La temperatura corporal está regulada por una comunicación compleja con el hipotálamo, el sistema vascular y la piel. Es una medida de qué tan adecuadamente puede generar y liberar calor. El objetivo es mantener el cuerpo a una temperatura constante para ofrecer un entorno óptimo a los órganos, enzimas y hormonas. Cuando la temperatura aumenta (hipertermia) o disminuye (hipotermia) puede ser peligroso o riesgoso.
En promedio, la temperatura que se mide en el recto o los oídos puede ser ligeramente más elevada que en la frente o debajo del brazo. Cuando se mide en la boca, se posiciona entre la medición rectal y debajo del brazo.
La temperatura puede cambiar durante el día y en diferentes áreas del cuerpo. Puede aumentar o disminuir 1 grado Fahrenheit (F) dependiendo del nivel de actividad y la temperatura ambiental. La temperatura también es sensible a los niveles hormonales, lo que ayuda a las mujeres a predecir los niveles de ovulación por la mañana.
La temperatura corporal es fundamental para el diagnóstico de las enfermedades; sin embargo, la temperatura normal de los 98.6 °F, está relacionada con un solo estudio. Carl Reinhold August Wunderlich fue el primero en aplicar clínicamente el termómetro, así como en calcular la temperatura normal.
La temperatura normal ha disminuido
Investigadores de la Universidad de Stanford realizaron un estudio masivo para evaluar si el parámetro establecido en 1850 aún era preciso. Descubrieron que la temperatura promedio ha disminuido. La Dra. Julie Parsonnet, profesora de medicina, explica: "Lo que todos aprendimos, que es que la temperatura normal es de 98.6 grados, lo cual es erróneo".
Personnet y su equipo evaluaron tres conjuntos de datos en diferentes períodos históricos: De los registros médicos del servicio militar de los veteranos de la Guerra Civil de los Estados Unidos; de la Encuesta nacional de salud y nutrición de los Estados Unidos de 1971 a 1975; y de la base de datos integrada de la investigación trasnacional de Stanford del 2007 al 2017.
En total se registraron 677 423 mediciones a partir de las cuales se desarrolló un modelo para encontrar tendencias. Determinaron que los hombres nacidos entre principios y mediados de la década de 1990 tenían una temperatura promedio de 1.06 F más bajas que los hombres nacidos en la década de 1800. La temperatura promedio de las mujeres nacidas en la década de 1990 fue 0.58 F más baja que aquella de las mujeres del siglo anterior.
Estas cifras reflejaron una disminución promedio de 0.05 grados F en un periodo de 10 años. Los investigadores también cuestionaron si esta disminución fue el resultado de mejores instrumentos. Sin embargo, encontraron cambios similares en la temperatura en el conjunto de datos de los veteranos en cada década donde se utilizaron los mismos instrumentos. Parsonnet comentó lo siguiente sobre los resultados del estudio:
"Fisiológicamente, hemos cambiado con el tiempo. El entorno en el que vivimos ha cambiado, incluyendo la temperatura en nuestros hogares, el contacto con microorganismos y los alimentos que consumimos. Todo esto significa que, aunque consideramos que los seres humanos son monomórficos y que no han evolucionado a través del tiempo, no somos iguales. En realidad, hemos cambiando fisiológicamente".
Los investigadores explicaron que estas disminuciones pueden ser el resultado de diferentes entornos ambientales. Sin embargo, Kenneth Welch, Ph.D., quien no participó en el estudio, expuso que muchos de los medicamentos en los Estados Unidos, Como el ibuprofeno y las estatinas, afectan las medidas de la temperatura.
Asimismo, los veteranos de la Guerra Civil no consumían dichos medicamentos de manera consistente como sucede actualmente. Aunque los resultados son interesantes, Welch no considera que esto genere un impacto en la vida cotidiana de las personas. Considera que es importante tomar en cuenta las alteraciones en la temperatura normal o promedio, pero es importante reconocer cuándo un cambio puede indicar una condición grave.
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En qué momento se considera como fiebre
Welch comentó que incluso las infecciones sin síntomas importantes pueden provocar un pequeño aumento de temperatura. El aumento de la temperatura corporal puede ser causado por factores ambientales, infecciones, reacciones a vacunas o medicamentos, o incluso alergias.
El aumento de la temperatura corporal se denomina como fiebre, incluso cuando este aumento no es causado por una infección viral o bacteriana. Sin embargo, este tipo de temperatura generalmente no provoca dolores corporales o dolores de cabeza como cuando se tiene una infección.
Por el contrario, la hipotermia (temperatura corporal baja) se presenta cuando el cuerpo pierde calor más rápido que su capacidad para producirlo. Esto es una emergencia médica. A medida que disminuye la temperatura corporal, los órganos y sistemas vitales no pueden funcionar, por lo que es necesario tratarlo de inmediato para evitar peligros.
Para regular la temperatura, el hipotálamo transmite información hacia la piel, fluidos corporales, concentraciones de sal, vasos sanguíneos y glándulas sudoríparas por medio de un proceso conocido como termorregulación. La fiebre, es una respuesta natural a un estímulo externo, como una infección, alergia o reacción a un medicamento. En otras palabras, es algo extraordinario.
En adultos, una temperatura de 103 F (39.4 C) o más necesita atención médica. Sin embargo, en bebés y niños pequeños, incluso los aumentos pequeños pueden indicar una infección grave. Los síntomas que pueden acompañar una fiebre, dependiendo de la causa, incluyen los siguientes:
Sudoración y escalofríos |
Debilidad |
Dolores musculares |
Dolor de cabeza |
Irritabilidad |
Pérdida de apetito |
Los cambios de temperatura podrían predecir la mortalidad
Otro equipo de investigación diseñó un estudio observacional de seis años para determinar si las variaciones en la temperatura corporal se relacionan con las mediciones de salud. Entre el 2009 y el 2014, involucraron a 35 488 personas de clínicas ambulatorias en un hospital universitario sin infección, fiebre o con antibióticos recetados durante su visita.
El grupo estaba formado por un 64 % de mujeres y un 41 % de razas no blancas. El estudio buscaba examinar cualquier relación entre las condiciones médicas, la demografía y la tasa de mortalidad de un año.
Los investigadores midieron la temperatura de cada individuo en una habitación donde la temperatura ambiente era similar para todos los participantes. Se midieron un total de 243 506 temperaturas. Resulta curioso que, la temperatura media (promedio) de la gran parte de los pacientes fue de 97.88 F, similar a la medición encontrada en el estudio de Stanford.
Los investigadores también encontraron que demográficamente, las personas mayores mostraron las temperaturas más bajas, mientras que las mujeres afroamericanas mostraban las temperaturas más elevadas. Al considerar los factores físicos, las personas con temperaturas más bajas mostraban mayores probabilidades de desarrollar hipotiroidismo, mientras que aquellas con temperaturas más elevadas mostraban más probabilidades de tener un índice de masa corporal más elevada o cáncer.
Después de controlar las variables, los investigadores determinaron que las fluctuaciones en la temperatura deben tomarse en serio:
"La temperatura de referencia se relacionó con la demografía, las condiciones comórbidas y la fisiología, pero estos factores explicaron solo una pequeña parte de la variación de la temperatura individual. Sin embargo, la variación de la temperatura basal predijo fuertemente la mortalidad”.
Cómo medir la temperatura correctamente
Existen varias opciones diferentes para medir la temperatura en casa. Es posible utilizar un termómetro digital en la boca, el recto o la axila. Se recomienda adquirir mangas desechables para ayudar a mantener una mayor limpieza y no transmitir gérmenes de persona a persona.
Si le interesa medir la temperatura por vía oral y rectal, es necesario tener dos termómetros diferentes para cada uso y etiquetarlos de acuerdo con su función. Aunque las mediciones del termómetro rectal son más precisas para los bebés con menos de tres meses, consulte a un pediatra antes de hacerlo porque puede lastimar el recto. Al tomar la temperatura oral, espere 15 minutos después de consumir cualquier alimento para evitar una medición imprecisa.
Los termómetros timpánicos miden la temperatura desde el interior del canal auditivo. Es necesario colocarlo correctamente para obtener una lectura precisa y rápida. La cera y los pequeños canales interfieren con la precisión, al igual que la edad. Por esta razón no se recomienda utilizar este tipo de termómetro en los recién nacidos.
Los termómetros de arteria temporal pueden utilizarse como termómetros para la frente, ya que utilizan un escáner infrarrojo para evaluar la temperatura de la arteria temporal. Aunque son más precisos para niños mayores de tres meses, también es costoso y debe colocarse sobre la arteria para obtener una medición precisa.
Es posible encontrar uno integrado en los chupones que puede ser de gran utilidad para los niños. El tiempo que toma una medición precisa con este tipo de termómetro es de dos a cuatro minutos. Los datos demuestran que es necesario ajustar la medida de estos termómetros digitales por arriba de lo 0.5 F para aproximar la lectura a un termómetro rectal. Aunque los termómetros de mercurio en algún momento fueron básicos, ya no se recomiendan debido a la toxicidad del mercurio.
La opción que elija no es tan importante como las instrucciones de uso para lograr una lectura precisa, al asegurarse de no transmitir gérmenes y en no confiar únicamente en la temperatura para determinar la gravedad de la enfermedad. Es necesario considerar los síntomas adicionales, como la deshidratación, el letargo y la confusión.
Cómo combatir la fiebre y los resfriados
La manera de combatir los resfriados y la fiebre ha sido objeto de mucho debate. Dado que es posible experimentar fiebre en cualquier momento del año y no solo en la época de los resfriados y la gripe, es necesario prestar atención a los síntomas de la enfermedad.
Es posible distinguir la diferencia entre el resfriado y la gripe según la gravedad de los síntomas y la intensidad de la fiebre. Si tiene hambre, se recomienda comer, independientemente de la temperatura. Esta recomendación cambia con la presencia de vomito (para mayor información consulte la sección de consejos sobre el tema).
Como resultado, los alimentos que consume pueden marcar la diferencia en la enfermedad que padece. Un estudio realizado en animales demostró que llevar una alimentación alta en grasas y baja en carbohidratos podría disminuir la respuesta inflamatoria y mejorar la capacidad para resistir el virus de la gripe. Los ratones que llevaron una alimentación estándar se infectaron tras la exposición, en comparación con el 50 % que incluyó una dieta cetogénica.
Los investigadores descubrieron que el sistema inmunológico en el grupo de la dieta cetogénica promovió las células T gamma-delta en los pulmones. Estas células aumentan la producción de mucosa para proteger contra las infecciones virales al atrapar el virus y evitar su propagación.
La dieta cetogénica, implica un consumo del 50 % al 85 % de las calorías diarias en grasas saludables. Además, es necesario limitar el consumo de carbohidratos netos a 20 a 50 gramos al día. Es posible medir los carbohidratos netos al restar los gramos de fibra de los carbohidratos totales. Elimine los carbohidratos que provienen de granos, así como todas las formas de azúcar, incluyendo a las frutas con alto contenido de fructosa.
Añada fuentes saludables de grasa a su consumo diario, como aguacates, aceite de coco, mantequilla, semillas, aceitunas, aceite de oliva y pescados grasos. Las nueces de macadamia y las pecanas son ricas en grasas saludables y bajas en proteínas, por lo que son ideales para incluirlas en las comidas o como bocadillos.
Se recomienda incluir yemas de huevo orgánicas, así como productos de animales alimentados con pastura, aceite MCT y cacao sin procesar para aumentar su consumo de grasas saludables. Evite todas las grasas trans y aceites vegetales, ya que causan un mayor daño celular que consumir grandes cantidades de carbohidratos. Para obtener más beneficios, trate de incorporar una dieta cetogénica cíclica con el ayuno intermitente para apoyar su sistema inmunológico y su salud en general.