Las condiciones de salud subyacentes como la obesidad, enfermedades cardíacas y la diabetes han sido factores clave en las muertes debido al nuevo coronavirus, COVID-19. Se encontró en un estudio que más del 99 % de las muertes por COVID-19 ocurrieron en personas que tenían afecciones médicas subyacentes.
Entre las muertes, el 76.1 % tenía presión arterial alta, el 35.5 % diabetes y el 33 % enfermedad cardíaca. Además, otro estudio reveló que la obesidad era la afección subyacente más prevalente en las personas hospitalizadas por COVID-19 de 18 a 49 años. Las afecciones crónicas como la diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y la obesidad tienen mucho en común, incluyendo el hecho de que a menudo las personas tienen una mala alimentación.
Los alimentos procesados, comida chatarra y los refrescos son los principales culpables del aumento de enfermedades crónicas y, por lo tanto, desempeñan un rol muy importante en las muertes por COVID-19. Incluso en medio de la pandemia de COVID-19, las corporaciones multinacionales de alimentos y bebidas interfieren con las políticas públicas e influyen en el desarrollo de las directrices alimentarias.
Según un informe publicado por el grupo de campaña Corporate Accountability, para proteger la salud pública, se debe frenar esta influencia conflictiva. Mientras tanto, los expertos en salud llaman a los alimentos ultraprocesados como agentes clave en las muertes de COVID-19 y piden directrices de salud pública para advertir al público sobre sus riesgos.
Las grandes compañías de comida chatarra bloquean las políticas públicas de nutrición
Según el informe de Corporate Accountability, más de la mitad de los nombrados para el Comité Asesor de Directrices Alimentarias (DGAC por sus siglas en inglés) del 2020 tienen vínculos con el Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro establecida por un ejecutivo de Coca-Cola hace 40 años.
Se supone que el DGAC es un comité independiente, que revisa la evidencia científica y proporciona un informe para desarrollar el próximo conjunto de directrices alimentarias para las personas en Estados Unidos (2020 a 2025). Sin embargo, sus amplios lazos con el ILSI aseguran que el comité no es independiente.
El ILSI ha sido expuesto como un socio para la industria de la comida chatarra, y los documentos internos han revelado que el ILSI se incorporó en los paneles de salud pública en Europa y las Naciones Unidas con el fin de promover su propia agenda centrada en la industria para aumentar sus beneficios a expensas de la salud pública en todo el mundo.
El informe de Corporate Accountability examinó más a fondo las "puertas giratorias y los conflictos de intereses" del ILSI con los procesos críticos de las políticas gubernamentales, que incluyen la formulación de las directrices alimentarias para las personas que viven en los Estados Unidos (DGA por sus siglas en inglés) y la actualización de las bases de datos nacionales de composición de alimentos. Explica lo siguiente:
"El informe también narra las profundas conexiones del líder del equipo con la industria, sus vínculos con la investigación que ha ayudado a producir y con las personas con las que tiene relaciones. El panorama presenta un argumento convincente para que la industria alimentaria se deslinde del ILSI y grupos similares en interés de la salud pública y de una relación menos engañosa con sus inversores".
La DGA es la fuente de asesoramiento nutricional en los Estados Unidos, dirige lo que más de 30 millones de estudiantes en Estados Unidos comen en la escuela e impulsa el asesoramiento nutricional a las nuevas madres, personas mayores, veteranos y otros beneficiarios de la educación nutricional y las comidas que ofrece el Gobierno Federal.
"Pero el mandato de la DGA es aún más amplio", señaló Corporate Accountability en su informe. "Su objetivo es promover la salud, prevenir enfermedades crónicas y ayudar a todas las personas residentes en Estados Unidos para alcanzar y mantener un peso saludable". Sin embargo, al asociarse con corporaciones de comida chatarra, hace todo lo contrario:
"El 75 % de las personas involucradas en la formulación de las directrices alimentarias oficial del gobierno de los Estados Unidos tiene vínculos con la industria alimentaria. El 55 % tiene vínculos con el ILSI, que fue fundado por un ex ejecutivo de Coca-Cola y está financiado por Coca-Cola, PepsiCo, McDonald's, General Mills, Cargill, Monsanto, el Consejo Nacional de Lácteos, el Consejo Internacional de Frutos Secos y un anfitrión de otros proveedores mundiales de comida chatarra".
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La Academia de Control de Corporaciones de Comida Chatarra y las Directrices Nutricionales
El informe de Corporate Accountability presenta varios hallazgos importantes que destacan los ILSI relacionados con los lazos con la industria y cómo su investigación, interferencia del gobierno y otras actividades que afectan de forma negativa la política de salud pública. Incluyendo a los siguientes:
El diario del ILSI, Nutrition Reviews, no siempre revela las afiliaciones de ILSI y los conflictos de intereses. Además, casi el 40 % de las publicaciones del ILSI de Norteamérica de 2013 a 2017 recibieron apoyo o financiamiento de ILSI pero no lo revelaron. En el 60 % de las publicaciones que contenían una declaración de divulgación, "a veces no se declaraba ningún conflicto de intereses" |
Los presidentes y vicepresidentes del Subcomité de Embarazo y Lactancia del DGAC están afiliados al ILSI |
El ILSI afirma que no presiona, pero brindó orientación directa al gobierno argentino con respecto a las actualizaciones de su base de datos nacional de composición de alimentos |
El ILSI de India produjo un estudio en asociación con instituciones gubernamentales de investigación que menospreciaba y tergiversaba los efectos sobre la salud de los alimentos tradicionales en lugar de centrarse en los efectos negativos para la salud de los refrescos y los alimentos procesados |
La Junta de administración de ILSI de Norteamérica viola el Principio 1 de su política de conflicto de intereses, ya que más del 50 % de su junta tiene una afiliación con el sector privado |
En lugar de desmantelar el ILSI de México por haber violado el código de ética del grupo bajo el liderazgo de un ejecutivo de Coca-Cola, fue absorbido por el ILSI de Mesoamérica en 2019, que también está bajo el liderazgo de un ejecutivo de Coca-Cola |
Un ejemplo de la falta de revelaciones en Nutrition Reviews fue una revisión de 2017 titulada "¿Cuál es el límite máximo apropiado para el consumo de azúcares añadidos?"
Los investigadores que analizaron las "restricciones significativas en los límites superiores del consumo de azúcares" presentadas por organizaciones científicas como la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana del Corazón, concluyeron que sus hallazgos "deberían incluir una nota de precaución en las directrices restrictivas" y señaló que "la base científica de las directrices restrictivas está lejos de establecerse".
Sin embargo, uno de los coautores de la revisión no reveló un conflicto de intereses importante. James Rippe estaba afiliado al ILSI de México y lideraba un foro titulado "Evidencia sobre los endulzantes y la salud", que recibió $ 10 millones en fondos de la Asociación de Refinadores de Maíz de Estados Unidos para establecer que el consumo de azúcar no tenía impacto en la salud del corazón.
Otro claro ejemplo fue publicado en Annals of Internal Medicine. El estudio, "La base científica de las recomendaciones de las directrices sobre el consumo de azúcar", fue financiado por el ILSI y concluyó: "Las directrices sobre el azúcar en la alimentación no cumplen con los criterios de recomendaciones confiables y se basan en pruebas de baja calidad. Los funcionarios de salud pública (al promulgar estas recomendaciones) y su audiencia pública (al considerar el comportamiento alimenticio) deben conocer estas limitaciones".
Aunque la revista reveló que el ILSI fue la principal fuente de financiación para el estudio, según Corporate Accountability:
"Sus hallazgos fueron tan egoístas que provocaron críticas por parte del fabricante de dulces Mars (entonces miembro del ILSI). La coautora y miembro del DGAC 2010, Joanne Slavin no reveló sus lazos financieros con la industria de alimentos y bebidas, incluyendo Coca-Cola, PepsiCo y Nestlé".
Informe: los gobiernos y académicos se deben deslindar del ILSI
El ILSI ha sido una pieza importante para el crecimiento y expansión de la industria de la comida chatarra, ya que, tanto los legisladores como las universidades de prestigio la han apoyado al disfrazar el avance científico.
Mientras financia la investigación científica diseñada para apoyar su propia agenda, el ILSI no revela los conflictos de intereses. "Esta falta de transparencia ha permitido que el ILSI tenga una licencia social para producir y promover la ciencia inútil en todo el mundo", señala el informe. Mientras tanto, aunque afirman ser una organización que no ejerce presión, desempeñan un papel importante en la creación de las legislaciones de nutrición en los Estados Unidos, India, Argentina, México y Taiwán.
Ahora que el ILSI está expuesto, incluso las grandes compañías de comida chatarra, como Mars y Nestlé, han cortado los lazos con la organización. Corporate Accountability hace un llamado a otras corporaciones para que hagan lo mismo, y exige a las instituciones académicas que corten todos los lazos con el ILSI, incluyendo la Fundación de Investigación ILSI y las Revisiones de Nutrición de ILSI.
Para los gobiernos, el informe recomienda prohibir a quienes tienen vínculos con el ILSI participar en las DGA y divulgar de forma pública las interacciones directas del ILSI con agencias como el USDA, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos.
Sin embargo, tal como están las cosas, las grandes compañías de comida chatarra están muy entrelazados con las recomendaciones de salud pública relacionadas con la alimentación, nutrición y la mala salud pública. "Incluso en tiempos de crisis, como la pandemia de COVID-19 de hoy, los patrocinadores del ILSI no sienten escrúpulos en forzar el resultado final", afirmó Corporate Accountability, y agregó:
"En la India, a pesar de las posibles consecuencias para la salud y el bienestar de los trabajadores y la comunidad, las corporaciones como Coca-Cola, PepsiCo y Nestlé, han enviado cartas al gobierno para solicitar que la fabricación de alimentos y bebidas esté exenta del bloqueo, y que sean consideradas un "servicio esencial".
Al no proporcionar bebidas endulzadas con azúcar, las cuales suprimen el sistema inmunológico durante este tiempo, también es una muestra de que dicho servicio de estas corporaciones no es esencial, ni hoy ni en un futuro cercano".
Cómo las personas de los Estados Unidos desarrollaron adicción a los alimentos procesados
Según el reportero de investigación Michael Moss, gran parte de la responsabilidad del aumento del consumo de comida chatarra de las personas en Estados Unidos recae en la industria de alimentos procesados. Además de enfocarse en los niños que les atrae el sabor dulce, el azúcar, la sal y las grasas no saludables son las tres sustancias principales que hacen que los alimentos procesados sean tan adictivos.
La investigación de cuatro años de Moss culminó en el libro "Salt Sugar Fat", que detalla cómo los científicos de alimentos formulan productos con la combinación adecuada de azúcar, grasa y sal para estimular sus papilas gustativas, sin abrumarlas, pero que dañan su cerebro al robarle la decisión de dejar de comer. Utiliza en el ejemplo de las papas fritas, que combinan sal y grasa para darle un placer instantáneo, junto con el azúcar en el almidón de la papa, como el alimento adictivo perfecto.
El marketing va más allá del potencial adictivo de los alimentos que atrae a las personas para comprar y consumir más alimentos procesados. Esto incluye cosas como colocar la comida chatarra a la altura de los ojos en los supermercados. En una entrevista con U.S.News & World Report, Moss reveló los secretos más sorprendentes de la industria alimentaria, incluyendo que los ejecutivos de alimentos pueden evitar la comida chatarra por el bien de su propia salud:
"El primero es que, a nivel personal, muchos ejecutivos de compañías de alimentos no consumen sus propios productos por razones de salud. Y el segundo, las propias empresas son más adictas a la sal, el azúcar y la grasa que nosotros, simplemente porque son ingredientes milagrosos que les permiten conservar y mantener los productos a bajo costo, además de ser muy sabrosos. De hecho, me sorprendió mucho la enorme dependencia de la industria".
La comida chatarra causa más muertes por COVID-19
El cardiólogo con sede en Londres, el Dr. Aseem Malhotra, es uno de los que advierte que una mala alimentación puede aumentar el riesgo de morir por COVID-19. Tuiteó: "El gobierno y la salud pública de Inglaterra son muy ignorantes y negligentes por no decirle al público que necesitan cambiar su alimentación".
Le dijo a la BBC que los alimentos ultraprocesados representan más de la mitad de las calorías consumidas por los británicos, y si padece obesidad, diabetes tipo 2 y presión arterial alta, (todo lo que está relacionado con una mala alimentación), su riesgo de mortalidad por COVID-19 aumenta 10 veces.
En el lado positivo, también afirma que consumir alimentos nutritivos durante un mes podría ayudarlo a perder peso, reducir el riesgo de sufrir diabetes tipo 2 y mejorar su salud, por lo que tendrá muchas más posibilidades de sobrevivir si contrae COVID-19. Malhotra también le dijo a la industria alimentaria que "detenga la comercialización masiva y la venta de alimentos ultraprocesados".
El Dr. Robert Lustig, profesor emérito de pediatría en la división de endocrinología de la Universidad de California en San Francisco, afirmó:
"Escuché que COVID-19 se refería a una bestia, porque no distingue géneros. No distingue a quién infecta. Pero sí distingue a quién mata. Además de los adultos mayores, también afecta a personas de raza negra, con obesidad o condiciones preexistentes. ¿Qué distinguió a estos tres datos demográficos?
Alimentos ultraprocesados. Debido a que los alimentos ultraprocesados crean una inflamación, que al COVID-19 le complace explotar. Otra forma en que la comida procesada nos mata. Es momento de considerar su alimentación".
Si está interesado en mejorar su alimentación, le recomiendo adoptar una dieta cetogénica cíclica, que implica limitar radicalmente los carbohidratos (reemplazarlos con grasas saludables y cantidades moderadas de proteínas) hasta que esté cerca de su peso ideal y le permita a su cuerpo la quema de grasas, como su combustible principal y no carbohidratos.
Esto incluye evitar todos los alimentos ultraprocesados y también limitar los azúcares agregados a un máximo de 25 gramos por día (15 gramos por día si tienen diabetes o resistencia a la insulina). Esto mejorará su salud de múltiples maneras y, al hacerlo, podría reducir su riesgo de sufrir complicaciones por COVID-19.