La toma de temperatura no es confiable para detectar el COVID

Análisis escrito por Dr. Joseph Mercola Datos comprobados

temperatura COVID

Historia en Breve

  • Es posible que el uso de termómetros de frente en eventos públicos no sea un método confiable para determinar si una persona está enferma, ya que la temperatura puede variar según el ejercicio, la temperatura ambiente, el consumo de alcohol, la presión arterial y más
  • No todas las personas con COVID-19 leve tienen fiebre. Los estudios varían desde el 11 % de las personas sin fiebre hasta el 11.6 % de las personas con fiebre
  • A mediados de los años 1800 se estableció que la lectura de temperatura normal es 98.6 grados F y hoy en día podría ser tan baja como 97.54 grados F; los síntomas de fiebre también incluyen dolores corporales, de cabeza y escalofríos
  • Tiene varias opciones para tomarse la temperatura casa, ya que puede utilizar un termómetro digital por vía oral, rectal o debajo del brazo, termómetro timpánico (oído) o termómetro infrarrojo sobre la arteria temporal

La fiebre o el aumento en la temperatura central de su cuerpo, son los primeros signos de muchas infecciones, ya que su cuerpo reacciona así para combatir a los patógenos. Los investigadores descubrieron que los termómetros de frente sin contacto que se utilizan para detectar fiebre en lugares públicos no son un medio eficaz y confiable para detectar el COVID-19.

La termorregulación es esencial para mantener un ambiente homeostático en el cuerpo. La homeostasis es un estado fisiológico en el que un organismo busca la estabilidad o el equilibrio en sistemas interdependientes. La temperatura de su cuerpo es fundamental para crear un equilibrio y que los otros sistemas funcionen de manera óptima. Todo el sistema es complejo y en ocasiones, podría parecer contradictorio.

Su cuerpo puede utilizar circuitos de retroalimentación negativa y positiva para regular su temperatura central dentro de un rango estrecho, independientemente del entorno externo. La infección es otra razón por la que la temperatura central de su cuerpo puede aumentar. El virus más importante en el 2020 fue el SARS-CoV-2, que es el causante de la infección por COVID-19.

El primer caso confirmado en los Estados Unidos ocurrió el 21 de enero de 2020, cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades descubrieron que un residente del estado de Washington que había visitado Wuhan, China, se infectó. Para el 23 de enero de 2020, Wuhan estaba en cuarentena y, poco después, Estados Unidos declaró una emergencia de salud pública.

Los primeros eventos que se desarrollaron por la pandemia de COVID-19 incluyeron medidas recomendadas para reducir la propagación de un virus desconocido. Estos incluyeron el distanciamiento social, resguardo, uso del cubrebocas y la toma de temperatura.

La temperatura de la piel puede cambiar independientemente de la temperatura central

El cuerpo mantiene una temperatura interna que varía menos de 1.8 grados Fahrenheit (1 grado Celsius) a lo largo del día, dependiendo de su actividad física, los alimentos que consuma o su estado emocional.

Cualquier cambio relacionado con la temperatura corporal central fuera de este rango puede ocurrir durante una enfermedad o cuando las condiciones en el entorno externo son mayores de las que su cuerpo es capaz de soportar, como calor o frío extremo. A altas temperaturas, el cuerpo desviará la sangre a la piel para incrementar la producción de sudor y liberar calor, lo que beneficia la termorregulación.

Esta variabilidad en la temperatura de la piel, independientemente de la temperatura corporal central, es una de las razones por las que los termómetros de frente no son confiables. Aunque la fiebre es un síntoma común del COVID-19, los termómetros pueden producir resultados falsos negativos y falsos positivos.

Los investigadores en fisiología sugieren que utilizar los mismos termómetros para evaluar la temperatura de una persona en la yema del dedo y el ojo ofrecería lecturas más confiables. El estudio fue publicado en Experimental Physiology y codirigido por el fisiólogo y experto en termorregulación, Michael J. Tipton, Ph.D., quien también es editor en jefe de la misma revista.

Al revisar la ciencia detrás de la toma de temperatura, los escritores sugirieron que los termómetros de frente infrarrojos tenían un uso limitado para la detección masiva. Como se describe en un comunicado de prensa de la Physiological Society, el documento determina cuatro factores clave que se relacionan con el uso de los termómetros:

  • No todas las personas contagiadas tienen fiebre, por lo que la temperatura en si no es un buen indicador.
  • La temperatura de la piel puede variar de la temperatura central del cuerpo y por lo tanto no es una estimación exacta, por lo que no hay manera de tener una medida directa de la temperatura central.
  • No todas las personas con fiebre, incluso con una temperatura corporal central precisa, tienen COVID-19.
  • Evaluar la temperatura del dedo y el ojo podría ofrecer información más confiable sobre un incremento en la temperatura central.
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Tipton propone adaptar los termómetros infrarrojos

En su análisis de los primeros datos, los investigadores descubrieron que el síntoma más común en 55 924 pacientes con casos confirmados que se presentaron en China hasta el 22 de febrero de 2020 fue la fiebre. En este grupo, al menos el 11 % no tenía fiebre y menos de la mitad que sospecharon estar contagiados e ingresaron en el hospital, tenía fiebre.

El comunicado de prensa cita un estudio de 2005 en el que se compararon las temperaturas de la frente a través de tres termómetros infrarrojos para la frente en 1 000 participantes. Las medidas variaron hasta 3.6 grados F (2 grados C).

En otro estudio con 500 participantes, más del 80 % de las mediciones infrarrojas produjeron un resultado falso negativo. Existen muchas razones por las que los termómetros pueden producir resultados falsos negativos, que incluyen:

Ejercicio

Quemaduras solares

Consumo de alcohol

Cáncer

Presión sanguínea

Temperatura ambiente

Niveles adiposos en el cuerpo

Distancia del escáner

Tipton habló sobre los resultados del estudio y cómo se podría utilizar esta información, al decir:

“Si los termómetros no dan una lectura precisa, corremos el riesgo de excluir de manera errónea a las personas de todos los lugares y permitir que las personas con el virus propaguen la infección no detectada. Usar un termómetro de superficie para obtener una temperatura de una superficie específica, generalmente en la frente, es un método poco confiable para detectar la fiebre relacionada con el COVID-19.

Existen muchos factores que hacen que la toma de la temperatura de la piel sea un mal sustituto para medir la temperatura corporal. La temperatura de la piel puede cambiar por muchas razones, independientemente de la temperatura corporal. Incluso si una sola medida tuviera la capacidad de reflejar la temperatura corporal de manera confiable, otras cosas, incluyendo al ejercicio, pueden elevar esa temperatura.

Creemos que podemos mejorar la manera de detectar la fiebre al utilizar el mismo equipo, siempre y cuando observemos la diferencia entre la temperatura de los ojos y los dedos; no es ideal, pero es mejor y más confiable".

No todas las personas con COVID-19 tienen fiebre

Como señaló Tipton a partir de los datos recopilados a principios de la pandemia, hasta febrero de 2020, no todas las personas con COVID-19 tendrán fiebre. A medida que se recopilaron más datos a lo largo del 2020, aumentó la cantidad de personas que podrían tener una infección, pero sin fiebre. Su cuerpo presenta fiebre cuando existe una infección, ya que a la mayoría de los virus y bacterias les resulta más difícil sobrevivir en temperaturas altas.

Al igual que con otros tipos de infección, las personas podrían experimentar varias enfermedades de leves a graves. Los CDC enumeran varios síntomas relacionados con el COVID-19 que podrían aparecer dentro de los 2 a los 14 días después de estar expuestos al SARS-CoV-2. Entre estos se encuentran: fiebre, tos, dificultad para respirar, fatiga y la pérdida del gusto u olfato.

La diferencia en los síntomas que podría experimentar una persona también se relaciona con la complicación de la enfermedad, ya sea leve, moderada o grave. Hasta la fecha, no existe ningún estudio definitivo que indique que las personas con COVID-19 también tienen fiebre.

La investigación publicada en el Journal of the American Medical Association ofrece una pista de que la fiebre no es tan común cuando existe una enfermedad leve como se creía en un principio. Los investigadores analizaron los síntomas de 202 participantes que completaron el estudio. Descubrieron que una alteración en el gusto o el olfato fue uno de los primeros síntomas reportados en pacientes que tenían una enfermedad leve o asintomática.

Advirtieron que la muestra era geográficamente limitada y no se incluyeron pacientes con enfermedad grave. Un segundo estudio de Corea del Sur demostró que en 213 personas con casos confirmados de COVID-19, el síntoma más común fue tos, seguida de la pérdida del gusto y el olfato. En este grupo, la fiebre solo se registró en el 11.6 % de las personas.

La temperatura normal disminuyó a 98.6 grados

El médico alemán Carl Reinhold August Wunderlich recopiló datos de 2 500 personas, lo que equivale a millones de temperaturas. Ya sea que las personas estuvieran enfermas o sanas, registró la temperatura corporal y luego analizó y publicó los datos a mediados del año 1800. Estos datos ayudaron a establecer una temperatura normal de 98.6 grados Fahrenheit (37 grados Celsius), que la medicina utiliza como un factor en una evaluación de salud.

Sin embargo, en una investigación publicada en 2020 se descubrió que las temperaturas corporales centrales en los Estados Unidos disminuyeron con la Revolución Industrial. La Dra. Julie Parsonnet del departamento de medicina de la Universidad de Stanford y su equipo recopilaron más de 677 000 mediciones de temperatura de casi 190 000 personas entre 1862 y 2017.

Los datos se dividieron en tres grupos cronológicos y se analizaron, lo que llevó al equipo a concluir que la temperatura corporal disminuyó un promedio de 1.06 grados F en los hombres y 0.58 grados F en las mujeres durante un período de 200 años. Para minimizar el posible sesgo de medición, los científicos también compararon las lecturas de temperatura dentro de una población específica. Al comentar sobre los resultados del estudio, Parsonnet dijo:

“Nuestra temperatura no es la que las personas piensan. Lo que todo el mundo aprendió al crecer es que nuestra temperatura normal es de 98.6 grados, lo cual es erróneo. Fisiológicamente, hemos cambiado con el tiempo.

El entorno en el que vivimos cambió, incluyendo la temperatura en nuestros hogares, el contacto con microorganismos y los alimentos que consumimos. Todo esto significa que, aunque consideramos que los seres humanos son monomórficos y que no han evolucionado a través del tiempo, no somos iguales. De hecho, cambiamos fisiológicamente".

Aunque los resultados son interesantes, Kenneth Welch, Ph.D., que no participó en el estudio, cree que eso no hace ninguna diferencia en la vida cotidiana de las personas. Incluso las infecciones que provocan un pequeño aumento de la temperatura corporal también causan algunas molestias relacionadas con la fiebre como dolores corporales, escalofríos o dolores de cabeza. El aumento de temperatura por otros factores ambientales o alergias no suele ocasionar la misma experiencia.

Cómo medir la temperatura de forma correcta

Cuando tiene un resfriado, gripe u otra afección infecciosa, como el COVID-19, siempre es mejor mantenerse alejado de los demás y reducir la propagación de la infección. Después de todo, a nadie le gusta estar enfermo.

Además de los dolores corporales, los escalofríos y la sensación de malestar general, tiene otras opciones para saber si tiene fiebre. Es posible utilizar un termómetro digital en la boca, el recto o la axila. Compre fundas protectoras desechables para mantener limpio el termómetro y asegurarse de no transmitir gérmenes de una persona a otra.

Si planea medir la temperatura por vía oral o rectal, es necesario tener dos termómetros diferentes para cada uso y etiquetarlos de acuerdo con su función. Al tomar la temperatura por vía oral, espere al menos 15 minutos después de consumir cualquier alimento para evitar una medición errónea.

Un termómetro timpánico (de oído) toma una lectura digital desde el interior del canal auditivo y se debe colocar de forma correcta para obtener una medición precisa. La cera del oído y los conductos auditivos pequeños pueden interferir con la precisión. Para usar un termómetro de infrarrojos, el termómetro se debe colocar sobre la arteria temporal para obtener una lectura precisa.

Es posible que el tipo de termómetro que elija no sea tan importante como seguir las instrucciones para lograr una medición precisa y asegurarse de no transmitir gérmenes con cada uso. Es fundamental que no dependa solo de la temperatura para determinar la gravedad de una enfermedad. Los síntomas adicionales, como: deshidratación, letargo y confusión, son indicadores de enfermedad y no debe ignorarlos.

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