El objetivo fundamental del Proyecto Genoma Humano de tres mil millones de dólares, fue descubrir los orígenes genéticos de las enfermedades comunes, como el cáncer y la demencia. Basándonos en este conocimiento, los científicos creían poder desarrollar nuevos tratamientos para eliminar las condiciones descontroladas de la población humana.
El proyecto se lanzó en 1990 y se completó en el año 2003. Mientras que se obtuvieron grandes cantidades de información para los biólogos, todos los tratamientos han permanecido inconclusos. Desde que el objetivo de secuenciar 3 mil millones de unidades en la estructura genética humana era demasiado costoso, el National Institutes of Health (NIH, por sus siglas en inglés) diseñó un atajo.
Propusieron evaluar únicamente las zonas donde se encuentran numerosas variantes del ADN, las cuales operan bajo la teoría que dado a que las enfermedades importantes son bastante comunes, la variante genética causante sería aún más común. La teoría no fue exitosa, y los científicos encontraron que una variante común explicaba solo una pequeña parte del riesgo genético.
En el mismo período, John Cairns, biólogo molecular británico, presentó pruebas convincentes de que nuestras respuestas al entorno determinaban la expresión genética. Estos cambios en la expresión genética se logran por factores ambientales externos, como la alimentación, las toxinas y la temperatura (calor y frío).
En otras palabras, el comportamiento del ADN no solo depende de la secuencia con la que se nace, sino que también se ve afectado por los factores epigenéticos que activan o desactivan los genes y desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de las enfermedades.
En otro estudio que demuestra el riesgo asociado con la temperatura, los investigadores encontraron que la exposición crónica a las bebidas calientes podría aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de esófago.
Las bebidas calientes aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de esófago
Estudios anteriores habían reportado una asociación entre consumir té caliente y el riesgo de desarrollar cáncer de esófago. Sin embargo, ningún estudio ha examinado la asociación del uso de estrategias prospectivas y la medición objetiva de las temperaturas de consumo del té.
En cambio, las investigaciones anteriores se habían enfocado en datos históricos retrospectivos, lo que significa que se solicitó a los participantes que recordaran y estimaran la cantidad de té que consumían y a qué temperatura. Los estudios retrospectivos tienen un sesgo subjetivo en la memoria, ya que los participantes pueden no recordar con precisión la información.
El objetivo del presente estudio fue medir objetivamente los efectos de las bebidas calientes en el tejido del esófago y el riesgo futuro de desarrollar carcinomas en las células escamosas del mismo (CCE) mediante la recopilación de información de forma prospectiva. Los investigadores utilizaron un grupo potencial basado en la población de más de 50 000 individuos de 40 a 75 años.
Los individuos vivían en el noreste de Irán entre el 2004 y el 2008, y fueron monitoreados por poco más de 10 años. Para el 2017, se identificaron 317 casos nuevos de CCE en individuos quienes registraron tomar té caliente.
En el estudio actual, los investigadores encontraron que los que consumían más de 700 mililitros (ml) de té al día con una temperatura menor a los 60 °C (140 °F) contaban con un riesgo 90 % mayor de desarrollar CCE que aquellos que bebían menores cantidades.
La investigación fue dirigida por el Dr. Farhad Islami, director estratégico de Cancer Surveillance Research en la Sociedad Americana Contra el Cáncer. Los autores creen que sus resultados fortalecen sustancialmente los estudios anteriores que respaldan una asociación entre el consumo de bebidas calientes y el CCE.
Islami advierte que se necesita una mayor investigación para comprender el mecanismo:
"A muchas personas les agrada beber té, café u otras bebidas calientes. Sin embargo, según nuestro informe, beber té muy caliente puede aumentar el riesgo de cáncer de esófago y, por lo tanto, es recomendable esperar que las bebidas calientes se enfríen antes de ingerirlas".
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Factores de riesgo adicionales del cáncer de esófago
De acuerdo con Sociedad Americana Contra el Cáncer, se prevén más de 17 000 casos de cáncer de esófago en el 2019 y casi 16 000 pacientes morirán por esta causa. Los datos del estudio actual respaldan investigaciones anteriores que llevaron a la Organización Mundial de la Salud a clasificar las bebidas muy calientes como posibles cancerígenos.
Existen numerosos factores que aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de esófago, incluyendo la exposición ambiental regular al consumo de bebidas calientes. Otros factores de riesgo también se encuentran relacionados con la irritación de las células en el esófago.
El esófago es un tubo largo y hueco que abarca desde la garganta hasta el estómago y ayuda a trasladar los alimentos a través del tracto digestivo. El cáncer puede aparecer en cualquier lugar a lo largo del esófago y se clasifica según el tipo de células involucradas en el tumor.
El adenocarcinoma comienza en las glándulas secretoras de mucosidad en el esófago, mientras que el carcinoma de células escamosas comienza en las células delgadas que recubren la superficie del esófago. El carcinoma en las células escamosas es el tipo más común en todo el mundo, mientras que el adenocarcinoma es el más común en los Estados Unidos.
Los factores de riesgo influyen en el desarrollo del cáncer, pero no se encuentran directamente relacionados con su causalidad. Esto significa que algunos con múltiples factores de riesgo pueden no desarrollar cáncer, mientras que aquellos con factores de riesgo no conocidos sí lo harán.
Sin embargo, conocer los riesgos puede ayudarlo a tomar decisiones informadas sobre su estilo de vida y atención médica.
Edad y género — La probabilidad de desarrollar cáncer de esófago aumenta con la edad. Menos del 15 % de los diagnósticos se desarrollan en aquellas personas menores a los 55 años. Los hombres tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de esófago que las mujeres. |
Tabaco y alcohol — Cualquier tipo de tabaco, fumado o masticado, aumenta el riesgo, especialmente el carcinoma de células escamosas. Cuando es combinado con el consumo excesivo de alcohol, el riesgo puede ser aún mayor. Cuanto más largo sea el período de uso, mayor será el riesgo. |
Enfermedad por reflujo gastroesofágico (GERD, por sus siglas en inglés) — Las personas que padecen esta condición muestran un riesgo ligeramente mayor de adenocarcinoma, el cual aumenta con la creciente frecuencia de los síntomas. Si bien el riesgo asociado con el GERD es leve, la condición aumenta el riesgo de desarrollar el síndrome de Barrett, vinculado con un mayor riesgo de CCE. |
Síndrome de Barrett — Esta afección se presenta con una inflamación crónica del tejido del esófago, debido al GERD o esofagitis, incluso en aquellos individuos sin síntomas de acidez estomacal crónica. Las personas con el síndrome de Barrett tienen un riesgo más alto de lo normal de desarrollar cáncer de esófago, pero la mayoría no lo desarrolla. |
Nutrición y obesidad — El sobrepeso aumenta el riesgo de los adenocarcinomas. Una alimentación rica en carne procesada puede aumentar el riesgo, mientras que una alimentación alta en frutas y vegetales se vincula a un riesgo mucho menor. |
Acalasia — En esta condición, los músculos cercanos al estómago en el esófago no se relajan para permitir el paso de los alimentos al estómago. Los alimentos tienden a acumularse en el esófago inferior, donde las células se irritan por la exposición prolongada de los mismos. La acalasia aumenta el riesgo de desarrollar carcinomas de células escamosas. En promedio, aquellos que la padecen tendrán un riesgo mucho mayor y el cáncer puede detectarse aproximadamente 15 años después de que comience la enfermedad. |
Tilosis — Esta es una enfermedad hereditaria muy extraña que desencadena un crecimiento anormal de la piel en las capas superiores de las palmas de las manos y las plantas de los pies. También se producen pequeños bultos en el esófago, lo que aumenta el riesgo de desarrollar carcinomas de células escamosas. |
Virus del papiloma humano (HPV, por sus siglas en inglés) — Existen más de 100 tipos diferentes del virus del papiloma relacionados; una infección con alguno de estos virus puede aumentar el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. Se han encontrado señales del HPV en cerca del 33 % de las personas con cáncer de esófago en Asia y Sudáfrica, pero no en individuos en otras partes del mundo. |
Exposición en el lugar de trabajo — Los vapores químicos, incluyendo los disolventes utilizados en la limpieza en seco, pueden aumentar el riesgo de cáncer de esófago. |
Cómo tratar la enfermedad por reflujo gastroesofágico de manera natural
Mientras que el riesgo de desarrollar cáncer de esófago es únicamente mayor con la enfermedad por reflujo gastroesofágico (GERD, por sus siglas en inglés), esta condición afecta a unos 60 millones de personas en los Estados Unidos, cuyos síntomas característicos son el reflujo ácido o acidez estomacal. Esto crea una sensación de ardor detrás del esternón que a veces se traslada hacia la garganta.
Dado que el GERD no es una enfermedad, sino una condición, es importante reconocer que comúnmente se relaciona con otras condiciones, como con las hernias hiatales o con infecciones por Helicobacter pylori. Aunque las condiciones no se encuentran relacionadas, ambas desencadenan una inflamación crónica de bajo nivel en el recubrimiento del estómago asociado con el desarrollo de úlceras.
Un estudio determinó que el reflujo ácido se había duplicado en los últimos 10 años y señaló que dicho aumento es paralelo al número de personas con obesidad y sobrepeso, ya que estos también son factores de riesgo conocidos.
Si bien casi todo el mundo ha experimentado acidez estomacal en algún momento u otro, cuando esto ocurre más de dos veces por semana con inflamación en el esófago, podría conducir a un diagnóstico de GERD.
Dado que la acidez estomacal crónica afecta a numerosas personas, es lógico que el medicamento desarrollado por la industria farmacéutica sea uno de los medicamentos más utilizados en el mundo.
Los inhibidores de las bombas de protones (PPI, por sus siglas en inglés) en algún momento estuvieron disponibles únicamente con receta médica, pero en la actualidad se encuentran disponibles sin ella. Los medicamentos funcionan al enfocarse en las células productoras de ácido.
Sin embargo, el ácido estomacal es necesario para la digestión y en ocasiones la falta del mismo desencadena al GERD y a la indigestión crónica. En estos casos, los medicamentos en realidad exacerban el problema e incluyen una larga lista de efectos secundarios, con un mayor riesgo de desarrollar infecciones bacterianas, demencia y ataques cardíacos.
La investigación ha demostrado que la alimentación juega un papel crucial en la reducción del reflujo ácido, y los cambios simples pueden corregir los síntomas mejor que los medicamentos.
En mi artículo anterior, "El reflujo ácido podría responder mejor a la alimentación que a los medicamentos," comparto 10 formas naturales para tratar el reflujo ocasional y las razones por las que debe consultar a su médico sobre la posibilidad de abandonar los PPI.
El cáncer es una enfermedad metabólica
El estudio principal destacó el efecto que los irritantes ambientales causan en el desarrollo del cáncer. El Proyecto del Genoma Humano señaló que la mayoría de los tipos de cáncer no cuentan con una base genética. De hecho, las mutaciones genéticas en algunos tipos de cáncer son en realidad un efecto posterior del mal funcionamiento del metabolismo energético en las mitocondrias.
Thomas Seyfried, profesor de biología en el Boston College, es un destacado experto e investigador en el campo del metabolismo del cáncer y la cetosis nutricional. Es uno de los pioneros en la aplicación de la cetosis nutricional para el cáncer, siguiendo los pasos del Dr. Otto Warburg, quien recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1931 por el descubrimiento del metabolismo de las células malignas.
Seyfried sostiene que la disfunción mitocondrial se encuentra en el corazón de muchas enfermedades graves. Este principio fundamental altera las opciones de tratamiento de aquellos que padecen cáncer. Hasta el día de hoy, la industria del cáncer se centra en el efecto posterior del problema y no en la disfunción mitocondrial que puede ser el desencadenante principal.
Aunque algunos tipos de cáncer son el resultado de una inflamación crónica desencadenada por el medioambiente, algunas opciones de tratamiento pueden encontrarse en los cambios nutricionales. En el artículo anterior, "Optimice su salud mitocondrial”, analizo más sobre las investigaciones anteriores, así como la prevención y los tratamientos de hoy en día".
Beneficios del café y el té para la salud
Aquellos que experimentaron un mayor riesgo de desarrollar cáncer de esófago en el estudio presentado, ingerían líquidos a más de 60 °C (140 °F). Es importante no subestimar los avances y recordar que existen beneficios de beber café y té orgánicos sin azúcar, cuando se toma en cuenta la temperatura de las mismas.
Después del agua, el café y el té son las bebidas más consumidas en todo el mundo. Además, son las fuentes más importantes de cafeína y polifenoles antioxidantes en los Estados Unidos. El té es más popular en Asia y el café en América del Norte y del Sur.
El consumo de té verde se ha relacionado con una reducción en el riesgo de apoplejías, diabetes y depresiones, y ha demostrado mejoras en la presión arterial, en la obesidad abdominal y en los niveles de glucosa. Aunque se han realizado más estudios sobre el té verde, en general, cuanto menos se oxide, menor será el contenido de cafeína y mayor será el nivel de antioxidantes.
Los diferentes tipos de té incluyen: té negro, té verde, té blanco y té oolong. El té blanco es el menos procesado, mientras que el oolong es semioxidado, colocándolo entre el verde y el negro en términos de cafeína y niveles de antioxidantes.
La investigación presentada en una reunión del Asociación Americana del Corazón demostró que los beneficios del consumo de café incluyen un riesgo 7 % menor de desarrollar insuficiencia cardíaca y un riesgo 8 % menor de accidentes cerebrovasculares por cada taza de café adicional consumida por semana.
Otra investigación ha relacionado al café con un menor riesgo de desarrollar cáncer, enfermedades del hígado graso no alcohólico y diabetes.
Consumir café también se ha relacionado con un menor riesgo de tumores cerebrales por glioma y una mejor función cerebral, ya que otras investigaciones demuestran que una o dos tazas de café al día pueden reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer y otros tipos de demencia.
Beber café puede mejorar la memoria a largo plazo y el café con cafeína puede mejorar la atención y el estado de alerta mientras disminuye el riesgo de depresión.