En los Estados Unidos se estima que 3.2 millones de adolescentes entre 12 y 17 años de edad sufren de depresión, con al menos un episodio depresivo mayor al año.
Esto representa el 13.3 % de los adolescentes, que experimentan un período de al menos dos semanas con depresión, pérdida de interés en su rutina y otros síntomas, como problemas de sueño, apetito, energía, concentración o autoestima.
La depresión entre los adolescentes está en aumento, con un incremento de hasta el 30 % en los últimos 10 años. Numerosos factores diferentes pueden influir, pero uno que pasa desapercibido es la alimentación, especialmente aquella no saludable basada en alimentos procesados y comida rápida.
Comida chatarra relacionada con la depresión en adolescentes
Investigadores de la Universidad de Alabama en Birmingham investigaron la importancia de dos factores alimenticios en los síntomas de la depresión entre los adolescentes, en este caso los adolescentes afroamericanos que pueden tener un mayor riesgo de consumir alimentos poco saludables y depresión.
Evaluaron la eliminación de sodio y potasio en la orina de 84 adolescentes de bajos ingresos-. Los niveles más elevados de sodio en la orina pueden indicar un consumo elevado de sodio, como alimentos procesados y bocadillos salados. Mientras que, los bajos niveles de potasio indican una carencia de frutas, verduras y otros alimentos saludables ricos en potasio en la alimentación.
Como es de esperar, las tasas más elevadas de eliminación de sodio y potasio se relacionaron con síntomas más frecuentes de depresión durante el seguimiento.
"Este estudio fue el primero en demostrar la relación que existe entre los indicadores objetivos de una alimentación poco saludable y los cambios posteriores en los síntomas depresivos durante la juventud", señaló el estudio.
Es probable que el consumo de alimentos con alto contenido de sodio y bajo contenido de potasio pueda desarrollar síntomas de depresión al influir negativamente en los neurotransmisores y la función neuronal durante un período vulnerable.
"Dado el desarrollo sustancial del cerebro que ocurre durante la adolescencia, las personas en este período pueden ser particularmente vulnerables a los efectos de la alimentación sobre los mecanismos neurales que subyacen en la regulación de las emociones y la depresión", redactaron los investigadores.
Asimismo, una mala alimentación influye en el desarrollo de la depresión al alterar el microbioma intestinal, lo que podría afectar aún más la función cerebral.
Estudios anteriores también han confirmado la relación que existe entre la alimentación y la depresión entre los niños y adolescentes.
Cuando los investigadores revisaron sistemáticamente 12 estudios que involucraban niños y adolescentes, se reveló una relación entre una alimentación poco saludable con una mala salud mental, así como una alimentación de buena calidad con una buena salud mental.
El consumo de comida chatarra también se ha relacionado con enfermedades mentales y comportamientos violentos en niños y adolescentes, los cuales incluyen preocupación, depresión, confusión, insomnio, ansiedad, agresión y falta de autoestima, así como enfrentamientos físicos, victimización y acoso escolar.
Relación entre una mala alimentación y depresión en adultos
Mientras que los adolescentes pueden ser especialmente vulnerables a los efectos negativos de una mala alimentación, los adultos también pueden sufrir enfermedades mentales debido a una alimentación basada en alimentos poco saludables.
Una alimentación inflamatoria, la cual puede incluir un consumo elevado de alimentos procesados, se relacionó con una recurrencia de síntomas depresivos en mujeres.
Del mismo modo, en el 2018, una revisión sistemática y un metanálisis con un total de 101 950 participantes también encontraron una relación entre una alimentación proinflamatoria y un mayor riesgo de depresión. Las personas que se sometieron a una alimentación proinflamatoria mostraban hasta 1.4 veces más probabilidades de desarrollar depresión.
"Por lo tanto, implementar una alimentación antiinflamatoria puede ser una intervención efectiva o un medio preventivo para reducir el riesgo y los síntomas de la depresión", de acuerdo con el estudio.
El consumo de azúcar, un alimento inflamatorio, también se encuentra relacionado con los trastornos mentales comunes y la depresión. La investigación publicada en el 2002 también encontró una "correlación altamente significativa entre el consumo de azúcar y la tasa anual de depresión".
Los hombres que consumían más de 67 gramos de azúcar por día tenían una probabilidad 23 % mayor de desarrollar ansiedad o depresión en el transcurso de cinco años, en comparación con aquellos cuyo consumo de azúcar era inferior a 39.5 gramos por día.
Se discutieron diferentes mecanismos potenciales sobre las razones por las cuales una alimentación alta en azúcar puede influir en el riesgo de depresión, incluyendo las siguientes:
- El azúcar puede disminuir los niveles del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), lo que causa atrofia del hipocampo durante la depresión
- El consumo de azúcar puede aumentar los marcadores inflamatorios circulantes, lo que podría conducir a un estado de ánimo deprimido
- Una alimentación alta en azúcar puede causar una respuesta exagerada de insulina, la cual influye en los niveles hormonales y el estado de ánimo
- El azúcar desarrolla efectos similares a una adicción, que podría influir en la dopamina y el estado de ánimo
- Una alimentación alta en azúcar puede provocar obesidad, lo que contribuye a la depresión a través de vías inflamatorias, así como a factores psicosociales
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Es importante consumir alimentos reales para una buena salud mental
Puede mejorar su estado de ánimo y su salud mental al mejorar su alimentación. Con base en la evidencia actual, los investigadores incluso compilaron una lista de cinco recomendaciones alimenticias para prevenir la depresión. La premisa básica es consumir alimentos reales. Las cinco estrategias incluyen lo siguiente:
- Seguir patrones alimenticios "tradicionales"
- Aumentar el consumo de frutas, verduras, nueces y semillas
- Consumir muchos alimentos ricos en grasas omega-3
- Reemplazar los alimentos poco saludables con alimentos nutritivos y saludables
- Limitar el consumo de alimentos procesados, comida rápida, repostería y golosinas comerciales
Este último es realmente importante, debido a los aditivos en los alimentos procesados, como los emulsionantes. Investigaciones anteriores han demostrado que añadir los emulsionantes CMC y P80 desarrolla una inflamación de bajo grado, obesidad y anomalías metabólicas en ratones, mientras daña el microbiota intestinal.
Debido a que el intestino y el cerebro se comunican a través del eje intestinal-cerebral, la alteración de los microbios en el intestino puede influir en la ansiedad y el comportamiento, lo que lleva a los investigadores a especular que el consumo de emulsionantes también puede influir en la salud mental y el comportamiento.
Asimismo, en el 2015, se descubrió previamente que las bajas concentraciones de emulsionantes (CMC y P80) desarrollaban una inflamación de bajo grado, obesidad y síndrome metabólico en ratones.
"La depresión y la inflamación se alimentan entre sí", redactaron los investigadores en el American Journal of Psychiatry, y añadieron que, en el caso de la inflamación, "la depresión aviva las llamas y se alimenta del calor".
Es importante consumir suficientes grasas omega-3 antiinflamatorias, ya sea de salmón salvaje de Alaska, sardinas, arenque, caballa y anchoas o por medio de un suplemento de alta calidad de omega-3 de origen animal.
Las vitaminas B también son importantes, mientras que los bajos niveles de vitaminas B son bastante comunes en pacientes con depresión, y se ha demostrado que sus suplementos mejoran los síntomas.
Además, en un estudio de 9700 hombres vegetarianos (incluyendo un pequeño número de veganos), se encontró que tenían mayores probabilidades de sufrir depresión que aquellos que consumían carne, incluso después de ajustar variables como el estado laboral, los antecedentes familiares y el número de hijos.
Los vegetarianos tienden a consumir menos grasas omega-3, vitamina B12 y folato, lo que podría afectar el riesgo de depresión.
En el caso del folato, ayuda al cuerpo a producir neurotransmisores que regulan el estado de ánimo, como la serotonina y la dopamina. Un estudio del 2012 encontró que las personas que consumieron mayores cantidades de folato mostraban un menor riesgo de depresión que aquellas que comieron menores cantidades.
Abordar las deficiencias de nutrientes, así como optimizar la alimentación, es clave para la salud mental y debería ser la estrategia más importante para tratar la depresión.
Cómo mejorar la alimentación en los adolescentes
Está claro que la salud mental depende, al menos en parte, de la alimentación. Aún se desconocen los métodos para lograr que los adolescentes mejoren su alimentación, al considerar que son la población que más comida chatarra comen. Pero, ¿cómo se puede lograr? Haciéndoles saber que son manipulados por los mercadólogos.
Los estudiantes que leyeron una exposición que revelaba las prácticas manipuladoras utilizadas por las compañías de mercadotecnia optaron por consumir menos cantidades de comida chatarra y mayores cantidades de agua en lugar de refrescos.
Los estudiantes que leyeron sobre la manipulación de la industria de la comida chatarra también eligieron alimentos más saludables por el resto del año escolar, que es un período de tres meses aproximadamente.
Aprovechar el deseo natural de los adolescentes de rebelarse contra la autoridad demostró ser una forma efectiva de provocar cambios significativos en sus elecciones alimenticias.
Enseñar a los niños a tener buenos hábitos alimenticios desde una edad temprana puede alterar su salud significativamente, incluso más allá del estado de ánimo y la depresión. En un estudio, consumir comida rápida tres veces o más por semana se relacionó con un mayor riesgo de asma grave, rinitis y eczema.
Los niños que consumen mayores cantidades de comida rápida también muestran un menor progreso académico, con un puntaje 20 % más bajo en comparación con aquellos que no consumieron comida rápida.
Un estudio británico también reveló que los niños que consumían alimentos procesados a los 3 años mostraban puntuaciones de CI más bajas al cumplir los 8.5 años.
La mercadotecnia de la comida chatarra se dirige a la juventud
Sin embargo, los niños se encuentran expuestos a la mercadotecnia de la comida chatarra cerca de 27.3 veces al día, ya sea en casa, en espacios públicos e incluso en la escuela. La mercadotecnia de las bebidas azucaradas, comida rápida, dulces y bocadillos fueron los tipos más comúnmente encontrados en un estudio que involucraba niños.
Con el continuo bombardeo de mercadotecnia y la naturaleza altamente adictiva de la comida chatarra, es fácil caer en una alimentación poco saludable. Como resultado, incluso la Organización Mundial de la Salud se encuentra solicitando una mayor protección para los niños contra los efectos nocivos de la comida chatarra y su mercadotecnia:
"Se ha demostrado que la publicidad de los alimentos y otras formas de mercadotecnia influyen en las preferencias alimenticias de los niños, así como en el comportamiento de compra y el comportamiento alimenticio general. La mercadotecnia también se ha relacionado con un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad en los niños.
Los hábitos que los niños desarrollan de manera temprana pueden alentarlos a adoptar prácticas alimenticias poco saludables que persisten hasta la edad adulta, lo que aumenta la probabilidad de sobrepeso, obesidad y problemas de salud relacionados, como diabetes y enfermedades cardiovasculares".
La depresión, por desgracia, también se puede incluir a esos problemas de salud, por lo que, además de moldear una mejor alimentación para su hijo adolescente al hacerlo usted mismo, se recomienda expresar seriamente los motivos que existen detrás de los anuncios de la comida chatarra.
Simplemente puede incitar a su hijo a rebelarse de una mejor manera y elegir alimentos más saludables y reales en lugar de basura procesada.
Por último, si considera que su hijo sufre de depresión, es necesario vigilar de cerca los síntomas que pueden indicar los pensamientos de suicidio. Para mayor información consulte la Línea de Vida Nacional Para la Prevención de Suicidios, al número gratuito: 1-800- 273-TALK (8255) o llame al 911, o simplemente acuda a una Sala de Urgencias del Hospital más cercano.