Por el Dr. Mercola
Los puntajes del cociente intelectual (CI), que habían estado aumentando durante décadas a lo largo del siglo XX, ahora están disminuyendo, y los investigadores del Centro de Investigación Económica Ragnar Frisch en Noruega se han propuesto determinar la razón.
Esta tendencia cada vez más recurrente, un fenómeno conocido como el efecto Flynn, alcanzó su punto máximo en la década de 1970 y ha estado cayendo en picada desde entonces.
De hecho, cuando los investigadores de Noruega analizaron los puntajes de CI de 730 000 hombres que nacieron entre 1962 y 1975, los puntajes aumentaron en aproximadamente 3 % por década.1 Por lo que en un primer momento los puntajes de aquellas personas que nacieron después de 1975, comenzaron a disminuir.
Con frecuencia los puntajes de CI son relacionados con factores genéticos, y durante mucho tiempo se creyó que las personas con un cociente más alto tendrían hijos con una puntuación de CI más alta, de forma paralela, se pensaba que las personas con un CI más bajo tendrían más hijos (conocida como teoría de fertilidad disgénica), lo que llevaría a una eventual disminución de los puntajes de CI en toda la población.
Sin embargo, el estudio realizado en Noruega cuestiona ambas teorías y en cambio, sugiere que la disminución de los puntajes tiene muy poca relación con la genética y una amplia relación con el medioambiente.
Ciertos factores ambientales están provocando la disminución en puntajes de CI
Lo que hizo que el estudio fuera particularmente interesante no fue solo descubrir que los puntajes de CI están disminuyendo. Gracias a que los investigadores analizaron los puntajes de ciertos hermanos, fue posible detectar las diferencias en los puntajes entre las familias.
Insospechadamente, los hermanos que nacieron de los mismos padres solían tener puntajes de CI significativamente diferentes, lo que sugiere que un factor ambiental – no uno genético – estaba causando la disparidad.
Otro hecho bastante revelador es que los padres con cocientes intelectuales más altos solían tener más hijos en comparación con las personas con CI más bajos, lo que pone en duda la teoría de la fertilidad disgénica.
El autor del estudio, Ole Rogeberg, dijo en un comunicado de prensa: "Tanto las causas del aumento en el CI a lo largo del tiempo como la actual disminución, se deben a factores ambientales...
No es que las personas que son menos inteligentes tengan más hijos en comparación con aquellas que lo son más, por decirlo de una manera rigurosa. Es algo que está relacionado con el medio ambiente, porque estas mismas diferencias se presentan dentro de las familias".2
Queda por comprobar la teoría donde se establece que los factores ambientales están reduciendo los puntajes del CI, sin embargo, el acceso a la educación probablemente tiene cierta influencia ya que una mayor educación iguala los puntajes de CI más altos. También se mencionaron otros factores ambientales, como los cambios en la nutrición y el tiempo dedicado a Internet o la lectura.
Sin embargo, una cantidad de toxinas ambientales a las que los niños están expuestos regularmente también se ha relacionado con efectos cognitivos, como un menor CI. Cabe la posibilidad de que estas exposiciones tóxicas estén dañando la inteligencia infantil – y lo hayan estado haciendo desde hace décadas.
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La exposición al flúor está ligada a un menor CI
El estudio presentado no analizó en profundidad las exposiciones ambientales que podrían estar afectando el CI, pero otros estudios sí lo han hecho. En los Estados Unidos, dos tercios del agua de grifo contienen fluoruro, que se agrega bajo el pretexto de prevenir la caries.
La fluoración del agua continúa ocurriendo en la mayor parte del país, incluso cuando la investigación sigue acumulando pruebas que señalan al fluoruro como una neurotoxina que puede dañar la función cerebral. El flúor también filtra plomo de las tuberías viejas, lo que aumenta aún más sus riesgos neurológicos.
Un estudio de mujeres y niños en México que fue publicado en 2017, encontró que una mayor exposición al flúor durante el embarazo se relaciona con puntuaciones más bajas en las pruebas de función cognitiva en la infancia, tanto a la edad de 4 años como a la de 6 a 12 años.3
Aunque los niveles de flúor de los niños a las edades de 4 y 6 a 12 años no se relacionaron con su inteligencia, el estudio encontró que la exposición antes del nacimiento se relacionó con puntajes más bajos. De hecho, las mujeres que tenían niveles más altos de fluoruro en la orina durante el embarazo tenían más probabilidades de tener hijos con un menor índice de inteligencia.
En concreto, cada aumento de 0.5 miligramos por litro en los niveles de flúor en mujeres embarazadas se relacionó con una reducción de 3.15 y 2.5 puntos en los puntajes del Índice General Cognitivo (GCI, por sus siglas en inglés) y la Escala Abreviada de Inteligencia Wechsler (WASI, por sus siglas en inglés) de los niños, respectivamente.
En 2012, algunos investigadores de Harvard también revelaron que los niños que viven en áreas con un alto contacto con el flúor tenían puntajes de CI significativamente menores en comparación con aquellos que vivían en áreas con escaso contacto,4 asimismo, sugirieron que la alta exposición al flúor podría tener un efecto adverso en el neurodesarrollo infantil.
Luego, en 2014, una revisión en Lancet Neurology clasificó al flúor como uno de solo 11 químicos "conocidos por causar neurotoxicidad en el desarrollo en seres humanos",5 junto con otras neurotoxinas conocidas como plomo, metilmercurio, arsénico y tolueno. Entre los mecanismos de daño propuestos, los estudios han demostrado que el fluoruro puede:6
Interferir con las funciones básicas de las neuronas en el cerebro. |
Reducir los receptores de acetilcolina nicotínicos. |
Reducir el contenido de lípidos en el cerebro. |
Dañar la glándula pineal a través de la acumulación de flúor |
Afectar los sistemas de defensa antioxidante |
Dañar el hipocampo |
Dañar las células de Purkinje |
Aumentar la absorción de aluminio, que tiene efectos neurotóxicos. |
Fomentar la formación de placas beta-amiloides (la anormalidad cerebral típica en la enfermedad de Alzheimer). |
Agravar las lesiones inducidas por la deficiencia de yodo |
Aumentar la absorción de manganeso, que también se ha relacionado con un CI más bajo en los niños. |
Afectar la función tiroidea que también puede afectar el desarrollo cerebral. |
Los ignífugos están relacionados con un menor nivel de inteligencia infantil
Los productos químicos ignífugos conocidos como polibromodifenil éteres (PBDE) se encuentran en cualquier artículo, desde muebles y colchones hasta productos electrónicos y juguetes para bebés.
Además de estar relacionados con el cáncer, infertilidad, alteraciones hormonales y defectos congénitos, también contribuyen a los retrasos en el desarrollo neurológico y a menores puntuaciones de CI en los niños. Una revisión sistemática y un metaanálisis examinaron las exposiciones a los PBDE que ocurrieron cerca de la concepción o durante el período intrauterino, perinatal o infantil.
Las mayores exposiciones a los ignífugos durante el embarazo se relacionaron con una menor inteligencia en el niño. En especial, por cada aumento de 10 veces en la exposición prenatal a los PBDE, hubo una disminución de 3.7 puntos en los puntajes de las pruebas de CI en los niños.7
Asimismo, investigaciones anteriores demostraron que los niños cuyas madres tenían niveles más altos de ignífugos químicos en su cuerpo tenían una disminución promedio de 4.5 puntos en el CI,8 a su vez, la exposición en la niñez está estrechamente relacionada con una capacidad de atención limitada, así como con una menor motricidad fina y habilidad cognitiva.9
Aunque una reducción de pocos puntos en el CI puede parecer insignificante, la exposición generalizada a los ignífugos hace que la disminución sea particularmente grave.
La coautora del estudio, Tracey Woodruff, declaró lo siguiente para Medicine Net: "Incluso la pérdida de algunos puntos de CI a nivel mundial implica que habrá más niños que necesiten intervenciones anticipadas y familias que pueden enfrentar cargas personales y económicas por el resto de sus vidas".10
Una forma en que la exposición a los ignífugos durante el embarazo puede dañar el CI de los niños podría ser a través de su influencia sobre las hormonas tiroideas.
Se sabe que los PBDE interrumpen la actividad estrogénica y los niveles de tiroides y, en un estudio, las mujeres con las concentraciones sanguíneas más altas de PBDE, tenían un mayor riesgo de enfermedad tiroidea en comparación con las que tenían concentraciones más bajas.11
Mientras tanto, una investigación publicada en el New England Journal of Medicine (NEJM) reveló que los niños de 7 a 9 años cuyas madres tuvieron hipotiroidismo sin tratar durante el embarazo tenían puntajes de CI unos 7 puntos más bajos en comparación con los pequeños de mujeres sin dicha afección.12
La exposición a pesticidas puede reducir el CI
La exposición a pesticidas organofosforados es otro factor ambiental relacionado con un menor CI. En diversos estudios publicados en la revista Environmental Health Perspectives, las mujeres que tenían una mayor exposición a los pesticidas durante el embarazo tenían niños con puntuaciones de CI menores cuando alcanzaban la edad escolar.13
En uno de los estudios, los niños con las mayores exposiciones a pesticidas tuvieron una puntuación 7 puntos menor en las pruebas de inteligencia, en comparación con los niños con las exposiciones más bajas y, como The New York Times informó, "cada aumento de 10 veces en la exposición a organofosforados detectados durante el embarazo equivalía a una disminución de 5.5 puntos en los resultados generales de CI."14
Además, según las estimaciones de David Bellinger, profesor en el departamento de salud ambiental de la Facultad de Medicina de Harvard, las personas en los Estados Unidos han perdido un total de 16.9 puntos de CI por la exposición a pesticidas organofosforados.
El experto también cita las exposiciones al plomo y metilmercurio a través del consumo de mariscos, como otros factores que contribuyen a la pérdida del CI.
Los niños son particularmente vulnerables a las exposiciones químicas
Parte de lo que hace que las exposiciones químicas ambientales sean tan dañinas es su prevalencia generalizada y el hecho de que los niños están expuestos a múltiples sustancias químicas tanto en el útero como después haber nacido. Bellinger escribió lo siguiente al respecto:15
"Con base en la cantidad estimada de puntos perdidos [en la escala de CI total], en el caso de los niños las cargas poblacionales relacionadas con las exposiciones químicas ambientales son impresionantemente grandes – en algunos casos mayores que las estimadas para afecciones e incidentes médicos de gravedad [es decir, parto prematuro, lesión cerebral traumática, tumores cerebrales, cardiopatía congénita].
Esto se le puede atribuir no tanto a la magnitud del efecto relacionado con los productos químicos, sino a la prevalencia de las exposiciones relacionadas con efectos adversos".
Los niños son particularmente vulnerables, ya que cada parte de su cuerpo experimentan una mayor exposición a los químicos en comparación con los adultos,16 y aunque la barrera hematoencefálica está completamente formada al nacer, su función puede ser inmadura, lo que puede dejar que una mayor exposición química influya en su desarrollo cerebral.
De acuerdo con el Grupo de Trabajo Ambiental (EWG, por sus siglas en inglés), los niños también tienen niveles más bajos de algunas proteínas de enlace químico y esto permite que más químicos lleguen a sus órganos, mientras que los sistemas que desintoxican y excretan químicos en adultos no están completamente desarrollados.
Junto con el hecho de que un niño vivirá por 80 años o más y esto implicará que los productos químicos tengan tiempo suficiente para producir estragos, estos factores nos indican que los niños nacidos en la actualidad se enfrentarán a todo un desafío. La exposición que ocurre en el útero puede ser aún más problemática, tal y como lo informó EWG:
"El ritmo y la complejidad del crecimiento y el desarrollo en el útero no tienen parangón con las etapas de vida subsiguientes. Tres semanas después de la concepción, un embrión, que tiene solo 1/100 del tamaño de una gota de agua, ha crecido a un ritmo tan explosivo que, si no se desacelerara, nacería literalmente con el tamaño de un millón de Tierras.
... En ninguna otra etapa de la vida una persona es capaz de crear tanto con un tamaño tan reducido y en tan poco tiempo.
Los químicos industriales que interrumpen este intrincado proceso pueden, en altos niveles, causar estragos que se manifestarán en defectos congénitos severos, o en niveles inferiores que provoquen cambios sutiles pero importantes en el desarrollo y que surgirán posteriormente en la infancia como problemas de aprendizaje o de conducta, o bien, en la edad adulta como ciertos tipos de cáncer o tal vez alguna enfermedad neurodegenerativa".
Los mejores consejos para proteger la inteligencia
Existen muchos factores que contribuyen a la inteligencia de una persona, pero desde el punto de vista de los ambientalistas, resulta lógico limitar la exposición a los productos químicos que fueron mencionados anteriormente. Puede hacerlo con las siguientes medidas:
Filtre su agua para eliminar el fluoruro
El flúor es una molécula muy pequeña, por lo que es sumamente difícil de filtrar una vez que se agrega a su suministro de agua. Cualquier filtro de carbón casero, como Brita, no lo eliminará. Entre los sistemas de filtración más efectivos para la eliminación de flúor se encuentran:
- Sistemas de ósmosis inversa (OR). El inconveniente es que también eliminará muchos minerales valiosos y oligoelementos. Los sistemas OR también requieren limpieza frecuente con el fin de evitar el crecimiento bacteriano. Así que utilice uno sin tanque y con un compresor.
- Destilación del agua, que al igual que los sistemas OR, lo extrae todo, incluidos los minerales beneficiosos. Por dicho motivo, tendrá que reestructurar el agua.
- Filtros de hueso carbonizado y biochar.
Claramente, la estrategia más sencilla, efectiva y rentable es no poner flúor en el agua. Para obtener más información sobre el flúor y cómo puede ayudar a poner fin a esta práctica nociva, le recomiendo obtener una copia de "The Case Against Fluoride" (El caso contra el fluoruro). También puede descargar mi informe gratuito sobre la fluoración del agua, un libro de Paul Connett, Ph.D., toxicólogo, químico ambiental y ex director de Fluoride Action Network (FAN).
Evite químicos ignífugos
Estos productos químicos están presentes constantemente en los productos de consumo, sin embargo, existen medidas que puede implementar para reducir su exposición, como estos consejos del Green Science Policy Institute:17
- Evite los muebles tapizados con una etiqueta TB117. Si la etiqueta indica: "Este artículo cumple con todos los requisitos de inflamabilidad según el Boletín técnico 117 del mobiliario casero emitido por la Oficina de California..." probablemente contenga ignífugos. Sin embargo, incluso los muebles tapizados que no están etiquetados pueden contener ignífugos.
- Los muebles con relleno de algodón, lana o poliéster suelen ser más seguros en comparación con la espuma que fue tratada con químicos; algunos productos también afirman que "no contienen ignífugos". La lana orgánica (100 %) es un ignífugo natural.
- Evita los productos para bebés con espuma. Las almohadas de lactancia, periqueras, carriolas y otros productos que contienen espuma de poliuretano muy probablemente contendrán ignífugos.
- Evite los tapetes de espuma. En la medida de lo posible, minimice el uso de dicho tipo de tapetes que suele contener ignífugos. Si quita los tapetes, tome precauciones para evitar exposiciones. Querrá aislar su área de trabajo del resto de su casa con el fin de evitar una dispersión del contaminante, asimismo, deberá usar una aspiradora con filtro HEPA para limpiar.
- Los PBDE se suelen encontrar en el polvo doméstico, por lo tanto, limpie con un filtro HEPA vacío y/o un trapeador húmedo con frecuencia. Lavarse las manos regularmente también puede ser útil.
Minimice la exposición a los pesticidas
Las investigaciones demuestran que consumir productos orgánicos hace que tenga niveles más bajos de pesticidas en su cuerpo. En un estudio, cuando una familia de 5 integrantes cambió su alimentación a una totalmente orgánica durante 2 semanas, sus niveles corporales de pesticidas disminuyeron significativamente en un factor de 6.7.18
Si debe elegir qué productos debería comprar en su versión orgánica, recomiendo priorizar los alimentos orgánicos de origen animal y luego proseguir con la lista titulada “Dirty Dozen” del EWG.
En el caso de los productos que no sean orgánicos pero que consuma, lavar con una solución de bicarbonato de sodio puede ayudar a eliminar algunos de los pesticidas en la superficie de las frutas o vegetales,19 aunque no eliminará los residuos químicos que han penetrado más allá de la cáscara.
Quitar la cáscara es otra opción para reducir los residuos de pesticidas, pero esto también implicará que elimine los compuestos saludables en ella (y aún así, posiblemente existan residuos que hayan penetrado en la pulpa).
Por estas razones, la mejor manera de evitar los residuos de pesticidas en sus alimentos es elegir aquellos que no hayan estado expuestos a los mismos, es decir, que sean orgánicos. Asimismo, evite rociar pesticidas alrededor de su hogar; mejor opte por soluciones naturales para el control de plagas.
Optimizar su alimentación es crucial para tener un cerebro saludable
La nutrición también desempeña un papel en el nivel de inteligencia, y esto abarca el periodo de embarazo. Las grasas omega-3 son increíblemente importantes y se han relacionado con beneficios cognitivos para los niños durante el embarazo y durante los primeros años de vida.20
Cuando a los niños se les administró un suplemento de omega-3, hubo aumentos significativos en la activación de la corteza prefrontal dorsolateral del cerebro.21
Esta es un área de su cerebro relacionada con la memoria funcional. Asimismo, se notaron cambios en otras partes del cerebro, como la corteza occipital (el centro de procesamiento visual) y la corteza cerebelosa (que desempeña un papel en el control motor).
Los peces pequeños de agua fría, que son ricos en grasas omega-3 de origen animal y tienen un bajo riesgo de contaminación, son una de sus mejores opciones para obtener omega-3 saludables. Algunos de estos peces son las anchoas, sardinas, caballa, arenque y salmón silvestre de Alaska. El aceite de kril es una alternativa de suplemento.
Otro valioso nutriente es la colina, que se encuentra en los vegetales crucíferos, verduras de hoja verde y yemas de huevos orgánicos de gallinas camperas.
El consumo de colina durante el embarazo aumentó considerablemente la actividad cerebral de los animales en el útero, lo que indica que puede estimular la función cognitiva, mejorar el aprendizaje y la memoria e incluso disminuir el deterioro de la memoria relacionada con la edad y la vulnerabilidad del cerebro ante las toxinas durante la infancia, además de conferir protección en los años subsiguientes.22
Además, las personas que consumieron más colina tuvieron un mejor rendimiento cognitivo y obtuvieron mejores resultados en las pruebas de memoria verbal y visual en comparación con aquellas cuyo consumo fue muy limitado.23
En última instancia, proteger la inteligencia de las generaciones futuras dependerá de eliminar las afamadas neurotoxinas del medio ambiente, pero también puede marcar la diferencia desde un nivel individual al evitar las exposiciones químicas, alimentarse adecuadamente y llevar un estilo de vida saludable en general.