Su sofá podría perjudicar su salud y la de su familia

Análisis escrito por Dr. Joseph Mercola Datos comprobados

sofa toxico

Historia en Breve

  • Los datos más recientes demuestran que los niños que viven en hogares con pisos de vinilo o con un sofá en la sala, tienen mayores concentraciones de químicos ignífugos en su orina y sangre
  • Los productos ignífugos también se encuentran en los suministros de alimentos y agua. En algunos casos la causa se debe a la presencia de estos productos químicos en las partículas de polvo que se depositan en los alimentos o a la espuma contra incendios que contamina el suministro de agua
  • A pesar de que estos químicos no han demostrado ser efectivos, continúan siendo añadidos a los productos electrónicos, artículos para el hogar y ropa. La exposición se relaciona con la disfunción tiroidea, una menor puntuación con respecto al coeficiente intelectual y problemas de atención en los niños
  • La Universidad de Duke ofrece a los consumidores la posibilidad de realizar pruebas al relleno de sus muebles para detectar productos químicos ignífugos, y los grandes minoristas de muebles ahora ofrecen opciones de muebles sin retardadores de fuego

En 1973, el gobierno de los Estados Unidos aprobó una ley que exigía que todas las prendas infantiles para dormir fueran resistentes al fuego, bajo la creencia de que se estaba preservando la salud pública y procurando la seguridad de los niños.

Cinco años después, los científicos descubrieron que la sustancia química utilizada para fabricar los tejidos ignífugos, el Tris bromado, era responsable de aumentar la incidencia de cáncer; fue prohibida en 1977.

Sin embargo, se siguen utilizando otros productos ignífugos en juguetes para bebés, ropa, alfombras y muebles. Heather Stapleton, Ph. D., es conocida como una de las principales expertas en el campo de los productos químicos ignífugos.

En su estudio más reciente, Stapelton se enfoca en cuatro o cinco químicos, pero reconoce que hay docenas, si no es que cientos, de químicos ignífugos en los productos electrónicos, automóviles, aviones y artículos para el hogar.

Mientras que la Unión Europea ha adoptado una postura firme de prohibir estos productos químicos, sobre todo los que entran en contacto con los niños, los Estados Unidos no han seguido este ejemplo.

Un tipo de productos químicos ignífugos (o retardantes de llama), conocidos como éteres difenílicos polibromados (PBDE,) son similares en su estructura química a los PCB, que se han relacionado con el cáncer, problemas reproductivos y desarrollo cerebral deficiente en fetos.

En su estudio más reciente, realizado en la Universidad de Duke, Stapleton investigó la concentración de químicos ignífugos que se encuentran en el cuerpo de niños que viven en hogares con pisos de vinilo o sofás repletos de ignífugos.

Estos nocivos compuestos orgánicos semivolátiles (SVOC, por sus siglas en inglés) son un subgrupo de compuestos orgánicos volátiles (VOC, por sus siglas en inglés) con un peso molecular más concentrado.

¿Qué hay en su sofá?

Entre el grupo de productos químicos SVOC se encuentran los ftalatos, PBDE, PCB, hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH) y pesticidas. La exposición a los PBDE se ha relacionado con la obesidad, cáncer, retrasos en el desarrollo neurológico y otras enfermedades.

Stapleton señala que, “no se ha investigado lo suficiente sobre la contribución relativa de ciertos productos y materiales en específico a la exposición general de los niños a los SVOC”.

Esta brecha en la información hizo que Stapleton y sus colegas comenzaran un estudio de tres años con 203 niños de 190 familias con el objetivo principal de investigar los vínculos entre dichos productos y su exposición, además de identificar cómo ocurría la exposición.

El equipo analizó muestras de aire y polvo tomadas de los hogares de los niños, y del relleno recolectado de los muebles en cada uno de los hogares. Se usaron toallitas de manos para recolectar muestras químicas de las manos, así como muestras de sangre y orina de los niños.

A partir de esta información, los investigadores pudieron cuantificar 44 biomarcadores, y descubrieron que aquellos niños que vivían en hogares donde el sofá de la sala principal contenía PBDE tenían una concentración seis veces mayor de PBDE en su sangre.

Los niños que vivían en hogares cuyos pisos eran de vinilo tenían concentraciones de metabolitos de ftalato de butilbenzilo en la orina que eran 15 veces más altas en comparación con los niños que vivían en hogares cuyos pisos no eran de vinilo. El ftalato de butilbenzilo se ha relacionado con trastornos respiratorios, mieloma múltiple y trastornos reproductivos.

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Continúa la lucha por eliminar estos químicos ineficaces y cancerígenos

Esta investigación confirma los resultados de un estudio anterior que Stapleton y sus colegas hicieron en colaboración con el Grupo de Trabajo Ambiental (EWG, por sus siglas en inglés), donde se descubrió que los niños tenían cantidades 5 veces mayores de sustancias químicas ignífugas en sus cuerpos en comparación con sus madres.

El producto químico en ese estudio, el Tris clorado (TDCPP), se utiliza en el relleno de espuma para hacer sofás, almohadas, colchones y acolchados para alfombras.

El estado de California incluye al TDCPP en la Propuesta 65, una ley que enlista a un grupo de agentes causantes de cáncer que deben llevar una advertencia en todos los productos que lo usan.

La Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor (CPSC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos enlista al TDCPP como un probable cancerígeno. Stapleton fue llamada como testigo ante la CPSC en un juicio para prohibir los retardantes de llama organohalogenados en productos de consumo.

En su testimonio, declaró que a pesar de los cambios en los estándares de inflamabilidad de California que reducen la cantidad requerida de ignífugos en el relleno, su uso no está disminuyendo.

Por desgracia, a pesar de la apasionada petición que Stapleton hizo a la comisión, basada en evidencias científicas, no convenció a todo el consejo de votar a favor de proteger a los ciudadanos. La CPSC votó para aprobar un documento oficial de directrices que recomienda a los fabricantes reducir el uso de este químico, pero se aprobó solo por un voto.

Tenga cuidado con el agua y los alimentos que consume

Una de las razones por las que los organofosforados son tan peligrosos es que pueden ser inhalados, tragados o absorbidos a través de la piel.

Mientras Stapleton investiga el uso de los ignífugos en los artículos para el hogar y productos electrónicos, otros investigadores también están encontrando la presencia de estos químicos comunes en alimentos populares, como la mantequilla de maní, pescado y pavo.

Un estudio publicado en 2012 encontró que casi la mitad de los productos más comprados en un supermercado en Dallas contenían rastros de ignífugos comúnmente usados en los aislantes para los rellenos de espuma. Sin embargo, el equipo solo puso a prueba un ignífugo, el hexabromociclododecano (HBCD).

Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, este químico emite una alta toxicidad para la vida marina y puede alterar el funcionamiento adecuado de las hormonas y reproducción humana. El analista principal del EWG señaló que este químico también se ha encontrado en la sangre del cordón umbilical.

La exposición a los ignífugos puede ocurrir de diversas maneras, incluyendo los alimentos que consume, el agua que bebe y los productos que usa en su hogar o lugar de trabajo. Estos químicos pueden escapar de los productos que los contienen hacia el polvo y aire, y luego se depositan en los alimentos.

En una investigación publicada en 2015 se encontraron rastros de fosfato de tris y fosfato de trifenilo (TPHP) en cada muestra de polvo recolectada de hogares en los Estados Unidos. El 91 % de las muestras de orina de los habitantes contenía metabolitos de fosfato de tris, y el 83 % de los habitantes tenía metabolitos de TPHP.

Otras pruebas han demostrado que el 90 % de los habitantes en los Estados Unidos tenía químicos ignífugos en sus cuerpos, y muchos de ellos tenían seis o más tipos en sus sistemas. Los ignífugos pueden ingresar al suministro de agua al acumularse en las partículas de polvo.

Un estudio demostró la variabilidad estacional de los PBDE al hallar concentraciones más altas de éstos durante las estaciones húmedas en las vías fluviales cercanas a los vertederos.

Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) —que son productos químicos artificiales persistentes que se utilizan en la milicia para crear la espuma para extinguir incendios— también se filtran en los mantos acuíferos. Dos de los más conocidos de este grupo son los PFOA y PFOS, que también se relacionan con la producción de teflón.

La relación del los ignífugos con múltiples problemas de salud

Además de los problemas de salud ya mencionados, los ignífugos se han relacionado con la disfunción tiroidea. Esto es importante, sobre todo para las mujeres embarazadas, ya que podría generar perjudicar el feto.

En un estudio, los investigadores encontraron que un incremento de 10 veces en la cantidad de los PBDE se relacionó con una disminución de la hormona estimulante de la tiroides (TSH, por sus siglas en inglés). Todas las mujeres del estudio con niveles bajos de TSH, a excepción de una participante, tenían niveles normales de la hormona T4 correspondientes al hipertiroidismo subclínico.

Durante el embarazo, el hipertiroidismo se ha relacionado con una alteración en el desarrollo neurológico fetal y un mayor riesgo de nacimiento prematuro o aborto espontáneo, así como un retraso en el crecimiento intrauterino y disminución de las habilidades motoras.

La información más reciente de los investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard también revelo que hay un mayor riesgo de trastornos tiroideos —tales como el hipertiroidismo, hipotiroidismo, bocio y enfermedad de Hashimoto, un trastorno autoinmune de la tiroides— en mujeres que tienen grandes concentraciones de ignífugos en la sangre.

Las mujeres posmenopáusicas tuvieron un riesgo mayor, ya que tenían el doble del efecto en comparación con las mujeres premenopáusicas.

Los investigadores apenas están comenzando a comprender de manera profunda el legado que los ignífugos han dejado en la sociedad. El conjunto de información acumulada sugiere que es probable que haya un impacto en la regulación de la tiroides y propone un posible vínculo entre los ignífugos y las enfermedades tiroideas y diversos tipos de cáncer.

La exposición durante el embarazo también se relaciona con una reducción en las capacidades cognitivas de los niños. Por cada incremento de 10 veces en la exposición prenatal a los PBDE, los investigadores encontraron una disminución de 3.7 puntos en los puntajes de las pruebas de CI.

Esto respalda las investigaciones anteriores y demuestra que no solo hay una disminución en las puntuaciones de CI, sino que estos químicos también se relacionan con una reducción en la capacidad de atención, coordinación de la motricidad fina y capacidades cognitivas.

Aunque esta reducción en el puntaje del coeficiente intelectual parezca pequeña, la exposición masiva a los ignífugos hace que dicha reducción sea grave. Incluso la pérdida de unos cuantos puntos a nivel poblacional puede aumentar el número de niños que necesiten una intervención temprana y de familias que tendrán que lidiar con problemas personales y económicos.

Los ignífugos no cumplen con su función

En 1975, California promulgó la norma de inflamabilidad TB117, que exigía que los muebles y productos para niños fueran capaces de resistir al fuego durante 12 segundos.

Las compañías manufactureras convencieron a los reguladores de que se necesitaba un estándar de inflamabilidad para garantizar la seguridad de las personas. En años recientes, la ciencia ha demostrado que los ignífugos, tales como el TDCPP y HBCD, no retardan el fuego en las situaciones de emergencia que lo requieren.

El estándar inicial de inflamabilidad estaba basado en una ciencia defectuosa y una tergiversación por parte de las compañías químicas. Como resultado, California modificó la norma TB117 por la TB117-2013, un estándar que ya no exige el uso de ignífugos. No obstante, aunque ya no lo exija, el nuevo reglamento tampoco lo prohíbe.

Los estados también tienen la oportunidad de abordar estos problemas en sus propios estatutos para incendios.

Por ejemplo, en el estado de Massachusetts, se actualizaron los estatutos de incendios para lugares públicos, de modo que las áreas que cuenten con sistemas de rociadores pueden amueblar el espacio con aquello que cumplan con la norma TB 117-2013, por lo que dichas áreas son libres de ignífugos. Hoy en día hay una gran cantidad de marcas importantes que ofrecen muebles libres de ignífugos.

Los bomberos enfrentan un riesgo adicional

En los Estados Unidos, casi la mitad de los bomberos creen que el cáncer es el mayor riesgo que enfrentan en cuestión de salud debido a su ocupación.

De hecho, las mujeres que laboran como bomberos en California, que tienen entre 40 y 50 años de edad, han presentado seis veces más probabilidades de desarrollar cáncer de mama que el promedio nacional.Una razón principal son los altos niveles de dioxinas y furanos a los que los bomberos están expuestos cuando las sustancias químicas ignífugas hacen combustión.

Lo que muchos no se percatan es que un objeto tratado con ignífugos también puede incendiarse, ya que éstos solo retrasan el proceso —por unos cuantos segundos— y una vez que se incendia emite niveles mucho más altos del monóxido de carbono, hollín y humo, los cuales son tóxicos, en comparación con un objeto que no fue tratado.

Lo irónico es que esos tres agentes son más propensos a provocar la muerte que una quemadura, lo que significa que los ignífugos podrían hacer que los incendios sean más letales cuando se encuentra en llamas. De acuerdo con la industria química, los muebles que contienen químicos ignífugos incrementan 15 veces el rango de tiempo para escapar en caso de incendio.

Esta afirmación provino de un estudio que utilizaba ignífugos poderosos similares a los usados por la NASA, que proporcionaban 15 segundos adicionales de tiempo para escapar. Pero, ese no fue el mismo tipo de químico utilizado en la mayoría de los muebles.

Las pruebas han demostrado que en realidad las sustancias químicas ignífugas que se utilizan con mayor frecuencia no proporcionan ningún beneficio significativo en caso de un incendio, mientras que sí incrementan la cantidad de sustancias químicas tóxicas en el humo.

De manera adicional, los bomberos están expuestos a estos químicos por medio de sus muebles personales y artículos del hogar, en la estación de bomberos e incendios. Como respuesta a lo anterior, muchas personas y organizaciones de bomberos están desempeñando un papel más activo en la lucha contra el uso de ignífugos en la producción de artículos del hogar.

Ponga a prueba a sus muebles

Como parte del programa educativo de la Universidad de Duke, Stapleton creó un laboratorio para probar el relleno de espuma de los muebles el cual permite que los consumidores envíen hasta cinco muestras pequeñas para que sean analizadas de forma gratuita. Las muestras enviadas por los consumidores se preparan y analizan a través de un espectrómetro de masas para detectar los ignífugos.

Las muestras también se analizan químicamente. Una vez terminado el proceso, los resultados se comparan con los datos de los ignífugos que se conocen y cuando uno de ellos es detectado, se compara con el estándar. La Universidad de Duke utiliza la información en su estudio y envía al consumidor un informe que detalla los hallazgos en cada una de las muestras.

Puede obtener más información sobre este proyecto e instrucciones sobre cómo enviar sus muestras en el sitio web de la Universidad.

Podrá encontrar otros pasos para ayudar a reducir su exposición a los ignífugos en mi artículo anterior, “Estas sustancias químicas ignífugas contaminan el agua potable”.

+ Fuentes y Referencias
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