Por el Dr. Mercola
La Academia Americana de Pediatría (AAP), un grupo de más de 65 000 pediatras en los Estados Unidos, les han solicitado a los padres evitar que sus hijos se expongan a aditivos alimenticios químicos, así como a sustancias químicas plásticas peligrosas que se filtran en los alimentos, al advertir que estas sustancias químicas podrían dañar la salud de sus hijos en los siguientes años.1 Algunos ejemplos de estas sustancias químicas son los ftalatos, nitratos y bisfenoles.2
Los resultados de investigaciones previas ocasionaron que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estudiara y luego publicara un informe conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente,3 en el que sugería que podría requerirse una prohibición sobre las sustancias químicas disruptoras endocrinas para proteger la salud de las generaciones futuras.
Su investigación fue una continuación de estudios anteriores, pero hasta el momento es una de las más completas sobre sustancias químicas disruptoras endocrinas.
El informe destaca una amplia variedad de problemas, incluyendo testículos no descendidos, cáncer de mama, próstata y tiroides, defectos en el sistema nervioso y desarrollo del trastorno por déficit de atención y trastorno por déficit de atención e hiperactividad en niños expuestos a sustancias químicas comunes que se encuentran en plásticos y aditivos alimenticios.4
Los ftalatos se utilizan ampliamente para que los plásticos adquieran mayor duración y flexibilidad, como en las cortinas para la regadera, envases de alimentos y guantes de vinilo. También, se encuentran en productos de limpieza para el hogar, cosméticos y productos para el cuidado personal.
Si bien, se utilizan para aumentar la durabilidad, no están tan unidos al producto y podrían filtrarse debido al calor y desgaste. En una declaración normativa, la AAP expresó preocupaciones relacionadas con:5
"[E]l uso de colorantes, aromatizantes y sustancias químicas añadidas deliberadamente en los alimentos durante su procesamiento (aditivos alimenticios directos), así como sustancias en los materiales que entraban en contacto con los alimentos, incluyendo adhesivos, cables, revestimientos, papel, cartón, plástico y otros polímeros que podrían contaminar los alimentos por ser parte de las piezas del empaque o elaboración..."
La AAP hace un llamado para disminuir la exposición a sustancias químicas
Hoy en día, en los Estados Unidos está permitido agregar de manera directa o indirecta la alarmante cantidad de 10 000 sustancias químicas en los alimentos y materiales que entran en contacto con estos.
El gobierno federal ha protegido la aplicación de muchas de estas sustancias por medio de la Enmienda de Aditivos Alimenticios de 1958 en la Ley Federal de Alimentos, Medicamentos y Productos Cosméticos de 1938.
Se estima que 1 000 de estas sustancias se utilizan bajo la designación de, "generalmente reconocida como segura" (GRAS, por sus siglas en inglés), sin la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos.
La enmienda de 1958 fue diseñada para proporcionar directrices específicas para los aditivos alimenticios que requieren una revisión formal de la agencia y un proceso abierto de elaboración de normas para nuevas sustancias químicas.6
A pesar de ese contexto, existen importantes vacíos en los datos sobre los posibles efectos de los aditivos alimenticios en la salud. De hecho, una evaluación realizada en casi 4 000 aditivos agregados intencionalmente en alimentos reveló que el 80 % carecía de suficiente información para determinar cuál era la porción alimenticia segura y solo el 6.7 % proveía datos de toxicidad reproductiva.7
Las sustancias químicas añadidas bajo la denominación GRAS están sujetas a la aprobación de la FDA, a menos que sean reconocidas en general por "expertos cualificados que hayan demostrado de forma adecuada que eran seguras en las condiciones de uso previstas".8
Sin embargo, la Academia no cree que esto proteja la seguridad de los niños y exhorta al gobierno a revisar el proceso, hacerlo más transparente y exigir pruebas adicionales de toxicidad antes de que las sustancias químicas puedan emplearse en los alimentos.
Algunas de las recomendaciones podrían requerir medidas del Congreso ya que actualmente la FDA no tiene la autoridad para revisar los datos existentes o volver a comprobar la seguridad en los aditivos alimenticios. El Dr. Leonardo Trasande, miembro del Consejo de la AAP sobre Salud Ambiental y autor principal de la declaración normativa, comentó en un comunicado de prensa:9
"Hay deficiencias críticas en el actual proceso regulatorio de aditivos alimenticios, que impiden garantizar que todas las sustancias químicas agregadas en los alimentos sean lo suficientemente seguras para estar presentes en la alimentación de una familia.
Como pediatras, estamos especialmente preocupados por los vacíos significativos en los datos sobre los efectos de muchas de estas sustancias químicas en la salud de bebés y niños".
Los expertos temen que estas sustancias químicas produzcan diversos efectos secundarios en los seres humanos, como disfunción metabólica, problemas tiroideos u otros trastornos endocrinos, deterioro en el desarrollo cerebral, mayor riesgo de obesidad y menor peso al nacer.10
Trasande considera que las hormonas sintéticas alteran la forma en que se procesan las calorías y, finalmente, cómo son convertidas, lo que contribuye a la disfunción metabólica.
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Es probable que los alimentos o envases contengan sustancias químicas
La AAP aborda algunos de los aditivos añadidos directamente en los alimentos, o aditivos indirectos, incluyendo las sustancias químicas plásticas, tintes, productos de papel, pegamento y diferentes tipos de revestimiento utilizados en el procesamiento y envasado de alimentos.
Trasande comentó que el costo anual estimado por servicios de atención para la salud relacionados con estas sustancias químicas podría ser de aproximadamente US$ 340 mil millones. Por lo que, indicó:11
"Por ejemplo, las sustancias químicas que afectan el sistema endocrino, podrían generar efectos a largo plazo en un niño ya que las hormonas coordinan funciones complejas en todo el cuerpo. Incluso los trastornos pequeños en momentos clave durante el desarrollo, podrían originar consecuencias de por vida".
Las sustancias que la AAP enlista en la categoría de mayor riesgo con base en evidencia de la investigación son:12
Bisfenoles — Las sustancias químicas como el bisfenol-A (BPA) se utilizan para endurecer los plásticos y latas de metal. Actúan como disruptores endocrinos, alteran la fase de pubertad, disminuyen la fertilidad, aumentan la grasa corporal y afectan los sistemas nervioso e inmunológico.13 Aunque está prohibido el uso de BPA en biberones y vasitos de plástico, continua utilizándose en diversos productos fácilmente disponibles.
Debido a la cada vez mayor preocupación relacionada con el uso de BPA, algunas empresas lo han sustituido por otras sustancias químicas similares que no se han analizado y cuya estructura es químicamente similar al BPA, incluyendo al BPS y BPF.14 |
Ftalatos — Estas sustancias químicas se utilizan para fabricar plástico y vinilo, y en la producción industrial de alimentos, con el fin de proporcionarle mayor flexibilidad a los plásticos. Afectan el desarrollo genital masculino,15 aumentan el riesgo de obesidad infantil16 y contribuyen a las enfermedades cardiovasculares.
En 2017, la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor prohibió el uso de ftalatos en productos para el cuidado infantil, tales como anillos de dentición. |
Productos químicos de perfluoroalquilo (PFCs) — Estos se utilizan en envases de alimentos hechos de papel y cartón a prueba de grasa. Estas sustancias químicas pueden disminuir la fertilidad, inmunidad y peso al nacer. Los PFCs también podrían afectar la función tiroidea, que es crítica para el metabolismo, digestión, desarrollo cerebral y fortaleza ósea. |
Perclorato — Esta sustancia química se añade en algunos envases de alimentos secos para controlar la electricidad estática, e interrumpe la función tiroidea y desarrollo cerebral durante los primeros años de vida. |
Nitratos y nitritos — Se utilizan para conservar alimentos y mejorar el color de las carnes curadas y procesadas, podrían afectar la producción de la hormona tiroidea y la capacidad de la sangre para proporcionarle oxígeno a todo el cuerpo. También, se han relacionado con los tipos de cáncer gastrointestinal y del sistema nervioso. |
Colorantes alimenticios artificiales — Por lo general son añadidos en los alimentos de los niños para que sean visualmente más atractivos, los colorantes alimenticios artificiales están relacionados con el agravamiento de los síntomas del trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDA/TDAH). Una gran cantidad de niños que han dejado de consumir colorantes artificial han disminuido sus síntomas de TDA/TDAH. |
Los niños están en mayor riesgo
Trasande, un experto en salud ambiental infantil, considera que los niños podrían ser más susceptibles debido a la dosis de exposición. En relación con su peso corporal, los niños consumen más alimentos que los adultos, kilo por kilo.
Sus sistemas de órganos también son susceptibles a padecer lesiones durante el desarrollo temprano, lo que significa que la exposición crónica podría desencadenar un problema permanente y de por vida.
Casi todas las funciones fisiológicas humanas están basadas en la regulación endocrina, lo que aumenta la preocupación y riesgo potencial de exposición a sustancias químicas que interrumpan el sistema endocrino a una edad temprana.
Por desgracia, como señaló la Dra. Claire McCarthy, pediatra del centro Boston Children's Hospital y profesora asistente en la Facultad de Medicina de Harvard,17 "debido a que la exposición es pequeña y gradual, ni siquiera nos percatamos de que ocurre".
Aunque las personas podrían estar expuestas a la misma cantidad de sustancias tóxicas, la susceptibilidad podría variar en función de su origen genético, sexo, edad, estado nutricional y estatus de salud.18
Los datos demuestran que incluso los bajos niveles de sustancias tóxicas podrían causar daños en los niños, lo que ha causado que la comunidad científica se enfoque en las vulnerabilidades únicas de los niños, en comparación con los adultos.
Según la OMS, más del 30 % de las enfermedades a nivel mundial que ocurren en niños se deben a factores ambientales.19 Dado que el crecimiento y desarrollo es un proceso dinámico, la naturaleza y gravedad de un efecto en la salud ocurre en función de la etapa de desarrollo en la que sucede la exposición.
Por lo tanto, es fácil entender cómo la exposición crónica a sustancias tóxicas en el suministro de alimentos podría crear problemas de salud de por vida.
La obesidad infantil es una preocupación cada vez mayor
A menudo, el bisfenol y los ftalatos son denominados como "sustancias químicas generalizadas",20 y como muchas, se encuentran entre las sustancias más comúnmente utilizadas y casi en el 90 % de las personas analizadas.21 La preocupación general es que estas sustancias químicas alteran el equilibrio hormonal y están relacionadas con la obesidad.
En un estudio,22 los científicos observaron un incremento significativo en los números de obesidad severa en niños entre las edades de 2 a 5 años. La OMS23 ha denominado a la obesidad infantil como "uno de los desafíos de salud pública más serios del siglo XXI [y] un problema que afecta de forma global y constante a muchos países de bajos y medianos ingresos".
De acuerdo con State of Obesity,24 en los Estados Unidos el 91 % de los niños llevan una alimentación deficiente y hacen menos de la mitad de los 60 minutos de actividad física diaria recomendada. Casi dos tercios consumen bebidas endulzadas todos los días y alrededor del 40 % de los estudiantes de preparatoria utilizan algún dispositivo digital durante tres o más horas al día.
Si bien, la tasa de obesidad en los niños es un problema complejo y, las elecciones alimenticias25 así como la actividad desempeñan un rol importante, no se puede ignorar que la exposición a las toxinas ambientales afecta la regulación hormonal.
La Sociedad de Endocrinología, que se especializa en diabetes, obesidad, tiroides y otros sistemas hormonales, publicó una declaración normativa, que indicaba:26
"En 2015, hubo mayor cantidad de evidencia concluyente sobre si, cuándo y cómo los EDCs (sustancias químicas que alteran el sistema endocrino) perturbaban los sistemas endocrinos, incluso en los seres humanos.
Por lo tanto, ahora más que nunca es necesario minimizar las exposiciones futuras, identificar nuevos EDCs a medida que aparezcan y se comprendan los mecanismos subyacentes para desarrollar métodos que permitan intervenciones en casos de alguna enfermedad relacionada con EDCs.
Esto es especialmente importante porque podrían liberarse nuevas sustancias químicas en el mercado sin haber realizado las pruebas de seguridad apropiadas".
La Sociedad de Endocrinología también solicita que se realicen más investigaciones sobre estas sustancias químicas y sus efectos, ya que considera que los reguladores deberían requerir pruebas de los efectos sobre las hormonas humanas, antes de aprobarlas.27
Otro estudio enfocado en el 2.1 % de los niños con obesidad severa entre las edades de 2 a 5 años descubrió que la mayoría provenía de minorías raciales o étnicas, tenía casi el doble de probabilidades de pasar cuatro o más horas al día frente a pantallas electrónicas y no parecía consumir más calorías que sus pares con peso normal.28
¿Cómo podría reducir su exposición a los químicos?
Si consideramos todas las fuentes potenciales de sustancias químicas tóxicas, es virtualmente imposible evitarlas, pero eso no significa que deba sentarse en silencio mientras las corporaciones usan su casa, agua, aire, alimentos y cuerpo como un conveniente vertedero de sustancias químicas.
Sin embargo, hasta que ocurra el cambio a escala global, tendrá que limitar significativamente su exposición al considerar una serie de principios básicos.
Consuma principalmente alimentos enteros, frescos y orgánicos que hayan sido cultivados localmente. Los alimentos procesados y envasados son una fuente común de sustancias químicas, tanto en el producto en sí como en el empaque. Lave bien los alimentos frescos, sobre todo si no fueron cultivados de manera orgánica. |
En vez de comer pescado convencional o de piscicultora, que a menudo está altamente contaminado con PCB y mercurio, consuma suplementos con aceite de kril de alta calidad o salmón silvestre de Alaska, sardinas y anchoas. |
Elija carnes y productos lácteos orgánicos certificados para reducir su exposición a hormonas, pesticidas y fertilizantes. Evite la leche y otros lácteos que contengan la hormona transgénica recombinante de crecimiento bovino (rBGH o rBST). |
Almacene sus alimentos y bebidas en recipientes de vidrio en vez de plástico y evite utilizar envolturas plásticas. |
Compre productos que vengan en botellas o frascos de vidrio en vez de envases de plástico o latas, ya que los químicos se pueden filtrar del plástico (y revestimientos de plástico) hacia el contenido; tenga en mente que por lo general incluso los plásticos "libres de BPA" pueden introducir otras sustancias químicas disruptoras endocrinas que son igual de dañinas que los BPAs. |
Use biberones de vidrio. |
Reemplace sus ollas y sartenes antiadherentes con utensilios de cerámica o vidrio. |
Busque productos fabricados por compañías respetuosas con el medio ambiente, que no experimenten con animales, sean orgánicas certificadas, sustentables y libres de transgénicos. Esto aplica para todo, desde sus alimentos y productos para el cuidado personal hasta materiales de construcción, alfombras, pintura, artículos para bebé, colchones, muebles y más. |
Filtre su agua, tanto para beber como para bañarse. Si solo puede costear uno de los dos, podría ser más importante filtrar el agua para bañarse, ya que la piel absorbe contaminantes con facilidad. Si su agua de grifo está fluorada, tenga en cuenta que no todos los sistemas de filtración eliminan este aditivo tóxico. |
Cuando compre productos nuevos como muebles, colchones o relleno de alfombra, considere la posibilidad de comprar variedades libres de químicos que contengan materiales naturalmente menos inflamables, como cuero, lana, algodón, seda y Kevlar, con el fin de evitar la exposición a los ignífugos tóxicos. |
Evite la ropa, muebles y alfombras resistentes al agua y las manchas para evitar los químicos perfluorados (PFCs). |
Utilice una aspiradora con filtro HEPA para eliminar el polvo contaminado de su hogar. Esta es una de las principales rutas de exposición a los ignífugos químicos. |
Asegúrese de que los juguetes de su bebé no contengan BPAs, como los chupones, anillos para la dentición y cualquier artículo que su hijo pueda succionar o masticar--incluso libros, que a menudo están plastificados. Se recomienda evitar todas las variedades plásticas, sobre todo flexibles. |
Opte por utilizar productos orgánicos para baño, como champú, pasta dental, antitranspirantes y cosméticos. La base de datos29 Skin Deep del EWG puede ayudarle a encontrar productos para el cuidado personal libres de ftalatos y otros químicos potencialmente peligrosos. |
Reemplace su cortina de baño de vinil por una de tela o instale puertas de cristal. |
Utilice productos naturales para la limpieza o elaborelos usted mismo. Evite los productos que contengan 2-butoxietanol (EGBE) y metoxidiglicol (DEGME) – dos éteres de glicol tóxicos que pueden perjudicar la fertilidad y ocasionar daños fetales. |
Busque productos sin aroma. Una fragancia artificial podría contener cientos--incluso miles--de químicos potencialmente tóxicos. Evite los suavizantes de telas y toallitas para la secadora, ya que contienen una mezcla de sustancias químicas y fragancias. |
Reemplace los productos para la higiene femenina (como tampones y toallas sanitarias) con alternativas más seguras. |