He escrito sobre las reiteradas peticiones para que las legislaturas estatales de los Estados Unidos eliminen las exenciones de vacunación por creencias personales y restrinjan las exenciones médicas.
Además, escribí sobre cómo el senador del estado de California Dr. Richard Pan, demócrata de Sacramento, incluso está exhortando al cirujano general de los Estados Unidos a situar las vacunas obligatorias como una de las prioridades de la agenda de salud pública.
Según Pan, “la renuencia injustificada a las vacunas” es una amenaza para la salud pública, ya que impide “la inmunidad colectiva, que protege a nuestros niños y a los más vulnerables”. Cree que las inoculaciones obligatorias, como se hizo durante la Guerra de la Independencia, “protegerían nuestro derecho como ciudadanos a estar libres de enfermedades prevenibles".
Inmunidad y vacunación colectiva
Se refiere a lograr y mantener la llamada "inmunidad colectiva", cuya teoría afirma que una vez que una cierta mayoría de las personas han sido inoculadas, la enfermedad en cuestión ya no puede propagarse y, por lo tanto, todos están protegidos, incluida la pequeña minoría de personas que por cualquier motivo no pueden ser vacunadas.
El problema con este argumento es que no funciona para las vacunas.
Si bien existe la inmunidad colectiva en las poblaciones donde la mayoría ha contraído la enfermedad y, por lo tanto, adquirieron inmunidad de por vida, las vacunas confieren solo una inmunidad temporal, de modo que la inmunidad colectiva no se puede adquirir por completo, incluso si el 100 % de la población está vacunada.
Por ejemplo, el efecto de la vacuna contra el sarampión desaparece después de aproximadamente una década o dos, pero cualquier protección obtenida de otras vacunas también se desvanece con el tiempo.
Si ya es adulto, puede estar casi seguro de que ninguna de las vacunas infantiles que recibió de pequeño lo protege hasta hoy. Además, entre el 2 % y el 10 % de las vacunas resultan en un "fallo primario", lo que significa que quienes reciben la vacuna no obtienen ninguna protección de anticuerpos después de la administración.
Como es lógico, todo esto significa que, a menos que todos vuelvan a recibir las vacunas del programa de vacunación infantil en intervalos regulares, a medida que las personas crecen no es posible lograr la inmunidad colectiva para ninguna de esas vacunas.
De hecho, los expertos en salud ahora recomiendan que los adultos nacidos en o después de 1957 se vuelvan a vacunar contra el sarampión.
Desde el brote de sarampión de Disneylandia de principios del 2015, algunos médicos del sector público están sugiriendo que todos los adultos deben recibir una vacuna de refuerzo contra el sarampión, paperas y rubéola (MMR) porque hasta 1 de cada 10 adultos ya vacunados podrían ser susceptibles al sarampión debido a la disminución de la inmunidad de la vacuna adquirida.
La inmunidad colectiva no funciona para el sarampión
Sin embargo, es muy posible que los adultos que vuelven a recibir la vacuna no adquieran la inmunidad colectiva contra el sarampión. El Dr. Alexander Langmuir es conocido como "el padre de la epidemiología de las enfermedades infecciosas".
En 1949, creó la sección de epidemiología de lo que se convirtió en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos. También dirigió la Unidad de Vigilancia de la Poliomelitis fundada en 1955, luego de que se hicieran públicos los problemas de seguridad de la vacuna contra la enfermedad.
De acuerdo con Langmuir y muchos otros expertos, se suponía que la vacuna contra el sarampión erradicaría esa enfermedad infantil que era común en 1967. Pero, por supuesto, eso no sucedió.
Un estudio realizado en 1994 que analizó la incidencia del sarampión en Ciudad del Cabo, África, indicó que a medida que aumentaba la tasa de vacunación, el sarampión se convertía en una enfermedad en poblaciones donde la mayoría de los niños habían sido vacunados. La cobertura de inmunización fue del 91 % y la eficacia de la vacuna se estimó en 79 %. Según los autores:
“La epidemiología del sarampión cambió en Ciudad del Cabo tal como se evidencia en esta epidemia, con un aumento en el número de casos que ocurren en niños mayores, previamente vacunados. Las posibles razones de esto incluyen tanto el fallo primario como el secundario".
Esta "impactante" sorpresa cuestionó la teoría de que la inmunidad colectiva inducida por la vacunación proveería protección total contra los brotes de sarampión.
Los CDC también han admitido, y los informes en la bibliografía médica han documentado, que los brotes de sarampión se producen tanto en poblaciones escolares con alto nivel de cobertura de vacunación como en poblaciones de adultos vacunados.
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Ejemplos de brotes de sarampión en poblaciones altamente vacunadas
Como un ejemplo de ello está un brote de sarampión que ocurrió en una población militar de 19 a 37 años de edad en Israel en 2017, la cual tenía "alta cobertura de vacunación contra el sarampión", informan los CDC.
Los dos primeros pacientes identificados habían recibido dos dosis de la vacuna contra el sarampión. El paciente cero, un soldado de 21 años, tenía registro de haber recibido tres dosis. De acuerdo con los CDC:
“Todos los pacientes, excepto uno, tenían una alta avidez de la IgG contra el sarampión, que es un indicador previo a la vacunación o previo a la infección.
Debido a que todas las muestras de suero (excepto la del paciente primario) se recolectaron dos o tres días después del inicio de los síntomas, se asumió que la alta avidez de la IgG era resultado de la vacunación precedente de los pacientes.
Si bien se han reportado brotes de sarampión entre las poblaciones vacunadas en todo el mundo, la mayoría de los brotes en Israel han ocurrido en poblaciones no vacunadas o parcialmente vacunadas).
La transmisión de sarampión de una persona vacunada con un fallo secundario previamente reportado también se halló en la ciudad de Nueva York en el año 2011, incluso entre los proveedores de atención médica vacunados, y en las Islas Marshall.
La disminución de la inmunidad inducida por la vacuna es un fenómeno que debe ser atendido…".
Otro ejemplo es un estudio de 2014 realizado en la provincia de Zhejiang en China, que descubrió que las poblaciones que han alcanzado una tasa de vacunación del 99 % contra el sarampión a través de programas de administración obligatoria aún experimentan brotes constantes que exceden con mucho lo esperado por la Organización Mundial de la Salud.
Además, el 93.6 % de los 1 015 participantes en este estudio tuvieron resultados seropositivos para los anticuerpos contra el sarampión, lo que en teoría significa que deberían haber estado protegidos contra la enfermedad.
El umbral de inmunidad colectiva es del 80 % al 95 %, dependiendo de la enfermedad en cuestión (para el sarampión, es de 90 % de 90 %), sin embargo, aun cuando en este caso el 94 % de las personas tenía anticuerpos contra la enfermedad, se produjo un brote, lo que realmente pone en entredicho todo el concepto de la inmunidad colectiva inducida por las vacunas.
Diferencias entre la inmunidad natural y la inmunidad inducida por las vacunas
Reitero, un factor clave a considerar es que las vacunas no brindan inmunidad de por vida. Solo confieren una inmunidad temporal y artificial.
Esto también ha demostrado tener importantes consecuencias generacionales. Los bebés menores de 1 año, que solían estar protegidos durante el primer año de vida al obtener anticuerpos maternos naturales de sus madres que habían tenido sarampión en la infancia y se recuperaron, ahora son susceptibles al sarampión desde el nacimiento.
Esto se debe a que la mayoría de las madres jóvenes han recibido la vacuna y los anticuerpos maternos adquiridos de la vacuna contra el sarampión son mucho menos protectores que los anticuerpos que se obtienen de forma natural. Para entender por qué ocurre esto, debe comprender un poco cómo funciona su sistema inmunológico.
En su cuerpo hay dos sistemas que combaten las enfermedades. Uno es el sistema innato que siempre está listo para funcionar y el otro es la inmunidad adaptativa. El brazo adaptativo consiste en Th1 y Th2. Ambos son necesarios, pero el Th1 se conoce comúnmente como la parte mediada por células, y el Th2 como el brazo humoral o de anticuerpos.
La mayoría de las vacunas prefieren estimular la Th2 o parte humoral del sistema inmunológico. Los anticuerpos medidos podrían reflejar alguna forma de inmunidad, pero no es una correlación perfecta, como se observa en pacientes recuperados que permanecen inmunes al sarampión sin producir ningún anticuerpo.
El beneficio de medir únicamente la inmunidad humoral como forma de evaluar la efectividad de la vacuna es que es fácil hacerlo al extraer muestras de sangre.
Si hay anticuerpos específicos inducidos por la vacuna, se deduce que la persona es inmune a esa infección y está protegida. La gran importancia y efectividad del sistema inmunitario innato y Th1 puede demostrarse en personas que genéticamente no pueden producir anticuerpos. Esto se llama agammaglobulinemia.
Cuando los participantes con esta afección se expusieron al sarampión, se recuperaron con el mismo éxito que los que podían producir anticuerpos normales. También estaban protegidos al volver a exponerse a la enfermedad más adelante en la vida.
Este descubrimiento ocurrió en la década de 1960, cuando los programas de vacunación contra el sarampión se pusieron en marcha, y demuestra que la producción de anticuerpos no es necesaria para recuperarse de forma natural de la afección.
Otra investigación publicada en 2011 demostró que la inmunidad mediada por anticuerpos no es necesaria para neutralizar virus como el de la estomatitis vesicular (VSV, por sus siglas en inglés), lo que cuestiona nuevamente la idea de que las elevaciones en los títulos de anticuerpos inducidos por la vacuna son necesarias para generar inmunidad contra todas las enfermedades infecciosas.
La infección retardada multiplica el riesgo
La incapacidad de lograr la inmunidad colectiva real contra muchas enfermedades infecciosas dista mucho de ser el único problema.
El uso de "análisis matemáticos para explorar cómo las prácticas de vacunación de la era moderna han cambiado los riesgos de consecuencias graves en algunas infecciones al modificar el panorama de la transmisión de la enfermedad", los investigadores encontraron que, al retrasar la edad de la infección por medio de las vacunas, los riesgos para la salud aumentan exponencialmente.
Según este estudio del Lancet Infectious Diseases, se encontró que:
“Los resultados negativos son 4.5 veces peores para el sarampión, 2.2 veces peores para la varicela y 5.8 veces peores para la rubéola de lo que se esperaba en una era previa a la vacuna en la que la edad promedio de infección hubiera sido inferior”.
Los investigadores señalan que al hacer más inusual la enfermedad, también aumenta la gravedad pronosticada cuando surge la afección. Ahora bien, la advertencia emitida en este documento es que "permanecer sin vacunarse en una comunidad predominantemente protegida por la vacuna expone a los niños a las consecuencias más graves posibles".
Lo que no se aborda es el hecho de que las vacunas rutinarias aumentan la gravedad de la enfermedad que al parecer no se puede detener, ya que todavía hay brotes en lugares donde las tasas de vacunación son lo suficientemente altas para establecer la inmunidad colectiva.
La vacuna DTaP aumenta la susceptibilidad a la tos ferina
Otro problema más es que la vacunación puede aumentar su susceptibilidad a la misma enfermedad que previene u otra afección viral. Lo hemos observado con la vacuna contra la influenza, la cual parece aumentar el riesgo de contraer otras infecciones respiratorias o una infección por influenza más grave, así como con la vacuna contra la pertussis (tos ferina).
Como se detalla en un estudio publicado en la edición de febrero de 2019 del Journal of Pediatric Infectious Diseases Society:
“Las primeras vacunas contra la difteria, tétanos y tos ferina (DTaP) se desarrollaron en Japón... Más tarde, se desarrollaron las vacunas DTaP en el mundo occidental y en los años noventa se realizaron ensayos para evaluar su eficacia definitiva.
Todas estas fueron menos reactogénicas que las vacunas DTwP [difteria, toxoide tetánico, pertussis de célula completa] y, a pesar de que su eficacia fue menor que la de las vacunas DTwP, se aprobaron en los Estados Unidos y en muchos otros países.
En 1997, las vacunas DTaP reemplazaron a las vacunas DTwP en los Estados Unidos.
En los últimos 13 años, se han producido epidemias importantes de tos ferina en los Estados Unidos, y varios estudios han demostrado las deficiencias de las vacunas DTaP, incluida la pequeña cantidad de antígenos que contienen y el tipo de respuesta de inmunidad celular que provocan.
El tipo de inmunidad celular, sobre todo una respuesta T2, tiene como resultado una menor eficacia y duración de la protección. Debido a la pequeña cantidad de antígenos... se produce la supresión relacionada con el epítopo.
Debido a esta supresión, todos los niños que recibieron las vacunas DTaP serán más susceptibles a la tos ferina a lo largo de su vida, y no hay una manera fácil de disminuir este aumento en la susceptibilidad de por vida".
La información más importante se encuentra al final, así que permítame reiterarla: Los niños que reciben la vacuna DTaP son más susceptibles a la tos ferina; este aumento en la susceptibilidad perdura a lo largo de sus vidas y no hay nada que hacer al respecto.
A pesar de esta información, las autoridades sanitarias fingen sorprenderse cuando se producen brotes y continúan culpando a la "renuencia a las vacunas" provocada por la desinformación.
Es posible que haya escuchado que la tos ferina "altamente contagiosa" se está propagando entre los estudiantes adolescentes en los dos campus de la Escuela Harvard-Westlake en el Condado de Los Angeles en California.
A partir del 27 de febrero, 30 estudiantes han enfermado. Lo que es importante destacar es que todos los estudiantes que contrajeron la enfermedad estaban vacunados. Los funcionarios de la escuela admiten que solo 18 de los 1 600 estudiantes en todo el sistema escolar tienen exenciones para no recibir la vacuna contra la tos ferina, y ninguno de esos 18 está enfermo.
Parte de los brotes de sarampión se pueden atribuir a reacciones a las vacunas
Entonces ¿en realidad hay un rápido aumento en el desarrollo de enfermedades que se pueden prevenir? ¿O los fallos vacunales se han vuelto más predominantes y las reacciones a la vacuna son más evidentes?
Regresando al tema del sarampión por un momento, un artículo reciente en el Journal of Clinical Microbiology describe una nueva tecnología desarrollada para "distinguir rápidamente entre los casos de sarampión y las reacciones a las vacunas con el fin de evitar medidas innecesarias en respuesta a los brotes, tales como el aislamiento e investigación de personas contagiadas".
Según este artículo:
“Durante el brote de sarampión de 2015 en California, una gran cantidad de presuntos casos se presentaron en personas que recientemente habían recibido la vacuna. De las 194 secuencias del virus de sarampión que se obtuvieron en los Estados Unidos en el año 2015, 73 se identificaron como secuencias de las vacunas”.
Es decir, cerca del 38 % de los presuntos casos del brote de sarampión de Disneylandia en California del año 2015 en realidad estaban relacionados con la vacuna y no fueron causados por la transmisión del virus natural de sarampión.
Es posible que haya notado que cada vez que ocurre un brote de sarampión, siempre se le atribuye a quienes no están vacunados. Sin embargo, algunos de los afectados en realidad podrían enfermarse a causa del virus de la vacuna contra el sarampión.
Medidas enérgicas contra la "desinformación" sobre la vacunación
Como lo comenté en un artículo sobre las vacunas de la semana pasada, las redes sociales están repletas de informes sobre cómo plataformas tecnológicas como Google, Facebook, Instagram, Pinterest, YouTube e incluso Amazon alimentan el miedo "antivacunas" y difunden información errónea (o no hacen nada para evitar la difusión de material relacionado con la seguridad de las vacunas entre los usuarios).
Pinterest ya reaccionó ante la petición de censura y comenzó a bloquear todas las búsquedas sobre vacunación.
Es difícil expresar lo perjudicial que es esta censura para la salud pública, y cuáles serán las consecuencias si todas estas plataformas implementan tácticas de censura para evitar el acceso a información sobre la seguridad de las vacunas (o más bien la falta de ella).
Es especialmente molesto cuando las autoridades de salud, incluido el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), hacen declaraciones que contradicen por completo los hechos comprobados.
De acuerdo con Merck y los CDC, la vacuna MMR puede causar inflamación cerebral
Fisher continúa presentando evidencia de por qué Fauci y Messonnier están equivocados, y en realidad han presentado información falsa ante el Congreso.
Para empezar, las instrucciones que se incluyen en el embalaje de la vacuna contra la MMR, las cuales son publicadas por Merck, afirman que "se ha reportado encefalitis y encefalopatía aproximadamente una vez en cada 3 millones de dosis de M-M-R II o de la vacuna contra el sarampión, paperas y rubéola".
La declaración informativa sobre la vacuna que los médicos están obligados a proporcionar a los padres de familia antes de administrarle una vacuna recomendada por los CDC a sus hijos, indica que los efectos adversos "graves" de las vacunas MMR y MMRV incluyen "sordera; convulsiones a largo plazo, coma, menor conciencia y daño cerebral".
Uno de los efectos adversos "moderados" asociados con la vacuna MMRV es la encefalitis. Fisher también revisa parte de la bibliografía médica que demuestra que la vacuna MMR puede causar encefalitis y encefalopatía. Para obtener más información, le recomiendo leer el artículo de Fisher en su totalidad.
"Los padres, que confiaron e hicieron lo que se les dijo que hicieran cuando llevaron a sus hijos sanos al consultorio de un médico para ser vacunados y luego observaron a sus hijos padecer inflamación cerebral y experimentar una salud deficiente de manera crónica, entienden que no es buena idea creer todo lo que los doctores dicen acerca de las vacunas.
Las personas que estaban sanas, se vacunaron y nunca recuperaron su salud, aprenden rápido a distinguir entre un médico que dice la verdad sobre la seguridad de la vacuna y uno que no, porque sus vidas dependen de ello.
Las autoridades de salud pública pueden presentarse ante el Congreso y proporcionar declaraciones cuya falsedad es demostrable, acerca de las reacciones a la vacuna MMR, ¿de qué otra manera engañan al público?", escribe Fisher.
La vacunación forzada viola los derechos humanos
En una carta del 25 de febrero de 2019 de los Médicos para el Consentimiento Informado al Subcomité de Supervisión e Investigaciones, se instó al comité a tomar nota y corregir una serie de errores en su acta sobre la reunión llamada “Hacer frente una creciente amenaza de salud pública: Los brotes de sarampión en los Estados Unidos”. Entre los errores se encuentra lo siguiente:
• Afirmar que ocurre una o dos muertes por cada 1000 niños que contraen sarampión es un error de cálculo erróneo. A lo sumo, ocurre una muerte por cada 6000, pero es más probable sea una entre 10 000. (Para obtener una explicación de los datos de estas cifras, vea la carta original)
• La afirmación de que "los CDC han determinado que recibir la vacuna MMR es más seguro que contraer cualquiera de los virus" no se ha demostrado científicamente. Según los Médicos para el Consentimiento Informado:
“En 2017, se reportó en The British Medical Journal que cada año aproximadamente 5700 niños de los Estados Unidos (alrededor de 1 de cada 640) sufren convulsiones febriles con la primera dosis de la vacuna MMR, que es cinco veces más que la cantidad de convulsiones febriles que se espera del sarampión.
Esto equivale a 57 000 convulsiones febriles en los últimos 10 años, a causa de la vacuna MMR por sí sola.
A medida que el 5 % de casos de niños con antecedentes de convulsiones febriles progresan a epilepsia (una afección crónica debilitante que puede ser mortal), en los últimos 10 años el número estimado de niños cuya epilepsia se debe a la vacuna MMR es de 2850.
Además, sostenemos que el Sistema para Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés), como sistema de vigilancia pasiva, no registra de forma apropiada los efectos secundarios de la vacuna, y que es posible que los efectos secundarios graves que incluyen el daño neurológico permanente y muerte a causa de la MMR y otras vacunas, se reporten en menor medida".
Para pronunciarse en contra de la vacunación forzada, el 26 de febrero de 2019, la Asociación de Médicos y Cirujanos de los Estados Unidos (AAPS, por sus siglas en inglés) envió una declaración sobre las obligaciones federales de vacunación al Comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado, en donde se indicó que las vacunas forzadas son innecesarias y violan los derechos humanos, y que la AAPS "se opone firmemente a la interferencia federal en las decisiones médicas, incluida la vacunación obligatoria".