El café es una de las bebidas más populares en el mundo. En los Estados Unidos, las estadísticas demuestran que más de la mitad de la población toma café de forma cotidiana. Además, estas personas beben 3.1 tazas de café al día.
En los últimos años, el café al igual que otras bebidas populares y el té, se han identificado como una bebida saludable, siempre y cuando se ingieran en cantidad óptimas. El consumo de café se relaciona con un menor riesgo de muerte prematura y enfermedades cardiacas, cáncer, diabetes, cirrosis y enfermedad del hígado graso no alcohólico. Por otro lado, el té se ha relacionado con un menor riesgo de derrame cerebral, diabetes y depresión, así como mejor nivel de presión arterial, tasas más bajas de obesidad y niveles moderados de glucosa.
Agregar crema en el café, y para algunas personas, en el té, puede cambiar todo, más allá que solo el sabor. Está relacionado con la temperatura, pero se ha convertido en un gran debate durante décadas e incluso siglos. Según informes, los científicos quedaron fascinados con un video en cámara lenta (grabado en 2 000 fotogramas por segundo) de una gota de leche en una taza de café caliente, porque la gota flotó durante unos nanosegundos.
El video presentado indica que cuando se mezclan dos líquidos combinables, por lo general se fusionan de inmediato. Pero, cuando hay un breve retraso antes de hundirse, la base de la leche calienta una pequeña cantidad, pero suficiente para que se enfríe la superficie del café directamente debajo de esta.
“Las moléculas tanto en la leche como en el café comienzan a moverse en una dirección circular, lo que guía el flujo de aire alrededor del fondo de la gota, lo que crea suficiente presión para" levitar" la gota. Los investigadores indican que teóricamente una gota de leche podría levitar eternamente, siempre y cuando el café se mantuviera caliente y la leche permaneciera fría".
John Bush, profesor de Matemática Aplicada en el MIT, indica que si fuera posible mantener la diferencia de temperatura, la crema podría "levitar" indefinidamente, y que si bien sería más fácil poner una gota caliente en un baño frío, funcionaría si pudiera agregar algún tipo de elemento calefactor en el interior de la gota.
La parte importante del debate, según expone el video, es que el descubrimiento va mucho más allá del café o té y la leche, porque mantener los líquidos separados es crucial en otros ámbitos, como la impresión de inyección de tinta y las pruebas de ADN. De hecho, los científicos señalan que podría influir en la forma en que avanza la tecnología y mejorar la comprensión de los científicos sobre cómo se comportan las gotas en la naturaleza.
¿Qué se vierte primero, la leche o el té?
El escritor y editor, Steve Rousseau, de Digg está de acuerdo en que las personas deberían poner su crema en el café antes que la leche, pero por razones más simples. "Si primero vierte la crema, y luego agrega el café, todo se agitará". Entonces, agregar primero la crema podría dificultar agregar la cantidad adecuada, pero solo al principio, indica. Con práctica, debería poder lograrlo.
En Inglaterra, donde la preferencia en bebidas se inclina hacia el té más que al café, The Guardian, un periódico fundado en 1821, publicó un artículo en 2014 que decía que había pruebas científicas para hacer la taza de té británico perfecto, "el descubrimiento más importante en la historia de humanidad. Y el fuego era el segundo más importante, ya que es necesario para hervir el agua”. La leche debe verterse primero en la taza.
Quién pensaría que este tema se convertiría en una controversia El artículo señaló que el Dr. Stapley, de la Universidad de Loughborough, comprobó la teoría y concluyó que era "incorrecto" verter leche en la taza después del agua hirviendo, ya que causaba que la leche se calentara de manera desigual, porque las proteínas en la leche "se aglomeraban", lo que cambiaba tanto la textura como el sabor. Pero, además del agua y la leche, también hay que considerar la bolsita de té y el orden en que se agrega en la taza.
Asimismo, refutó cualquier sugerencia de que el café podría ser más popular que el té en Gran Bretaña, en especial con la historia accidentada de la hoja de té, que fue el tema que un autor denominó como "el mayor acto individual de espionaje corporativo en la historia".
Luego, tenemos el debate sobre la temperatura del agua utilizada para hacer la taza de té perfecta, que supuestamente debe mantenerse en el punto de ebullición incluso mientras se vierte. Otro argumento es que el agua no debe hervirse más de una vez porque podría ocasionar que el té tenga un sabor "insípido". Una declaración de Yorkshire Tea sostiene que deben implementarse ciertos protocolos para "convertir una humilde bolsita de té en una taza de té de primera".
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No se trata del café o la crema; es una cuestión de química
A principios de los años 20 ocurrió un experimento interesante. El matemático Ronald Fisher, sabiendo que a una bióloga investigadora de algas llamada Muriel Bristol le gustaba la leche en su té, le preparó una taza, pero cometió el error de verter primero la leche. Bristol estaba indignada, e insistía en que se debía agregar leche al té, y no al revés.
Provocado por su mezquindad, el argumento de Fisher fue que, en términos termodinámicos, ¿cuál podría ser la diferencia al verter primero alguno de los dos en la taza? Bristol respondió que eso marcaba una diferencia para ella y que podía apreciarla en el sabor. Debe haber sido un debate interesante para los espectadores que deambulaban para saber si la discusión se convertiría en una pelea a golpes.
Entonces, William Roach, el prometido de Bristol, sugirió un experimento improvisado. Así que, alinearon ocho tazas de té de forma aleatoria ante Bristol. Solo Fisher y Roach sabían cuáles eran las cuatro tazas que tenían leche vertida antes del té y en cuáles se había vertido primero el té. Imagine el disgusto y desconcierto de Fisher cuando Bristol acertó correctamente en cada taza. El Instituto de Historia de las Ciencias explica:
“Resulta que, por razones químicas, no es lo mismo agregar té en la leche que agregar leche en el té. Nadie lo sabía en ese momento, pero las grasas y proteínas en la leche, que son hidrófobas, o que odian el agua, pueden enroscarse y formar pequeños glóbulos cuando la leche se mezcla con el agua. En especial, cuando se vierte leche en un té caliente hirviendo, las primeras gotas de leche que salpican se dividen y aíslan.
Al estar rodeados de líquido caliente, estos glóbulos aislados se escaldan y las proteínas de suero de la leche en su interior, que se extienden a alrededor de 160 °F, cambian de forma y adquieren un sabor a caramelo quemado. … Por el contrario, verter té en la leche evita el aislamiento de los glóbulos, que minimiza el escaldado y la producción de sabores desagradables”.
A principios de los años 20, los estándares y controles científicos eran inusuales, y los métodos utilizados eran burdos. El interesante giro de los acontecimientos en la fiesta del té se convirtió en algo fundamental para Fisher porque no pudo evitar reflexionar sobre las implicaciones del análisis estadístico. Como su trabajo consistía esencialmente en descubrir métodos de prueba más precisos para ensayos clínicos (entonces llamados simplemente experimentos), había surgido la oportunidad y la provechó.
Fisher utilizó las pruebas del té con Bristol y amplió sus adaptaciones para hacer aserciones científicas en los meses siguientes. Escribió sobre este trabajo en su libro, "The Design of Experiments", así como su primer trabajo, "Statistical Methods for Research Workers". Expuso conceptos para el análisis estadístico, muchos todavía se utilizan en la actualidad, principalmente porque esta "tormenta en la tetera", por así decirlo, se convirtió en la base de las secuencias de predicción y conteo. De hecho, Fisher señaló que:
“Nuestro experimento consistió en mezclar ocho tazas de té, cuatro de una manera y cuatro en la otra, y presentarlas ante el sujeto al azar.
El sujeto recibía indicaciones previas sobre lo que consistiría la prueba; es decir, que serían cuatro de cada tipo, y que se le presentarían de manera aleatoria, que es un orden indeterminado y arbitrario de elección humana, y en cambio de manipulación real del mecanismo físico usado en juegos de azar".
Beneficios del café, pero no de la crema en polvo
De acuerdo con un estudio realizado en 2017, parece irrelevante que tomar café esté relacionado con un sinnúmero de ventajas, como una mejor función cerebral, memoria a largo plazo y salud cardiaca, así como toda una variedad de beneficios diferentes.
Pero una sustancia conocida como acrilamida, un carcinógeno conocido y posible neurotoxina, se ha identificado como un problema potencial durante la preparación de café, o más concretamente, en función de la forma en que se prepara. Es una sustancia química creada cuando los alimentos ricos en carbohidratos se cocinan a altas temperaturas, pero también se encuentra en el agua potable, aguas residuales y alimentos carbonizados. Un juez en California dictaminó que, por este motivo, el café debería venir con una advertencia de cáncer.
Además, algunos sostienen que la cafeína (una razón por la que el café, té y chocolate son tan populares) puede causar algún trastorno del sueño, por lo que podría convertirse en un riesgo para la salud. Los descubrimientos indican que el chocolate oscuro, más que el chocolate con leche, es saludable al consumirse con moderación. Pero, agregar crema en polvo falsa al café y té, o lo que a menudo parece crema, puede ser muy problemático.
Los ingredientes como los aceites parcialmente hidrogenados, jarabe de maíz de alta fructosa, glutamato monosódico, fosfato dipotásico y muchas otras sustancias derivadas químicamente hacen que su “crema en polvo” constituya más bien un producto artificial riesgoso a base de químicos con buen sabor.
Las investigaciones sugieren que hay una mejor manera de mezclar la crema con su café. El resultado indica que, hay una razón científica por la cual los chefs gourmet, antes de agregar crema en una receta, algunas veces primero combinan pequeñas cantidades del platillo con esta por separado y lo mezclan antes de verterlo en el producto final.