Por el Dr. Mercola
Como amante de la tecnología, me duele ver lo que han provocado los avances tecnológicos en nuestra juventud. En un artículo anterior para la revista The Atlantic,1 Jean Twenge hizo una profunda introspección en la forma en que los teléfonos inteligentes con acceso a Internet y redes sociales todo el tiempo han impactado en la salud mental de la generación posterior a los millennials.
El artículo, que bien vale la pena leer en su totalidad, es una adaptación del libro de Twenge titulado iGen: Why Today's Super-Connected Kids Are Growing up Less Rebellious, More Tolerant, Less Happy — and Completely Unprepared for Adulthood — and What That Means for the Rest of Us (Generación Z: Por qué ahora los niños superconectados se han vuelto menos rebeldes, más tolerantes, menos felices —y completamente desprevenidos para la adultez— y qué significa para todos los demás).
En la actualidad, los niños ni siquiera pueden comprender la vida previa al Internet; una vida en la que el trabajo escolar involucraba visitar las bibliotecas y hacer llamadas telefónicas que requerían que una persona permaneciera en un lugar, ya que el teléfono estaba conectado a la pared.
Los niños invierten una cantidad excesiva de tiempo frente a sus teléfonos inteligentes, se comunican con amigos (y posiblemente con extraños) a través de mensajes de texto, Twitter y Facebook, y se esfuerzan por mantener actualizados sus Snapstreaks en Snapchat.
Hoy en día, incluso los niños pequeños son expertos en navegar en una tableta inalámbrica. Twenge analizó los hábitos en línea de Athena, una niña de 13 años de edad de Texas, e indicó que:
"Me expresó que había pasado la mayor parte del verano sola en su habitación interactuando con su teléfono. Así es como es su generación, indicó. 'No tuvimos la opción de conocer ninguna vida sin iPads o iPhones. Creo que nos gustan más nuestros teléfonos de lo que nos gusta las personas reales'".
El nacimiento de la generación Z
Twenge, quien ha estudiado las diferencias generacionales durante dos décadas y media, señala que, por lo general una generación se define por los cambios en las creencias y conductas que surgen gradual y naturalmente a lo largo de un continuo más o menos natural. Sin embargo, la generación posterior a los millennials es radicalmente diferente.
Twenge señala que "los cambios abruptos en los estados emocionales y comportamiento de los adolescentes" surgieron repentinamente alrededor del 2012.
Los millennials, que se distinguen por un pronunciado rasgo individualista, contrastan de forma marcada con la siguiente generación, en la que prácticamente el impulso por la independencia e individualismo han desaparecido.
"Al principio, supuse que estas podrían ser irregularidades, pero las tendencias han persistido a lo largo de varios años y en diversas encuestas nacionales", escribió Twenge. "Los cambios no fueron solo en grado, sino también en especie.
La mayor diferencia entre los millennials y sus predecesores radicó en su forma de percibir el mundo; los adolescentes modernos difieren de los millennials no solo en sus puntos de vista, sino en cómo invierten su tiempo.
Las experiencias que tienen todos los días son radicalmente diferentes de las de la generación que se desarrolló pocos años antes.
Pero ¿qué sucedió en 2012 para causar cambios tan drásticos en el comportamiento?... [Fue] exactamente el momento en que la proporción de la población en los Estados Unidos que poseía un teléfono inteligente superó el 50 %.
Cuanto más estudiaba las encuestas anuales sobre actitud y comportamiento de los adolescentes, y cuanto más conversaba con jóvenes como Athena, me pareció cada vez más evidente que su generación había sido moldeada en función del uso del teléfono inteligente y por el aumento concomitante de las redes sociales.
Yo los llamo generación Z o centeniales (iGen, en inglés). Las personas nacidas entre 1995 y 2012, pertenecen a esta generación que se ha desarrollado con el uso de los teléfonos inteligentes, tienen una cuenta de Instagram antes de comenzar la escuela secundaria y no recuerdan la vida previa al internet".
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Los adolescentes actuales se encuentran físicamente más protegidos, pero psicológicamente más vulnerables
Según Twenge, el impacto social de las tabletas y teléfonos inteligentes "no se ha apreciado por completo y es posible que tengan mayores repercusiones que las preocupaciones habituales sobre menor capacidad de atención".
Tal vez lo más relevante es que los teléfonos inteligentes han cambiado la forma en que los adolescentes interactúan socialmente, y esto puede tener consecuencias significativas en su salud psicológica.
Los adolescentes actuales son mucho menos propensos a querer obtener una licencia de conducir que las generaciones anteriores, y la mayor parte de su vida social se desarrolla en la soledad de su dormitorio, a través de sus teléfonos inteligentes. A partir del 2015, los alumnos de 12. º grado pasaron menos tiempo "saliendo" y socializando con amigos que los de 8. º grado en 2009.
Si bien, esto podría mantenerlos físicamente más protegidos en comparación con cualquier generación previa, este tipo de aislamiento no es bueno para la salud mental ni el desarrollo de las habilidades sociales necesarias para el trabajo y relaciones personales.
De hecho, ahora los adolescentes también son mucho menos propensos a tener citas que las generaciones previas. En 2015, el 56 % de los estudiantes del último año de secundaria tenían casi 30 % menos que los baby boomers y la generación X.
Por lo tanto, no es sorprendente que la actividad sexual también haya disminuido en alrededor del 40 % desde 1991, lo que ha causado una disminución del 67 % en las tasas de embarazo adolescente. Sin embargo, evitar el drama y angustia de esas primeras experiencias de amor no ha tenido un efecto positivo en la salud emocional.
Las tasas de depresión y suicidio de adolescentes han aumentado drásticamente desde 2011, y los datos sugieren que invertir tres horas o más al día en dispositivos electrónicos puede elevar en un 35 % el riesgo de suicidio en adolescentes.
Entre 2007 y 2015, la tasa de suicidios de niñas entre las edades de 12 y 14 años se triplicó; una tendencia de género que puede atribuirse en parte al aumento del ciberacoso, que es más común entre las niñas. La tasa de suicidio entre los niños se duplicó en el mismo período de tiempo.
"No es una exageración decir que la generación Z está al borde de la peor crisis de salud mental en décadas", escribió Twenge, y añadió que, "gran parte de este deterioro puede atribuirse a sus teléfonos...
Hay pruebas convincentes de que los dispositivos que hemos puesto en manos de los jóvenes han tenido profundos efectos en sus vidas y que los han vuelto muy infelices".
El riesgo de depresión puede aumentar al pasar mayor tiempo frente a pantallas electrónicas
Los datos de la encuesta anual "Monitoring the Future" revelan que, cuanto más tiempo pasan los adolescentes en línea, más infelices podrían sentirse, y quienes pasan más tiempo que el promedio realizando un contacto interpersonal y actividades que no involucren a su teléfono inteligente tienen muchas más probabilidades de informar que son "felices".
Realmente, resultados como estos no deberían parecer una sorpresa. En términos científicos, pasar tiempo al aire libre ha demostrado poder mejorar de forma dramática el estado de ánimo de las personas y reducir de manera significativa los síntomas de la depresión.2
Lo curioso es que no importa qué tipo de actividad de pantalla involucre, ya que todas tienen la misma propensión a causar angustia psicológica. Entre 2012 y 2015, los niños incrementaron en un 21 % sus síntomas de depresión. Durante el mismo período, las niñas presentaron un incremento impresionante del 50 %, lo cual representa un aumento muy notable en tan solo tres años.
"Si tuviera que proporcionar algún consejo para promover una adolescencia feliz con base en esta encuesta, sería sencillo; es decir, indicarles colgar el teléfono, apagar la computadora portátil y hacer alguna actividad —cualquier cosa— que no involucrara utilizar una pantalla", escribió Twenge.
Muchos adolescentes exhiben una obsesión compulsiva hacia los teléfonos inteligentes
Muchos, tanto niños como adultos, también han demostrado signos de adicción a sus dispositivos electrónicos. De forma sorprendente, incluso muchos duermen con sus teléfonos inteligentes justo al lado de ellos en su cama o debajo de su almohada, una tendencia que seguramente causará graves daños en su salud mental y física.
Por sí sola, la radiación constituye un peligro significativo y se sabe que interrumpe el sueño, pero la luz azul de la pantalla, junto con los sonidos emitidos cuando entran mensajes y otras notificaciones también podrían interrumpir el sueño.
Esto ni siquiera se considera en la influencia de las microondas de los teléfonos celulares que influyen en la melatonina, que regula el ciclo de sueño-vigilia.
Cuando se interrumpe la producción de melatonina, puede tener efectos a largo plazo en la salud, como demuestra un estudio realizado en 20133 en el que el gobierno de los Estados Unidos colaboró con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Egipto para evaluar los efectos de la radiación de los teléfonos celulares en el sistema nervioso central.
Descubrieron que la exposición a la radiación de los teléfonos celulares durante solo una hora al día durante un mes ocasionaba que las ratas experimentaran un período de retraso antes de entrar en la fase de movimiento ocular rápido, sueño profundo; una fase necesaria para tener un sueño reparador.
Otro estudio4 publicado en 2015 encontró que las frecuencias de 1.8 GHz habían afectado el ritmo circadiano de las ratas y disminuido su producción diaria de melatonina. También, que habían reducido la superóxido dismutasa y glutatión peroxidasa (que ayudan a prevenir el daño celular).
De hecho, los bajos niveles de melatonina se utilizan como un marcador para las alteraciones del sueño.5 En lo personal, no había podido lograr que mis niveles de sueño profundo se mantuvieran saludables hasta que abordé los campos eléctricos (ELF, por sus siglas en inglés) en mi habitación.
No es de extrañar que la falta de sueño entre los adolescentes aumentara en un 57 % en el período de 1991 a 2015. Muchos ni siquiera tienen siete horas de sueño regular, mientras tanto los estudios científicos revelan que se necesitan un mínimo de 8 y hasta 10 horas para mantener la salud. Twenge escribió sobre los hábitos de las personas que entrevistó:
"Su teléfono fue lo último que vieron antes de dormir y lo primero que vieron cuando se despertaron... Algunos emplearon un lenguaje que expresaba adicción. 'Sé que no debería, pero no puedo evitarlo', indicó una persona sobre mirar su teléfono mientras se encontraba en la cama.
Otras personas percibían a sus teléfonos como una extensión de sus cuerpos… o incluso como algo amado, 'tener mi teléfono más cerca de mí mientras duermo me da consuelo'".
Adicción al Internet: una epidemia cada vez más generalizada
La dependencia o adicción a un dispositivo digital conectado al internet afectaba al 6 % de la población mundial durante el 2014.6
Es posible que a simple vista esta cifra no parezca significativa, a menos que consideramos que el 6 % de la población mundial representa a más de 420 millones de personas, y que probablemente esa estimación haya aumentado de forma considerable en los últimos tres años.7
En términos comparativos, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, entre el 15 y 64 % de la población mundial entre las edades de 15 a 64 años han consumido una droga ilícita en el último año.8
De hecho, el porcentaje de las personas adictas al Internet podría ser mayor, ya que en 2014 solo el 39 % del mundo tenía acceso al Internet,9 lo cual podría resultar en un porcentaje real de 15 % de adictos al Internet. Los síntomas de adicción son similares a otros tipos de adicción, pero son más aceptables socialmente.
Los autores del estudio encontraron que una adicción al internet (IA):10
"... [P]or lo general, es considerada como un trastorno riesgoso debido a que las alteraciones neuronales (por ejemplo, atrofia en la corteza prefrontal dorsolateral) y disfunciones cognitivas (por ejemplo, deterioro de la memoria de trabajo) asociadas con la IA son similares a las relacionadas con la adicción a sustancias y conductual.
Además, la IA suele ser comórbida con trastornos mentales, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y depresión".
La organización sin ánimos de lucro "Reach Out Recovery" identifica los factores que podrían desencadenar la adicción al internet o compulsiones, incluyendo la ansiedad, depresión, otras adicciones, aislamiento social y estrés.11
La actividad en Internet puede estimular el sistema de recompensa cerebral, al igual que las drogas y alcohol, que puede proporcionar una fuente constante de información y entretenimiento. Si bien, el uso de Internet de cada persona es diferente, los resultados pueden ser los mismos. A largo plazo algunos de los efectos ocasionados podrían incluir:
Molestia, cuando alguien interrumpe su interacción en línea |
Dificultad para terminar tareas |
Mayor aislamiento |
Euforia, mientras se encuentra en línea |
Incapacidad para interrumpir la actividad a pesar de las consecuencias |
Mayor sensación de estrés |
A Google le gustaría que las personas lo utilizaran de forma ininterrumpida
No debería ser una sorpresa que las empresas que obtienen beneficios monetarios, cuando hay más personas que invierten más tiempo y dinero en Internet, intenten conscientemente manipular su comportamiento.
El exgerente de productos de Google, Tristan Harris, reveló cómo los gigantes digitales diseñan aplicaciones para teléfonos inteligentes y retroalimentación en redes sociales para que las personas entren en línea en múltiples ocasiones.12
Sin embargo, aunque el uso de Internet es más aceptable socialmente, las empresas digitales no son las únicas empresas que utilizan estrategias neurológicas y psicológicas para incrementar sus márgenes de beneficio.13
Con frecuencia, los patrones de comportamiento se imprimen en las vías neurales,14 y cuando esos comportamientos también están vinculados a la secreción de hormonas y respuestas fisiológicas, se vuelven aún más poderosos.
De hecho, Harris describe el proceso de recompensa al utilizar un teléfono inteligente como "jugar en una máquina tragamonedas".15 Y Google ha descubierto una forma de integrar ese sistema de recompensas conforme las personas utilizan las aplicaciones en sus teléfonos.
Este proceso es tan importante para las corporaciones digitales que Apple rechazó una nueva aplicación de teléfono inteligente para su tienda que ayudaría a las personas a reducir su uso de Internet y teléfonos inteligentes.
Harris describe un proceso conocido en los círculos de programación como "hackeo cerebral", ya que incorporan el conocimiento de neuropsicología en el desarrollo de interfaces digitales que fomentan la interacción. Por ejemplo, obtener likes en Facebook e Instagram, streaks en Snapchat o lindos emojis en los textos están diseñados para aumentar el nivel de interacción e interés por volver a ingresar.
Harris lo describe como una carrera para llegar a lo profundo del tallo cerebral donde se localizan el miedo y ansiedad, dos de los motivadores más poderosos conocidos por los anunciantes. Tanto los anunciantes como los desarrolladores de software de computadora han utilizado estas técnicas para crear un código que podría atraer su atención.16
Las tecnologías inalámbricas pueden causar estragos en la salud y bienestar de su hijo
En 2011, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud clasificó a los teléfonos celulares en el grupo 2B "posible agente cancerígeno humano"17 relacionados con la radiación de microondas emitidas por teléfonos. Incluso los fabricantes de teléfonos celulares han incluido advertencias en sus productos por mantenerlos a por lo menos 1 pulgada del cuerpo.18
Una revisión sistemática y metaanálisis19 publicado en la revista PLOS One en 2017 también advirtió que existía una "relación positiva y significativa entre el uso de teléfonos móviles a largo plazo (mínimo, 10 años) y gliomas".
En general, el uso de teléfonos celulares durante al menos una década estuvo relacionado con una probabilidad 2.22 mayor de desarrollar cáncer de cerebro. Tales hallazgos han cobrado fuerza con la publicación de dos estudios de exposición de por vida20,21 en animales, que confirmaron un mayor riesgo de tumores cerebrales.
Aunque sin duda el cáncer representa un riesgo a largo plazo, existen efectos en la salud más apremiantes vinculados a enfermedades por una exposición crónica a campos electromagnéticos (EMF, por sus siglas en inglés) durante todo el día.
La investigación22,23 realizada por el profesor Martin Pall, Ph. D., revela un mecanismo previamente desconocido de daño biológico de las microondas emitidas por los teléfonos celulares y otras tecnologías inalámbricas, que podría ayudar a explicar por qué estas tecnologías pueden tener un impacto tan poderoso especialmente en la salud mental.
En las membranas celulares se encuentran integrados los canales de calcio dependientes de voltaje (VGCC, por sus siglas en inglés), que se activan por medio de microondas. Cuando eso sucede, se produce un gran flujo de iones de calcio, que estimula la liberación del óxido nítrico (NO) dentro de las células y mitocondrias.
Luego, el NO se combina con el superóxido para formar peroxinitrito, que a su vez crea radicales libres hidroxilo —algunos de los radicales libres más destructivos conocidos por el hombre— que a su vez merman el ADN mitocondrial y nuclear, así como las membranas y proteínas; lo cual puede resultar en una disfunción mitocondrial, que ahora sabemos es una de las causas principales de la mayoría de las enfermedades crónicas.
La excesiva exposición a los EMF podría provocar problemas de ansiedad, depresión y memoria
La razón por la cual la exposición excesiva a los EMF está relacionada a la depresión y disfunción neurológica, incluyendo a la demencia, se debe a que el cerebro tiene la mayor densidad de VGCC en el cuerpo.
Los marcapasos cardiaco y testicular también son áreas de alta densidad, y estar expuestos a EMF también se ha relacionado con arritmias cardíacas e infertilidad. Simplemente, considero que irradiar a un feto en EMF en el útero no es una muy buena idea.
Sin entender por completo los mecanismos involucrados, los estudios han relacionado la exposición excesiva a los EMF con un mayor riesgo de depresión y suicidio.24 Según una investigación reciente de la Universidad de Illinois, la adicción o "alto nivel de involucramiento" con los dispositivos móviles también podría desencadenar depresión y ansiedad.25
Según Nicholas Carr, autor del libro The Shallows: What the Internet Is Doing to Our Brains (Lagunas mentales: lo que el Internet hace con nuestros cerebros), ahora los millennials experimentan mayores problemas de olvido que los adultos mayores.26
Este es el "lado oscuro" de la plasticidad neurológica que le permite al cerebro adaptarse a los cambios en su entorno. Este tipo de plasticidad es una de las formas en que el cerebro se recupera después de que un derrame cerebral daña un área de forma permanente.
La pérdida de materia blanca,27,28 menor grosor cortical29,30 y deterioro del funcionamiento cognitivo,31 son otras estructuras cerebrales y cambios funcionales que se han presentado por el uso de Internet a largo plazo.
Es imposible ignorar que estos dispositivos han cambiado la estructura cerebral, y que esta experiencia también ha aumentado la exposición a la radiación de microondas y grandes cantidades de luz azul durante la noche, lo que podría afectar la capacidad corporal de su hijo para producir melatonina.
Entonces, si su hijo o adolescente manifiesta signos de ansiedad o depresión, le pido que, por favor, haga todo lo posible por limitar su exposición a la tecnología inalámbrica. Debemos enseñarles a ser más responsables al utilizar estas tecnologías.
Como mínimo, debe insistir en que apaguen sus teléfonos y tabletas durante la noche y no dormir con el teléfono debajo de la almohada o cerca de la cabeza.
Realmente, debe tratar de minimizar la presencia de dispositivos electrónicos en el dormitorio; y para proteger a todos los miembros del hogar e inculcarles el concepto de "tiempo de inactividad", debe apagar el wifi durante la noche.