Los placebos pueden funcionar incluso si sabe que son pastillas ficticias

Placebo

Historia en Breve

  • Un placebo es una sustancia inerte que no tiene efecto en el cuerpo. En la investigación médica, los placebos se utilizan como controles frente a los cuales se miden los efectos de los medicamentos
  • El efecto placebo se conecta con la farmacia virtual de su propio cuerpo. Los medicamentos funcionan porque el organismo tiene receptores químicos para ellos, pero también hay químicos cerebrales naturales que actúan sobre esos mismos receptores, lo cual imita de manera efectiva los efectos de los medicamentos
  • Los químicos corporales se liberan en respuesta o de acuerdo con sus expectativas u opiniones ya sean mentales o emocionales
  • Los placebos pueden funcionar incluso cuando el paciente sabe que está tomando una pastilla falsa. En un estudio, casi el 60 % de los pacientes reportaron abiertamente haber recibido un placebo para aliviar el síndrome del intestino irritable, en comparación con solo el 35 % de los que no recibieron tratamiento
  • El efecto placebo representa más de la mitad del valor terapéutico de Maxalt, un medicamento para la migraña, y los participantes reportaron sentir alivio del dolor incluso cuando se les informó que estaban tomando un placebo, en comparación con no recibir tratamiento alguno

Por el Dr. Mercola

Por definición, un placebo es una sustancia inerte que no tiene efecto en el cuerpo. En la investigación médica, los placebos (tales como las pastillas de azúcar) se usan como controles frente a los cuales se miden los efectos de los medicamentos.

Sin embargo, el efecto placebo, en el que un paciente cree que está recibiendo un medicamento auténtico y mejora pese a no recibir ningún principio activo, se ha convertido en un fenómeno bien conocido.1 Algunos estudios sobre el efecto placebo incluso llegaron a la conclusión de que muchos tratamientos convencionales "funcionan" debido al efecto placebo y no a mucho más.

De hecho, el efecto placebo podría funcionar en algunos procedimientos quirúrgicos, como lo demuestran los estudios que indican que la cirugía simulada de rodilla es tan efectiva como el procedimiento auténtico.2,3 A pesar de que el problema físico no se aborda de ninguna manera.

El efecto placebo funciona al influir en la química y los circuitos cerebrales

Si bien sabemos que el efecto placebo es real, abundan preguntas sobre los mecanismos que lo hacen actuar. Al escribir para la revista Neuropsychopharmacology4 en 2011, los investigadores destacaron las siguientes observaciones:

1. En primer lugar, ya que el efecto placebo básicamente es un efecto del contexto psicosocial, estos datos indican que diferentes estímulos sociales, como las palabras y rituales del acto terapéutico, podrían cambiar la química y los circuitos cerebrales del paciente.

2. En segundo lugar, los mecanismos que activan los placebos son los mismos que los que activan los medicamentos, lo que sugiere una interferencia cognitiva/afectiva con la acción de los medicamentos.

3. En tercer lugar, si el funcionamiento prefrontal se ve alterado, las respuestas al placebo son menores o totalmente inexistentes, como ocurre en la demencia senil de tipo Alzheimer (SDAT).

Según las observaciones del The Washington Post y los estudios publicados,5,6 los investigadores también descubrieron una "jerarquía de efectividad" donde ciertos tipos de placebos parecen tener efectos más potentes que otros.

Por ejemplo, las inyecciones o pomadas tienen efectos placebo más potentes que las pastillas, asimismo, las inyecciones simuladas y la acupuntura simulada (que también usa agujas) son más efectivas que las pastillas placebo.

El precio también es importante,7 pues las pastillas o tratamientos costosos obtienen mejores resultados que los baratos. Por último, decirle al paciente que el tratamiento aliviará sus síntomas produce un mayor efecto placebo que decir que "podría" ayudar.

Sus expectativas orientan la química de su cuerpo

Al usar la tecnología de escaneo cerebral durante las pruebas con placebos, los investigadores han podido demostrar que incluso cuando se usa un placebo, el cerebro responde según sus expectativas.

Por ejemplo, en ensayos donde se utilizaron placebos para aliviar el dolor, los cerebros de los participantes liberaron opioides naturales que controlan el dolor mediado por opioides. Por lo tanto, el efecto placebo aprovecha los mismos centros de control del dolor que los medicamentos opioides.

Los placebos también pueden desencadenar la liberación de muchos otros químicos cerebrales naturales, como los que nos hacen sentir con más energía o aquellos que nos ayudan a dormir mejor.

En resumen, el efecto placebo se conecta con la farmacia virtual de su propio cuerpo. Los medicamentos funcionan porque el organismo tiene receptores químicos para ellos, pero también tiene químicos cerebrales naturales que actúan sobre esos mismos receptores. Esta es la razón por la cual los placebos suelen imitar los efectos de los medicamentos.

Esto nos dice que el efecto placebo no es ilusorio. Por el contrario, depende de los químicos del propio organismo, que se liberan en respuesta o de acuerdo con sus expectativas u opiniones ya sean mentales o emocionales. Con eso en mente, ¿hasta dónde puede llegar un placebo? Los ensayos con placebos en pacientes con la enfermedad de Parkinson han revelado que incluso esta grave afección puede mejorar con una pastilla ficticia.

La falta de dopamina es uno de los factores que producen los síntomas del Parkinson, y los escáneres cerebrales demuestran que cuando se les dice a los pacientes con Parkinson que están recibiendo un medicamento activo, sus niveles de dopamina en el cerebro aumentan, incluso cuando la pastilla no contiene un ingrediente activo.

Cabe destacar que, en una persona con un sistema de dopamina saludable, el placebo puede liberar la misma cantidad de dopamina que las anfetaminas,8 por lo que la respuesta puede ser bastante drástica.

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Los placebos funcionan casi tan bien como los antidepresivos

Otro excelente ejemplo del efecto placebo es el de los antidepresivos. Una investigación9 publicada en 2010 sugirió que los antidepresivos no funcionan mejor que los placebos en las personas con depresión leve a moderada.

Un metaanálisis previo10 también concluyó que, en realidad, la diferencia entre los antidepresivos y los placebos es muy leve. De acuerdo con los autores:

"Las diferencias entre los medicamentos y los placebos sobre su eficacia para combatir la depresión aumentan en función de la gravedad inicial, pero son relativamente pequeñas, incluso para pacientes con depresión grave.

La relación entre la gravedad inicial y su eficacia contra la depresión se puede atribuir a la disminución de la respuesta al placebo en pacientes con depresión severa, en lugar de a una mayor capacidad de respuesta al medicamento".

Teniendo en cuenta la larga lista de efectos secundarios relacionados con los antidepresivos, como el empeoramiento de la depresión, parece razonable concluir que un placebo sería una opción mucho más preferible que la sustancia activa.

El efecto placebo se extiende entre las personas en Estados Unidos

Curiosamente, las investigaciones revelan que en los Estados Unidos el efecto placebo se está extendiendo entre las personas, y está teniendo un impacto drástico y real en el desarrollo de nuevos analgésicos.

Para las compañías farmacéuticas cada vez es más difícil obtener medicamentos para reducir el dolor por medio de ensayos clínicos, porque a medida que las respuestas de las personas a los placebos se vuelven más fuertes, hace que sea más difícil probar si el medicamento realmente funciona.11,12

Pero llama igualmente la atención que, según la investigación, los placebos pueden funcionar incluso cuando el paciente es plenamente consciente de que está tomando una pastilla ficticia.13 Este efecto parece ser tan confiable que ahora los empresarios venden pastillas y pomadas placebo en Amazon.

Los placebos funcionan incluso cuando el paciente sabe que no son reales

Ted Kaptchuk, profesor de medicina en la Facultad de Medicina de Harvard, es uno de los principales investigadores del efecto placebo. Por lo general, el efecto placebo se estudia al administrar el tratamiento real a la mitad de los participantes del estudio mientras que a la otra mitad se le brinda una pastilla ficticia, pero ninguno de los grupos sabe lo que está recibiendo.

Kaptchuk tenía curiosidad por saber qué pasaría si las personas supieran que estaban recibiendo un placebo desde el principio. Por lo tanto, en 2009, lanzó el primer ensayo abierto con placebos,14 donde participaron personas con síndrome del intestino irritable (IBS, por sus siglas en inglés). Según lo informado por Time:15

"Los hallazgos fueron sorprendentes. Casi el doble de los participantes en el ensayo que sabían que recibieron un placebo informaron haber experimentado un alivio de sus síntomas, en comparación con las personas que no recibieron tratamiento.

No solo eso, sino que los hombres y las mujeres que tomaron el placebo también duplicaron sus tasas de mejora hasta un punto que fue casi igual a los efectos de 2 medicamentos para el IBS que se solían emplear en ese momento. ‘Estaba totalmente confundido’, dice Kaptchuk. ‘Esperaba que sucediera, pero aun así es un desafío para el sentido común’".

En general, cerca del 60 % de los pacientes que recibieron un placebo (y reitero, sabían que estaban recibiendo un placebo) informaron un alivio de sus síntomas del IBS, en comparación con el 35 % de los que no recibieron tratamiento.

Aún más sorprendente, los que tomaron el placebo informaron mejoras que fueron prácticamente iguales a las informadas por personas que tomaron los medicamentos más fuertes para dicha afección.

Mente sobre cuerpo, ¿o cuerpo sobre mente? Quizás ambas

El equipo de Kaptchuk ahora está trabajando en una réplica del estudio con una asignación de US$ 2.5 millones por parte de los Institutos Nacionales de Salud. Hasta el momento, 270 personas con IBS han participado en este ensayo que aún se encuentra en curso.

Aunque parece inverosímil que se podrían obtener resultados cuando se es plenamente consciente de estar tomando una pastilla ficticia, Time relata la historia de Linda Buonanno, quien participó en el estudio de Kaptchuk con participantes con IBS en el 2009; 3 semanas después de tomar un placebo 2 veces al día, estaba completamente libre de síntomas.

Esto, pese asentirse sumamente decepcionada cuando se dio cuenta de que era un ensayo abierto con placebo, y que no recibiría ningún tratamiento real. "No tenía idea de qué estaba pasando", dijo Buonanno para Time. "Todavía no lo sé".

Después de que terminó el estudio, sus síntomas volvieron, por lo que Kaptchuk ahora la está tratando en su clínica en casa – con pastillas de azúcar. "Todo lo que sé es que funciona", dice Buonanno. "Es todo lo que me importa".

Kaptchuk admite que tampoco lo comprende del todo, pero cree que el cuerpo podría tener la capacidad de responder incluso cuando la mente conoce la verdad de los hechos. Time señala:16

"Se esfuerza por encontrar analogías adecuadas, pero lo compara con mirar Romeo y Julieta sabiendo lo que va a pasar. Si la representación es lo suficientemente evocadora, a pesar de saber que es falsa, ‘el cuerpo reacciona de maneras que van más allá de la mente’, dice. Podría sentir un nudo en la garganta o derramar una lágrima.

Más que entender por qué los placebos explícitos funcionan, para Kaptchuk es más importante averiguar cómo el mayor conocimiento científico podría llevarse a la práctica clínica. ‘En la medicina en general, los placebos han sido desacreditados, pero siempre quise descubrir maneras de aprovecharlos éticamente’, dice”.

Al escribir para Readers Digest,17 Robert Anthony Siegel también analiza su propia experiencia con los placebos. Siegel, viejo amigo de John Kelley, profesor de psicología de la universidad Endicott College y subdirector del Programa para Estudios de Placebo y Encuentros Terapéuticos de Harvard, recibió un placebo especialmente diseñado para tratar el bloqueo crónico del escritor que va acompañado de ataques de pánico e insomnio.

El efecto placebo representa la mitad del valor terapéutico del medicamento para la migraña

El equipo de Kaptchuk también investigó el efecto placebo sobre las migrañas y comparó las pastillas ficticias con el medicamento Maxalt (rizatriptán) para las migrañas recurrentes.18

En este, al igual que en el ensayo abierto de Kaptchuk sobre pacientes con IBS, los participantes reportaron alivio incluso cuando se les informó que estaban recibiendo un placebo, en comparación con no recibir ningún tratamiento en absoluto.

En general, se encontró que el efecto placebo representaba más del 50 % del valor terapéutico del medicamento Maxalt. Kaptchuk explicó:19

"Este estudio aclaró y reconstruyó los efectos clínicos del placebo y los medicamentos de una manera única. Muy pocos, si es que alguno, de los experimentos han comparado la efectividad de los medicamentos bajo diferentes niveles de información en una enfermedad que por naturaleza es recurrente.

Nuestro descubrimiento demostró que los reportes de dolor de los participantes eran casi idénticos cuando se les dijo que un medicamento activo era un placebo y cuando se les dijo que un placebo era la sustancia activa, lo que demuestra que el efecto placebo es un compañero inadvertido de los medicamentos potentes".

El futuro de la medicina: Aprovechar el poder del placebo en la práctica médica

Alia Crum, Ph.D., investigadora de los placebos en Stanford Mind & Body Lab, también hace hincapié en que "el placebo no es mágico". Más bien, el efecto es "el producto de la capacidad de su cuerpo para sanar, que se activa por medio de nuestra mentalidad y expectativas... las cuales se conforman por rituales médicos, marcas de medicamentos y frases dichas por los médicos". De acuerdo con Time:20

"Crum dice que la investigación con placebos explícitos es fascinante e importante, pero que no ve a los médicos prescribiendo placebo en un futuro cercano. En cambio, está interesada en cómo los médicos pueden hacer que sus pacientes tengan la mentalidad correcta para recibir atención médica.

‘Hemos estado invirtiendo miles de millones de dólares para desarrollar nuevos medicamentos y tratamientos sin progresar mucho en la crisis de las enfermedades crónicas’, dice. '¿Qué tal si usamos ese mismo tiempo, dinero y esfuerzo para obtener una mayor comprensión de las habilidades naturales que tienen los pacientes para curarse?’...

Crum y un colega están trabajando con Stanford Primary Care con el fin de implementar un plan de estudios llamado Medicine Plus, en el que el personal médico, lo cual abarca a todos, desde recepcionistas hasta especialistas, aprenden cómo crear un entorno más propicio para la curación.

Las estrategias se centran en impulsar la mentalidad de los pacientes, pero se basan en el poder del placebo con el objetivo final de ayudar a los médicos a aprovechar las mismas fuerzas que contribuyen a los efectos placebo junto con los medicamentos y tratamientos activos, dice Crum.

Lo ideal, dice ella, es que un día este tipo de capacitación se incorpore a la medicina desde mucho antes, cuando los profesionales de la salud están en la escuela de medicina".

Si bien es poco probable que los tratamientos con placebo se conviertan en algo común a corto plazo, se están realizando debates e investigaciones científicas sobre la manera en que el efecto placebo podría ser empleado provechosamente en la práctica médica.

Una edición especial de 2011 de Philosophical Transactions of the Royal Society B (publicado por la academia nacional de ciencias en el Reino Unido) revisó la investigación disponible y concluyó que "se necesitan estudios más rigurosamente diseñados” para desentrañar las complejidades involucradas y encontrar formas en que el efecto placebo podría adaptarse para uso clínico.21

Quizá una de las formas más simples para que un médico controle el efecto placebo en su práctica médica, sin asumir ningún riesgo ético, es aprovechar la empatía y elevar las expectativas de alivio del paciente. Los estudios han encontrado en repetidas ocasiones que los pacientes que sienten que su médico es cálido y empático (que tiene lo que se conoce como un buen trato con los pacientes) son más propensos a mejorar.

También se ha demostrado que describir cómo un medicamento o tratamiento puede mejorar a un paciente tiene un impacto positivo, quizás porque aumenta las expectativas del paciente.