El estrés crónico encoge su cerebro y afecta su memoria

Análisis escrito por Dr. Joseph Mercola Datos comprobados

estres cronico y cerebro

Historia en Breve

  • Una investigación ha relacionado el estrés crónico con el encogimiento del cerebro, el deterioro de la memoria funcional y un mayor riesgo de sufrir una aparición temprana del Alzheimer
  • Tener altos niveles sanguíneos de cortisol, la hormona del estrés, puede afectar sus habilidades de pensamiento y memoria con el paso del tiempo. Asimismo, un estudio previo sugiere que el cortisol elevado afecta su memoria al causar una pérdida gradual de la sinapsis en su corteza prefrontal
  • Esta investigación sugiere que puede reducir la velocidad del deterioro cognitivo en un 75 % al restablecer su audición con apartaos auditivos y en un 50 % al restablecer su visión con una cirugía de cataratas
  • Entre las estrategias más valiosas para prevenir la demencia figura la dieta cetogénica cíclica, ya que esta optimiza la función mitocondrial y apoya una función cerebral saludable
  • Otros factores importantes del estilo de vida que influyen en su riesgo de sufrir demencia son el sueño, la aptitud física y la exposición a los campos electromagnéticos

Los estudios han encontrado sólidos vínculos entre el estrés agudo o crónico y una amplia variedad de afecciones que incluyen la función cerebral y el riesgo de demencia.

Por ejemplo, una investigación con animales publicada en 2014 informó que, en el caso de los adultos con edad avanzada, tener niveles elevados de hormonas del estrés puede acelerar la pérdida de memoria a corto plazo al inducir cambios estructurales en el cerebro.

Los resultados indican que la forma en que su cuerpo reacciona ante el estrés puede ser un factor que influya en la forma en que su cerebro envejece con el tiempo. Asimismo, investigaciones previas han relacionado el estrés crónico con la memoria funcional y con un mayor riesgo de desarrollar Alzheimer de inicio prematuro.

Por fortuna, existen investigaciones contundentes que demuestran que su cerebro tiene una gran plasticidad y capacidad de regeneración, aspectos que puede controlar a través de su alimentación y estilo de vida.

Con base en los hallazgos que relacionan la demencia con el estrés crónico, contar con herramientas efectivas para abordar el estrés puede ser un factor importante para prevenir el Alzheimer, además de obtener y mantener una salud óptima en general.

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Según una investigación, el estrés perjudica la cognición y la memoria

Investigadores advirtieron que tener altos niveles sanguíneos de cortisol, la hormona del estrés, puede afectar sus habilidades de pensamiento y memoria con el paso del tiempo.

Los investigadores utilizaron la base de datos del Estudio Framingham, también conocido como Estudio del Corazón de Framingham, que fue patrocinado por el gobierno, para identificar a más de 2200 personas que no exhibían ningún signo de demencia y poder monitorearlos por un total de 8 años. Según lo informado por el diario The New York Times:

"Los investigadores realizaron pruebas de memoria, razonamiento abstracto, percepción visual y atención a 2 231 personas, con una edad promedio de 49 años y sin demencia. Asimismo, registraron los niveles de cortisol en su sangre y les realizaron una resonancia magnética (RM) para evaluar su volumen cerebral.

El estudio publicado en la revista Neurology, y controlado por edad, sexo, nivel de estudios, índice de masa corporal, presión arterial y muchas otras variables, encontró que en comparación con las personas con niveles promedio de cortisol, aquellas que tenían los niveles más altos obtuvieron puntuaciones más bajas en las pruebas cognitivas.

En las mujeres, pero no en los hombres, el cortisol más alto también se relacionó con una reducción del volumen cerebral. Además, no se estableció ningún vínculo entre los niveles más bajos de cortisol y los puntajes de las pruebas cognitivas o el tamaño del cerebro".

Un factor importante que limita al estudio es que los niveles de cortisol en la sangre solo se verificaron en una ocasión al final del estudio y, por lo tanto, quizás no puedan representar la exposición a largo plazo de este producto químico propio del estrés.

Sin embargo, otros estudios han reportado hallazgos similares, por lo que el vínculo entre el estrés y el deterioro cognitivo sin duda parece ser real. El autor principal, el Dr. Justin Echouffo-Tcheugui, profesor adjunto de medicina en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, comentó lo siguiente en relación con los hallazgos:

"Nuestra investigación detectó una pérdida de memoria y encogimiento cerebral en personas de mediana edad antes de que los síntomas comenzaran a manifestarse en las actividades cotidianas.

Por lo tanto, es importante que las personas encuentren formas de reducir su estrés, como dormir lo suficiente, hacer ejercicio moderado, incorporar técnicas de relajación en sus vidas diarias o consultar a su médico sobre sus niveles de cortisol y tomar un medicamento para reducirlo si es necesario. Es importante que los médicos orienten a todas las personas que exhiban niveles elevados de cortisol".

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Las hormonas del estrés tienen un efecto corrosivo en su cerebro

Cuando se siente estresado, su cortisol aumenta y, junto con la adrenalina, desencadena la respuesta de lucha o huida de su cuerpo. El cortisol también aumenta el nivel de glucosa en el torrente sanguíneo y mejora temporalmente el uso cerebral de esa glucosa, a su vez, suprime las funciones corporales que se consideran irrelevantes durante una emergencia, como la digestión.

Si bien este alud de efectos bioquímicos es beneficioso ante un peligro físico inmediato, el cortisol tiene un efecto corrosivo que, con el tiempo, desgasta las sinapsis responsables del almacenamiento y procesamiento de la memoria. Esto fue demostrado en un estudio con animales realizado en 2014 que ya hemos mencionado previamente.

De acuerdo con ese estudio, los niveles elevados de cortisol afectan su memoria al causar una pérdida gradual de la sinapsis en su corteza prefrontal, la región del cerebro relacionada con la memoria a corto plazo. Tal y como lo han señalado los autores:

"Los incrementos a corto plazo en el cortisol son fundamentales para la supervivencia. Promueven el afrontamiento y nos ayudan a responder ante los desafíos de la vida al mantenernos más alertas y capaces de responder al momento.

Sin embargo, los picos anormalmente altos o prolongados —como los que se presentan cuando lidiamos con el estrés a largo plazo— pueden provocar consecuencias negativas que, de acuerdo con diversos organismos de investigación, incluyen problemas digestivos, de ansiedad, aumento de peso e hipertensión arterial".

Si bien los autores del estudio de Neurology afirman que es "prematuro considerar una intervención" en función de sus hallazgos, sugieren que reducir el cortisol puede ser una primera medida beneficiosa. Los autores del estudio realizado en 2014 también sugirieron que podría proteger el estado de su memoria a largo plazo al normalizar sus niveles de cortisol.

Dicha intervención sería particularmente beneficiosa para las personas que tienen un alto riesgo de tener cortisol elevado, como aquellas que sufren depresión o están lidiando con estrés a largo plazo después de un evento traumático.

El estrés puede desencadenar los primeros signos clínicos del Alzheimer

Otros hallazgos científicos han vinculado al estrés con la demencia severa.

Una investigación hecha en Argentina y presentada en el Congreso Mundial de Neurología en 2013 sugiere que el estrés puede actuar como un desencadenante de los primeros signos del Alzheimer, ya que casi 3 de cada 4 pacientes con la enfermedad (72 %) habían experimentado un estrés emocional grave durante los 2 años previos al diagnóstico.

En el grupo de control, solo el 26 % —1 de cada 4— había sufrido un gran estrés o aflicción. La mayoría de las tensiones a las que se enfrentaron los participantes del grupo de Alzheimer involucraron:

  • Duelo; muerte de un cónyuge, pareja o hijo
  • Experiencias violentas, como un asalto o robo
  • Accidentes automovilísticos
  • Problemas financieros, que incluyen las conmociones experimentadas ante los esquemas de pensiones
  • Algún familiar diagnosticado con una enfermedad grave

De acuerdo con el autor principal, el Dr. Edgardo Reich:

"Según nuestros hallazgos, el estrés probablemente sea un desencadenante de los síntomas iniciales de la demencia. Aunque en lo particular descarto que el estrés sea la única causa de la demencia, la investigación está consolidando la evidencia de que el estrés puede desencadenar un proceso degenerativo en el cerebro y precipitar una disfunción en el sistema neuroendocrino e inmunológico.

Este un hallazgo es fruto de la observación y no implica una causalidad directa. Se necesitan realizar más estudios para examinar estos mecanismos en detalle".

También existen problemas de visión y audición vinculados a la demencia

Además de controlar el estrés diario, proteger su visión y audición son otros factores importantes que pueden influir en su riesgo de sufrir demencia. De hecho, otras investigaciones sugieren que puede reducir el deterioro cognitivo al restaurar su audición o visión en un grado significativo.

El autor principal, Asri Maharani, investigador de la Universidad de Manchester de la división de neurociencia y psicología experimental, declaró lo siguiente para la cadena NPR: "Descubrimos que la tasa de deterioro cognitivo se redujo en un 75 % después de que las personas empezaron a utilizar aparatos auditivos y este es un resultado sorprendente".

Si bien los investigadores se sorprendieron con los hallazgos, todo resulta lógico. Tal y como lo señaló Dina Rollins, una audióloga que no participó en el estudio, "estimular los oídos activa los nervios que impulsan al cerebro", por lo que, al restablecer la audición, "le está dando a su cerebro lo que necesita para interpretar con coherencia aquello que escucha".

Otra posible razón de dicho vínculo tiene que ver con que la pérdida de audición lleva al aislamiento social, el cual también acelera el deterioro cognitivo y aumenta el riesgo de demencia.

Un estudio relacionado que fue realizado por el mismo grupo de investigación, demuestra que el deterioro cognitivo también se ralentiza al restaurar la visión. En este caso, el equipo de Maharani descubrió que la cirugía de cataratas redujo la tasa de deterioro cognitivo en un 50 %.

La dieta cetogénica protege contra la demencia

Como ya hemos mencionado, todo esto también tiene un lado positivo, y es que su cerebro tiene una capacidad natural para regenerarse y rejuvenecer. Entre las estrategias más valiosas para prevenir la demencia figura la dieta cetogénica cíclica que describo en mi libro, Contra el Cáncer, así como en muchos otros artículos.

Si es la primera vez que escucha sobre esto, consulte mi artículo "Quemar grasa como combustible" o mi "Guía para implementar la dieta cetogénica para principiantes" con el fin de obtener una introducción.

En resumen, una dieta cetogénica, alta en grasas saludables y baja en carbohidratos netos, permite que su cuerpo comience a quemar grasa como su principal fuente de combustible y da como resultado la creación de cetonas. Además, en comparación con la glucosa, las cetonas:

  • Se queman con mayor eficacia
  • Son un combustible superior para su cerebro
  • Generan menos especies reactivas de oxígeno y menos daño por los radicales libres
  • Influyen en la expresión génica para aumentar la desintoxicación y la producción de antioxidantes
  • Inhiben la inflamación

Investigaciones han demostrado que una dieta cetogénica mejora la integridad y función neurovascular, así como la eliminación de la beta-amiloide (un componente central de la placa que se acumula en los cerebros de las personas con la enfermedad de Alzheimer) —en parte al mejorar el microbioma intestinal— asimismo, la función neurovascular desempeña un papel fundamental en la capacidad cognitiva.

Para ser más concretos, la mala función neurovascular está intrínsecamente relacionada con la pérdida de lenguaje, memoria y atención, mientras que la disminución del flujo sanguíneo cerebral aumenta el riesgo de depresión, ansiedad y demencia.

De igual forma, la alteración de la función de la barrera hematoencefálica se ha relacionado con la inflamación cerebral, disfunción de las sinapsis, eliminación deficiente de las placas de beta-amiloide, trastornos psiquiátricos y demencia.

De acuerdo con los autores: "Nuestros hallazgos sugieren que intervenir con una dieta cetogénica en una etapa temprana puede mejorar la función vascular del cerebro, aumentar el microbioma beneficioso, mejorar el perfil metabólico y reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer".

Una alimentación alta en azúcar es una fórmula para la demencia

Es indispensable percatarse del impacto adverso que tiene el azúcar en su cerebro. Una alimentación con alto índice de azúcar desencadena la resistencia a la insulina, y existe un vínculo muy fuerte entre esta y la enfermedad de Alzheimer.

Por ejemplo, un estudio longitudinal que fue publicado en la revista Diabetologia en enero de 2018, encontró que cuanto más alto sea el nivel de glucosa de un individuo, más rápido será su tasa de deterioro cognitivo.

Incluso una ligera elevación de la glucosa y una ligera resistencia a la insulina se relacionan con un riesgo elevado de demencia. La investigación publicada en 2013 demostró que el azúcar y otros carbohidratos interrumpen principalmente la función cerebral al encoger su hipocampo, una región del cerebro involucrada en la formación, organización y almacenamiento de recuerdos.

Los autores sugieren que "las estrategias cuyo fin es reducir los niveles de glucosa incluso en el rango normal, pueden influir de manera beneficiosa en la cognición de la población de edad avanzada".

Un estudio similar publicado en 2014 encontró que, con la edad, las personas con diabetes tipo 2 pierden más materia gris de lo que se esperaba, y esta atrofia cerebral también ayuda a explicar por qué las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de demencia y exhiben los primeros signos de dicha enfermedad de forma prematura en comparación con aquellas que no padecen diabetes.

Como lo señaló el Dr. Sam Gandy, director del Centro para la Salud Cognitiva en el Hospital Mount Sinai en la ciudad de Nueva York, estos hallazgos "sugieren que tener de manera crónica niveles altos de insulina y azúcar puede ser directamente tóxico para las células cerebrales" y "sin lugar a dudas esto podría ser una posible causa de demencia".

Un estudio, que quizás sea uno de los más sorprendentes sobre los carbohidratos y la salud cerebral, reveló que las alimentaciones con un alto índice de carbohidratos aumentan el riesgo de demencia en un 89 %, mientras que las alimentaciones con un alto índice de grasa lo reducen en un 44 %.

Dormir, hacer ejercicio y evitar los EMF son otras estrategias clave para prevenir la demencia

Aparte del estrés y la alimentación, otras 3 áreas en el estilo de vida que desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de la demencia son el sueño, la aptitud física y la exposición a los campos electromagnéticos (EMF, por sus silgas en inglés), cuya influencia se resume a continuación.

Sueño. Desvelarse es asociada con el estrés mitocondrial y, si no duerme lo suficiente, se produce una degeneración neuronal que puede conducir a la demencia.

De hecho, la privación del sueño es un factor de riesgo para la demencia grave, y una investigación con animales revela que dormir de manera inconsistente e intermitente causa un daño cerebral considerable e irreversible.

La investigación publicada en la revista Neurobiology of Aging sugiere que las personas con problemas crónicos para dormir desarrollan la enfermedad de Alzheimer antes que aquellos que duermen bien.

Su barrera hematoencefálica se hace más permeable con la edad, lo que permite la entrada de más toxinas. Esto junto con la reducción de la eficiencia del sistema glinfático debido a la falta de sueño, desencadena un daño cerebral más rápido y se cree que dicho deterioro desempeña un papel importante en el desarrollo del Alzheimer.

Ejercicio. Una investigación encontró que las mujeres con el mejor estado cardiovascular tenían un riesgo de demencia 88 % menor que aquellas con una aptitud física moderada.

Incluso mantener un estado físico promedio vale la pena, ya que las mujeres con la aptitud física más baja tuvieron 41 % mayor riesgo de desarrollar demencia en comparación con las que tenían un estado físico promedio.

Exposición a los campos electromagnéticos (EMF, por sus siglas en inglés). Las microondas que emiten celulares, enrutadores wifi, computadoras y tabletas (cuando no están en modo avión) dañan su cerebro al aumentar el calcio intracelular mediante los canales de calcio dependientes de voltaje (VGCC, por sus siglas en inglés) en sus células.

Los tejidos con la mayor densidad de VGCC son su cerebro, el marcapasos del corazón y los testículos.

Una vez que se estimulan los VGCC, producen la liberación de neurotransmisores, hormonas neuroendocrinas y especies reactivas de oxígeno sumamente dañinas, lo que aumenta significativamente el riesgo de ansiedad, depresión y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Algunas de las estrategias básicas de prevención son apagar su red de wifi por la noche, evitar llevar su celular consigo en el cuerpo y no tener teléfonos inalámbricos, celulares y otros dispositivos electrónicos en su habitación. Para descubrir más al respecto, consulte mi artículo y entrevista con el profesor Martin Pall.

Puede encontrar una lista más extensa de estrategias preventivas para minimizar su exposición a los EMF en "Los efectos nocivos de los campos electromagnéticos".

Si bien creo que estas son algunas de las estrategias preventivas más importantes, no cabe duda que existen muchos otros factores que pueden intervenir.

Para obtener más información sobre la prevención y reversión del deterioro cognitivo, consulte mi artículo "ReCODE : La Reversión del Deterioro Cognitivo" con el Dr. Dale Bredesen, director del departamento de investigación de enfermedades neurodegenerativas en la Escuela de Medicina de la Universidad de California, en Los Ángeles, cuyo excepcional programa ReCODE supone una esperanza para muchas personas.

En 2014, Bredesen publicó un artículo que demuestra el poder de las decisiones sobre su estilo de vida para prevenir y tratar el Alzheimer. Al impulsar 36 parámetros de un estilo de vida saludable, pudo revertir la enfermedad de Alzheimer en 9 de cada 10 pacientes.

Esto incluyó implementar un programa de ejercicios, llevar una dieta cetogénica, optimizar los niveles de vitamina D y otras hormonas, dormir más, meditar, desintoxicarse y eliminar tanto el gluten como los alimentos procesados.

En total, Bredesen ha identificado 150 variables que pueden influir de manera significativa en la enfermedad de Alzheimer, pero en su origen yace la disfunción mitocondrial, y uno de los efectos más perceptibles de llevar una dieta cetogénica cíclica es la optimización de la función mitocondrial.

Era de esperarse que el protocolo ReCODE de Bredesen también incluya la cetosis nutricional. Puede descargar en línea la obra completa del experto, donde se detalla todo el programa.

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