos cómo reportar las lesiones por vacunas. Como dijo la Dra. Anne Schuchat, subdirectora principal de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades:
“… un componente clave de por qué estamos en esta pausa es para que podamos educar a los médicos sobre cómo diagnosticar y tratar este problema de salud, ya que el tratamiento habitual podría empeorar las cosas … pero también para darlo a conocer, porque no sabemos si hemos pasado por alto algunos casos, si el riesgo en realidad es de 1 en un millón o quizás más que eso".
Desde entonces, se levantó la pausa y se reanudó la vacunación con la vacuna contra el COVID de Johnson & Johnson en los Estados Unidos, pero ya que hablamos de esto, es muy importante recordar que, en el caso de las vacunas de virus transmisible, una vez que se lanza no se puede ni pausar, ni retirar. Cualquier variante o mutación que cause daños devastadores, invalidez y muerte será irreparable, así que el costo financiero y el costo en vidas humanas podría alcanzar niveles apocalípticos.
El COVID-19 utiliza un veneno metabólico para unirse a células humanas
A finales de 2020, otro grupo de investigadores de la Universidad de Bristol reveló que habían descubierto información innovadora de que el virus tenía una bolsa en la superficie en la que esperaban poder inyectar medicamentos antivirales. El virus utiliza ácido linoleico (AL) para adherirse a las células humanas y luego comienza a replicarse.
Según la investigación de laboratorio original, el ácido linoleico estabiliza la proteína spike de SARS-CoV-2 bloqueado en la célula y eso reduce la interacción de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2). Uno de los investigadores principales dijo:
"Quedamos desconcertados con nuestro descubrimiento y sus implicaciones. Así que aquí tenemos el AL, una molécula que está en el centro de esas funciones que se descontrolan en los pacientes con COVID-19, lo que tiene consecuencias terribles. Según nuestros datos, el virus provoca todo este caos, agarra y se aferra a esta molécula, lo que desarma gran parte de las defensas del cuerpo.
Nuestro descubrimiento revela una relación directa entre el AL, las manifestaciones patológicas del COVID-19 y el virus en sí. Pero ahora la pregunta es ¿cómo utilizar este nuevo conocimiento para combatir el virus y acabar con la pandemia?"
Creo que el AL contribuye con casi todas las enfermedades crónicas del siglo pasado. En diciembre de 2020, entrevisté a Tucker Goodrich y hablamos sobre los beneficios de evitar las grasas omega-6 como un componente clave para una buena salud. Pero, sobre todo, las grasas omega-6 que se encuentran en los aceites vegetales y el pollo criado de forma convencional, que se alimentan con granos ricos en AL.
El ácido linoleico representa hasta el 80 % de todas las grasas omega-6, que según la investigación que cita Goodrich constituye casi el 20 % de toda la energía en una dieta occidental. Como señaló Goodrich, los niveles de ácido linoleico en la dieta se relacionan con un mayor potencial de cáncer, obesidad, enfermedades cardíacas e incluso quemaduras solares.
Y la evidencia sugiere que el AL influye en la gravedad de la enfermedad por COVID-19, ya que ayuda a que el virus se adhiera a las células humanas, lo que le da la oportunidad de replicarse y crecer. En mi artículo, "El ácido linoleico podría dañar su salud" encontrará la entrevista y más información sobre los daños que causa consumir AL.