En los Estados Unidos, cerca de 17.3 millones de los adultos (7.1 % de la población adulta) experimentaron al menos un episodio depresivo mayor en el 2017. Las tasas más elevadas se reportan en las personas con edades comprendidas entre 18 y 25 años.
Sin embargo, no solo hay evidencia de que la depresión es sobrediagnosticada, sino también hay pruebas que demuestran que habitualmente es mal atendida.
Con respecto al sobrediagnóstico, un estudio realizado en 2013 encontró que de hecho solo el 38.4 % de los participantes con depresión identificada por un médico cumplia con los criterios del DSM-4 para un episodio depresivo mayor, y solo el 14.3 % de las personas de 65 años y mayores cumplía con los criterios.
En cuanto al tratamiento, a la gran mayoría se le receta medicamentos antidepresivos, a pesar de que prácticamente no hay evidencia que sugiera que le brindan ayuda significativa, y hay muchas pruebas que demuestran que los daños son mayores de lo que se les indica a los pacientes.
Según un estudio realizado en 2017, 1 de cada 6 personas en los Estados Unidos entre las edades de 18 a 85 años tomaba medicamentos psiquiátricos, la mayoría de ellos son antidepresivos, y el 84.3 % informó un uso a largo plazo (tres años o más).
De los 242 millones de adultos de los Estados Unidos, se descubrió que el 12 % había proveído una o más recetas de antidepresivos, específicamente, en 2013.
Según los datos presentados por un grupo de control, cientos de miles de niños pequeños también son medicados con potentes fármacos psiquiátricos, lo que plantea serias preguntas éticas, junto con dudas sobre la salud mental y física futura de estos niños.
Además, los estudios recientes proporcionan la muy necesaria aclaración sobre la naturaleza adictiva de muchos antidepresivos, y demuestran que los beneficios de estos medicamentos se han exagerado mientras que sus efectos secundarios, incluyendo los pensamientos suicidas, se han minimizado y omitido durante décadas, lo cual ha colocado a los pacientes en un riesgo innecesario.
El mito del desequilibrio químico
Un investigador responsable de concientizar sobre estas importantes enfermedades mentales es el profesor Peter C. Gøtzsche, médico-investigador danés y crítico abierto de la industria farmacéutica (como sugiere su libro titulado Deadly Medicines and Organized Crime: How Big Pharma Has Corrupted Healthcare).
Gøtzsche ayudó a fundar la Colaboración Cochrane en 1993 y luego inauguró el Centro Nórdico Cochrane. En 2018, fue expulsado por la junta directiva de Cochrane luego de la publicación de una crítica mordaz sobre una revisión Cochrane de la vacuna contra el VPH, en la que, junto con sus coautores, señaló diversos defectos metodológicos y conflictos de intereses.
En los últimos años, Gøtzsche ha publicado una serie de artículos científicos sobre antidepresivos y artículos en los medios, así como un libro que habla sobre los hallazgos. En un artículo del 28 de junio de 2019, Gøtzsche aborda "el mito dañino" de los desequilibrios químicos, una hipótesis desacreditada que, hasta el día de hoy, continúa impulsando el uso de antidepresivos. Escribe, en parte:
"De forma rutinaria, los psiquiatras les indican a sus pacientes que están enfermos porque tienen un desequilibrio químico en el cerebro y que recibirán un medicamento que lo corregirá...
El verano pasado, junto con uno de mis investigadores, recopilamos información sobre la depresión de 39 sitios web populares en 10 países, y descubrimos que 29 (74 %) sitios web atribuyeron la depresión a un desequilibrio químico o afirmaron que los antidepresivos podrían corregir o solucionar ese desequilibrio...
Nunca se ha podido demostrar que los trastornos mentales comunes empiecen con un desequilibrio químico en el cerebro. Y los estudios que lo afirman no son confiables.
Por ejemplo, una diferencia en los niveles de dopamina entre pacientes con esquizofrenia y personas sanas no puede decirnos nada sobre lo que comenzó la psicosis... [S]i un león nos ataca, nos asustamos terriblemente y producimos hormonas del estrés, pero esto no prueba que nos asustamos por causa de las hormonas del estrés.
A menudo, las personas con psicosis han padecido experiencias traumáticas en el pasado, por lo que debemos percibir estos traumas como factores causales coadyuvantes, y no limitar este padecimiento a un desequilibrio bioquímico que, de existir, lo más probable es que fuera debido a la psicosis, en lugar de su causa.
El mito sobre el desequilibrio químico es sumamente perjudicial. Hace que las personas crean que hay algo muy mal en ellos, y algunas veces incluso se les indica que es hereditario.
El resultado es que los pacientes continúan tomando medicamentos nocivos, año tras año, tal vez incluso de por vida. Temen lo que sucedería si se detuvieran, en especial cuando los psiquiatras les han dicho que su situación es como la de los pacientes con diabetes que necesitan insulina".
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La causa real de la depresión es a menudo omitida
Según Gøtzsche, no se conoce ninguna enfermedad mental causada por un desequilibrio de sustancias químicas cerebrales. En muchos casos, la verdadera causa es desconocida, pero "muy a menudo es una respuesta a circunstancias de la vida que son poco saludables", escribe.
También, cita el libro titulado Anxiety—The Inside Story: How Biological Psychiatry Got It Wrong, escrito por el Dr. Niall McLaren, en el que el autor demuestra que la ansiedad es un factor importante y desencadenante de la mayoría de los trastornos psiquiátricos.
"Es un psiquiatra que respeto mucho, quien solo utiliza medicamentos psiquiátricos en casos raros... ha dicho que la mayoría de las personas están deprimidas porque llevan vidas muy deprimentes", escribe Gøtzsche.
“Ningún medicamento puede ayudarnos a vivir una vida mejor. En ensayos controlados por placebo, nunca se ha demostrado que un medicamento psiquiátrico pueda mejorar la vida de las personas.
Por ejemplo, al ayudarlas a regresar al trabajo, mejorar sus relaciones sociales, rendimiento en la escuela, o prevenir el crimen y delincuencia. Los medicamentos pueden agravar la vida de las personas, al menos a largo plazo".
Gøtzsche señala acertadamente que los medicamentos antipsicóticos no solucionan, sino que pueden producir los desequilibrios químicos. Como grupo, también tienen un nombre erróneo, ya que no abordan los estados psicóticos.
Por el contrario, son tranquilizantes y vuelven pasivos a los pacientes. Sin embargo, relajar a un paciente no ayuda a curar el trauma subyacente que, en muchos casos, es lo que desencadenó en primer lugar la psicosis.
Como señaló un metanálisis de 2012 de estudios que analizan el trauma infantil, incluyendo el abuso sexual, físico, emocional/psicológico, así como el abandono, muerte de los padres, acoso escolar y riesgo posterior de psicosis:
"Hubo relaciones significativas entre la adversidad y psicosis en todos los diseños de investigación... Los pacientes con psicosis tenían 2.72 veces más probabilidades de estar expuestos a situaciones adversas durante su infancia, en comparación con los controles...
El riesgo atribuible estimado de la población fue del 33 % (16 % - 47 %). Estos descubrimientos indican que las situaciones adversas durante la infancia están muy relacionadas con un mayor riesgo de psicosis".
Economía de influencia en el área psiquiatrica
Un artículo relacionado, escrito por el periodista de investigación, Robert Whitaker, en 2017, aborda la "economía de influencia" que impulsa el uso de medicamentos antidepresivos en el tratamiento psiquiátrico, así como el "daño social" resultante.
Como señaló Whitaker, los trastornos mentales fueron clasificados inicialmente según un modelo de enfermedad en 1980 por la Asociación Americana de Psiquiatría.
"Todos estamos familiarizados con la segunda economía de influencia que ha generado una influencia corruptora en la psiquiatría; es decir, el dinero de fuentes farmacéuticas. Considero que, realmente la influencia del gremio es el mayor problema", escribe.
Whitaker detalla la corrupción dentro de la APA en su libro titulado Psychiatry Under the Influence, una de ellas "la historia falsa que se cuenta al público sobre los medicamentos que solucionan los desequilibrios químicos del cerebro". Otras formas de conductas deshonestas incluyen:
- Los diseños tendenciosos en los ensayos clínicos para lograr un resultado predeterminado
- Resultados sesgados para apoyar conclusiones preconcebidas
- Encubrimiento de malos resultados a largo plazo
- Ampliación de las categorías de diagnóstico con fines comerciales
- Creación de directrices de ensayos clínicos que promuevan el uso de medicamentos
En su artículo, Whitaker continúa examinando una revisión del 2017 publicada en el American Journal of Psychiatry, que según Whitaker "defiende los protocolos actuales de la profesión para prescribir antipsicóticos, que incluye su uso regular a largo plazo".
Como señala Whitaker, existe una amplia evidencia que demuestra que los antipsicóticos podrían agravar los resultados a largo plazo en las personas diagnosticados con trastornos psicóticos, como la esquizofrenia.
La revisión en cuestión, dirigida por el Dr. Jeffrey A. Lieberman, tenía como objetivo responder preguntas constantes, planteadas por la acumulación de tales evidencias. Por desgracia, sus conclusiones descartaron la preocupación de que el paradigma actual de los medicamentos podría hacer más perjuicial que beneficioso.
"En un comunicado de prensa posterior y un video para un comentario de Medscape, Lieberman lo promocionó como la prueba de que los antipsicóticos son muy beneficiosos, que los protocolos de psiquiatría están bien, y que los críticos son personas 'nefastas' que intentan causar daño", escribe Whitaker.
El sesgo científico del tratamiento psiquiátrico
Cinco de los ocho investigadores enlistados en la revisión tienen vínculos financieros con empresas farmacéuticas, tres son oradores de diversas farmacéuticas y todos son psiquiatras, "y por lo tanto hay un interés del 'gremio' manifiesto en esta revisión, dado que investigan si uno de sus tratamientos es perjudicial a largo plazo”, señala Whitaker.
No es de sorprender que la revisión haya ignorado los estudios que demuestran efectos negativos, incluyendo a los estudios que demuestran que los antipsicóticos tienen un efecto perjudicial sobre el volumen cerebral.
Además, si bien los estudios de abstinencia respaldan el uso de antipsicóticos como terapia de mantenimiento a largo plazo, estos estudios no abordan cómo los medicamentos pueden afectar la salud de los pacientes a largo plazo.
"Simplemente, revelan que una vez que una persona utiliza el medicamento de forma estable, es probable que sufra una recaída depues de dejar el medicamento", escribe hitaker. “El enfoque en los resultados a largo plazo, al menos como lo presentan los críticos, proporciona evidencia de que la psiquiatría debería adoptar un protocolo de uso selectivo.
Si los pacientes que han tenido un primer episodio no reciben antipsicóticos de inmediato, hay un porcentaje significativo de recuperación, y esta 'recuperación espontánea' producirá un buen proceso a largo plazo.
En cuanto a los pacientes tratados con medicamentos, el objetivo sería minimizar su uso a largo plazo, ya que existe evidencia de que, en general los antipsicóticos pueden empeorar los resultados a largo plazo".
La gran mayoría de los pacientes psicóticos son perjudicados
En su análisis sobre la revisión de Lieberman, Whitaker detalla cómo la perspecitiva tendenciosa influyó en las conclusiones de la revisión. Es un artículo bastante largo, pero vale la pena leerlo si desea comprender cómo una revisión científica podría sesgarse de acuerdo con una visión preconcebida.
Sin embargo, los detalles que quiero resaltar incluyen a los hallazgos relacionados con el número necesario de tratamiento (NNT) y porcentaje de pacientes perjudicados por el uso rutinario de medicamentos antipsicóticos, como tratamiento de primera línea.
Como señaló Whitaker, si bien los estudios controlados por placebo revelan la efectividad de un medicamento, en comparación con una sustancia inerte, no revelan de manera efectiva la relación beneficio/daño entre la población de pacientes. El NNT se refiere a la cantidad de pacientes que tienen que tomar el medicamento para obtener una respuesta positiva.
Un metaanálisis citado en la revisión de Lieberman tenía un NNT de 6, lo que significa que para que uno se beneficiara del tratamiento, seis pacientes debían tomar el medicamento. Los cinco pacientes restantes (83 %) posiblemente eran perjudicados por el tratamiento. Como señaló Whitaker:
“El punto es que, los revisores que buscan promover su tratamiento farmacológico como efectivo solo buscarán que produzca una respuesta superior al placebo. Esto representa un protocolo universal para todos.
Los revisores que deseen evaluar el efecto beneficio-perjuicio del tratamiento en todos los pacientes verán los números NNT. En este caso, los cálculos de NNT abogan por el uso selectivo de medicamentos...".
El uso de antidepresivos no es beneficioso a largo plazo
Aunque, en general los antidepresivos no son tan destructivos como los antipsicóticos, también pueden dejar un rastro de destrucción a su paso.
Una revisión sistemática realizada por Gøtzsche, publicada en 2019, encontró que los estudios que evalúan el daño de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (SSRIs) no proporcionan una imagen clara y precisa de los daños y, por lo tanto, "no pueden utilizarse para investigar los daños persistentes de los antidepresivos".
En esta revisión, Gøtzsche y sus colegas trataron de evaluar "los daños de los SSRIs... que persisten después del final del consumo de medicamentos". Los resultados primarios incluyeron la mortalidad, resultados funcionales, calidad de vida y eventos psiquiátricos principales.
En total, se incluyeron 22 artículos sobre 12 ensayos de SSRI. Gøtzsche encontró diversos problemas diferentes en estos ensayos. Para empezar, solo 2 de los 12 ensayos tuvieron una tasa de desersión inferior al 20 %.
Gøtzsche y su equipo también señalan que "el informe de resultados fue menos exhaustivo durante el seguimiento que durante el período de intervención y solo dos ensayos fueron ciegos durante el seguimiento". Sin embargo, los 22 documentos concluyeron que "los medicamentos no fueron beneficiosas a largo plazo".
Otro hallazgo importante fue que todos los ensayos "informaron resultados selectivamente perjudiciales o no informaron ninguno" y "sólo dos ensayos informaron sobre cualquiera de nuestros resultados primarios (asistencia escolar y número de días de consumo excesivo de alcohol)".
Los antidepresivos son más adictivos de lo que reconocen
En un artículo del 4 de junio de 2019 titulado "The Depression Pill Epidemic", Gøtzsche escribió que los medicamentos antidepresivos:
"...No tienen efectos relevantes sobre la depresión; pueden elevar el riesgo de suicidio y violencia; y les dificultan aun más a los pacientes poder llevar una vida normal. Por lo tanto, deben evitarse.
La industria farmacéutica, médicos corruptos en la nómina de la industria y nuestros reguladores de medicamentos nos han engañado. Sin duda, muchos pacientes y médicos creen que las pastillas son útiles, pero no podrían saberlo, porque las personas son propensas a mejorar mucho con el tiempo, incluso si no reciben tratamiento.
Es por eso que necesitamos ensayos controlados por placebo para descubrir qué hacen los medicamentos en las personas. Por desgracia, prácticamente todos los ensayos tienen fallas, exageran los beneficios de los medicamentos y subestiman sus daños".
La naturaleza adictiva de los antidepresivos puede sesgar los resultados
En su artículo, Gøtzsche revisa diversas estrategias utilizadas en los ensayos con medicamentos antidepresivos para exagerar los beneficios y subestimar los daños.
El hecho de que los antidepresivos tienden a ser mucho más adictivos de lo que se admite oficialmente, es una verdad poco conocida que ayuda a sesgar los resultados del estudio en favor de los medicamentos. Gøtzsche explica de la siguiente manera cómo esto oculta convenientemente la distorsión de los resultados:
“Prácticamente, todos los pacientes de los ensayos toman un medicamento similar al que se prueba contra el placebo. Por lo tanto, como los medicamentos adictivos, algunos de los pacientes experimentan síntomas de abstinencia... cuando se les asigna un placebo de manera aleatoria...
Estos síntomas de abstinencia son muy similares a los que experimentan los pacientes cuando intentan suspender el uso de benzodiazepinas. No es extraño que los nuevos medicamentos superen al placebo en pacientes que han sufrido daños como resultado de los efectos del síndrome de abstinencia.
Para averiguar cuánto tiempo necesitan los pacientes para continuar tomando medicamentos, se han llevado a cabo los supuestos estudios de mantenimiento (abstinencia), pero dichos estudios también se ven comprometidos por los efectos del síndrome de abstinencia. Los principales psiquiatras no lo comprenden, o pretenden no hacerlo.
La mayoría interpreta que los estudios de mantenimiento de antidepresivos significan que estos medicamentos son muy efectivos para prevenir nuevos episodios de depresión y que, por lo tanto, los pacientes deben continuar consumiendolos durante años o incluso de por vida".
Los estudios científicos respaldan la realidad de las quejas de los usuarios
A lo largo de los años, se han publicado diversos estudios sobre la dependencia y reacciones de abstinencia relacionados con los SSRIs y otros medicamentos psiquiátricos, incluyendo a los siguientes:
• En un artículo de 2011, publicado en la revista Addiction, Gøtzsche y su equipo analizaron la diferencia entre la dependencia y reacciones de abstinencia al comparar las benzodiacepinas contra las SSRIs. Se sabe que las benzodiacepinas causan dependencia, mientras que se dice que los SSRIs no son adictivos.
A pesar de tales afirmaciones, el equipo de Gøtzsche descubrió que "los síntomas de suspensión se describieron con términos similares para las benzodiacepinas y SSRIs, y fueron muy similares para 37 de los 42 síntomas identificados, descritos como reacciones de abstinencia", lo que los llevó a concluir que:
"Las reacciones de abstinencia a los inhibidores selectivos de la recaptación de serotoninaparecen similares a las de las benzodiacepinas; pero, no parece racional referirse a las reacciones como parte de un síndrome de dependencia en el caso de las benzodiacepinas, a diferencia de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina".
• Dos años después, en 2013, el equipo de Gøtzsche publicó un artículo en el International Journal of Risk & Safety in Medicine, en el que se analizó "la comunicación de las agencias farmacéuticas sobre las reacciones de abstinencia de la benzodiazepinas y SSRIs a lo largo del tiempo".
Al buscar en los sitios web de las agencias de medicamentos en Europa, los Estados Unidos, Reino Unido y Dinamarca, descubrieron que pasaron años antes de que los reguladores de medicamentos finalmente reconocieran la realidad de la dependencia hacia las benzodiacepinas y reacciones de abstinencia hacia los SSRIs, y comenzaron a informar a los prescriptores y pacientes sobre estos riesgos.
Descubrieron que una parte importante del problema es que las agencias farmacéuticas confiaban en la notificación espontánea de los efectos adversos, lo que "generaba una subestimación y retraso en la información sobre los problemas".
En conclusión, afirman que "dada la experiencia con las benzodiazepinas, creemos que los organismos reguladores deberían haber requerido estudios de los fabricantes, que podrían haber dilucidado el potencial de dependencia de los SSRIs antes de que se otorgara la autorización de su comercialización".
• Un artículo de 2019, publicado en la revista Epidemiology and Psychiatric Sciences señala: "Pasaron casi dos décadas después de que los SSRIs empezaron a comercializarse para que se publicara la primera revisión sistemática".
También, señala que las revisiones que afirman que los efectos leves, de breve duración e inusuales de la abstinencia, no conicidian con la evidencia escasa, pero cada vez mayor".
En realidad, “lo que revelan los estudios científicos está muy apegado a los miles de testimonios de usuarios de servicios disponibles en línea en grandes foros. Esto sugiere que las reacciones de abstinencia son bastante comunes, que pueden durar desde unas pocas semanas hasta varios meses, o incluso más, y que a menudo son graves".
Los antidepresivos pueden elevar el riesgo de suicidio y violencia
En su artículo del 4 de junio, Gøtzsche también enfatiza el hecho de que los antidepresivos pueden ser letales. En uno de sus estudios, publicado en 2016, encontró que los antidepresivos "duplican la incidencia de eventos que pueden originar al suicidio y violencia en voluntarios adultos sanos".
Otra investigación ha demostrado que "impulsan por un factor de 2 a 3 la agresión en niños y adolescentes, un hallazgo importante si consideramos los múltiples tiroteos escolares en los cuales los asesinos tomaban píldoras para la depresión", escribe Gøtzsche.
En mujeres de mediana edad con incontinencia urinaria por estrés, se ha demostrado que el inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina y norepinefrina (SNRI), duloxetina, que también se utiliza para tratar la incontinencia, puede duplicar el riesgo de un episodio psicótico y elevar el riesgo de violencia y suicidio entre cuatro y cinco veces, lo que puede llevar a los autores a concluir que los daños podrían superar a los beneficios.
“He mencionado las malas jugadas y la falta de honradez científica cuando las compañías farmacéuticas y los psiquiatras más importantes tratan de convencernos de que estos medicamentos protegen contra el suicidio y otras formas de violencia”, escribe Gøtzsche.
“Incluso la FDA se vio obligada a ceder cuando admitió en 2007, al menos indirectamente, que las píldoras contra la depresión pueden causar suicidio y locura a cualquier edad. No hay duda de que el amplio uso de antidepresivos es perjudicial.
En todos los países donde se ha examinado dicha relación, la mayor incidencia de pensiones por invalidez debido a trastornos psiquiátricos ha coincidido con un mayor uso de medicamentos psiquiátricos, y por mucho, los antidepresivos son los más utilizados. Esto no es lo que se esperaría si los medicamentos funcionaran”.