Los niños experimentan una mayor exposición a sustancias químicas que los adultos y cuentan con una barrera hematoencefálica inmadura y porosa, la cual permite que las mayores exposiciones químicas alcancen su cerebro en desarrollo. Como resultado, las exposiciones tempranas pueden tener consecuencias devastadoras de por vida.
Por ejemplo, como se señaló en la revisión científica titulada como "Efectos neuroconductuales de la toxicidad en el desarrollo", publicada en The Lancet en marzo del 2014, la exposición elevada al fluoruro en el agua fluorada puede contribuir a una caída aproximada de 7 puntos en la puntuación del coeficiente intelectual de un niño, y esa es solo una de las muchas sustancias químicas a las que los niños se encuentran expuestos diariamente.
Según lo informado por c&en en el 2017, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos incluye a más de 85 000 productos químicos disponibles en el mercado, y dicha lista continua en aumento. De ellos, solo el 1 % ha sido probado para mayor seguridad.
El artículo de The Lancet identificó 11 sustancias químicas industriales conocidas por interrumpir el desarrollo cerebral y causar daño cerebral, anormalidades neurológicas, menor CI y agresividad en niños, y según los autores:
“Consideramos que aún más neurotoxicantes permanecen desconocidos. Para controlar la pandemia de neurotoxicidad en el desarrollo, es necesario proponer una estrategia de prevención global.
Los productos químicos no evaluados no deberían considerarse como seguros para el desarrollo cerebral, mientras que los productos químicos actualmente en uso y todos los productos químicos nuevos, deben someterse a pruebas de neurotoxicidad en el desarrollo.
Para coordinar estos esfuerzos y acelerar la prevención científica, es necesario proponer una formación urgente de una nueva cámara de compensación internacional".
A pesar de la legislación, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) debilita la postura frente a los químicos tóxicos
Lamentablemente, hasta la fecha, aún no se ha implementado una estrategia global de prevención verdaderamente integral para proteger a los niños de los químicos tóxicos. Lo mismo ocurre con los esfuerzos para aumentar las protecciones dentro de los Estados Unidos.
En el 2010, el senador Frank Lautenberg de los Estados Unidos anunció que presentaría un proyecto de ley de químicos más seguros para enmendar la Ley de Control de Sustancias Tóxicas (TSCA, por sus siglas en inglés). Según lo informado por Safer Chemicals en el momento:
"En las observaciones iniciales, el senador Frank Lautenberg explicó que "el público de los Estados Unidos es un depósito vivo de sustancias químicas" y que, como resultado de pruebas inadecuadas a sustancias químicas tóxicas, los niños se han convertido en sujetos de prueba.
‘Nuestros niños no deben ser utilizados como conejillos de indias’, mencionó el Senador Lautenberg y explicó que su nuevo proyecto de ley le proporcionaría las herramientas necesarias a la EPA para proteger a las personas de los productos químicos peligrosos al exigir la prueba de todos los productos químicos, así como la recolección datos sobre daños en la salud humana antes de añadir los químicos a los productos de consumo".
El 22 de junio del 2016 se promulgo la ley de seguridad química de Frank R. Lautenberg para el siglo XXI, modificando así la TSCA. La cual solicita a la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unido (EPA, por sus siglas en inglés) a realizar evaluaciones químicas basadas en el riesgo y "evaluar las sustancias químicas existentes con plazos claros y exigibles".
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La EPA no lo protege a usted ni a su familia
Lamentablemente, para la llegada del 2018, se hizo evidente que la actualización de la TSCA no había logrado nada. Tal como se informó en una publicación del blog del Fondo de Defensa Ambiental, con fecha del 5 de febrero del 2018:
"En agosto, Scott Pruitt anunció que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) revertiría el curso de sus revisiones de riesgo de nuevos productos químicos en virtud de las reformas realizadas en el 2016 para la Ley de Control de Sustancias Tóxicas (TSCA) por la Ley de Lautenberg.
Los cambios devolverán de manera efectiva el programa a su posición anterior de Lautenberg, en virtud del cual pocos productos químicos se encontraron sujetos a cualquier condición e incluso menos a los requisitos de prueba, o lo debilitarán aún más".
El blog describe algunas de las disputas políticas que causaron que la EPA revirtiera el curso bajo la influencia del American Chemistry Council. Un artículo publicado en The New York Times el 19 de diciembre del 2017, también informó sobre la reversión, e indicó lo siguiente:
"La Agencia de Protección Ambiental pospondrá indefinidamente las prohibiciones de ciertos usos de tres químicos tóxicos encontrados en productos de consumo, de acuerdo con una actualización de los planes regulatorios de la administración de Trump.
Los críticos explicaron que esta reversión demostró la creciente renuencia de la agencia a utilizar los poderes de ejecución que le otorgó el Congreso el año pasado, en virtud de la Ley de Control de Sustancias Tóxicas.
El administrador de la E.P.A, Scott Pruitt se encuentra 'ignorando abiertamente la clara directiva del Congreso para proteger mejor la salud y la seguridad de millones de personas en los Estados Unidos al regular de manera más efectiva algunos de los químicos más peligrosos conocidos por el hombre', explicó el senador Tom Carper, demócrata de Delaware y un miembro minoritario del comité del Senado de Medioambiente y Obras Públicas".
La neurotoxicidad continúa siendo ignorada
Desafortunadamente, la neurotoxicidad tiende a ignorarse principalmente porque los efectos no son tan visiblemente demostrables como los defectos de nacimiento. Como señaló un estudio de The Lancet:
"David P. Rall, exdirector del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de los Estados Unidos, señaló una vez que "si la talidomida hubiera causado una pérdida de diez puntos del coeficiente intelectual (CI) en lugar de defectos de nacimiento de las extremidades, probablemente aún se encontraría disponible en el mercado.'
Muchos de los productos químicos industriales comercializados actualmente probablemente causen deficiencias en el CI de menos de diez puntos y, por lo tanto, no han logrado ser detectados hasta ahora, pero sus efectos combinados podrían causar enormes consecuencias".
En pocas palabras, los niños son utilizados como sujetos de prueba y dispositivos de detección de veneno. A menudo, es solo después de décadas de exposición que los efectos se hacen evidentes, momento en el que innumerables niños ya han pagado las consecuencias con su salud.
Aunque algunas fuentes de exposición tóxicas pueden ser evidentes, la gran mayoría no lo son. La mayoría de los padres no consideran que los juguetes para niños, las almohadas para amamantar o los asientos para el automóvil son una fuente de exposición tóxica continua. ¿Con que frecuencia los niños están expuestos a estas toxinas? Continúe leyendo.
Exposición al plomo continúa siendo desenfrenada
Más recientemente, un artículo en The Guardian del 26 de junio del 2019, informa que "cientos de miles de niños en los Estados Unidos continúan experimentando un riesgo de exposición al plomo, lo que causa deficiencias cognitivas y de comportamiento".
De los 31 estados que han reportado estadísticas en el porcentaje de niños con niveles elevados de plomo, Louisiana y Kentucky se encuentran entre los peores.
Cómo se señaló anteriormente en este artículo, muchas casas antiguas aún contienen pintura a base de plomo. Anna Almendrala cuenta la historia de una joven madre cuyo hijo de 2 años desarrolló el hábito de morder los marcos de las ventanas.
Las pruebas sanguíneas iniciales revelaron que el niño, quien ya había sido diagnosticado con autismo, mostraba un nivel de plomo de 24 microgramos por un décimo de litro de sangre, que es "casi cinco veces más que el punto de referencia utilizado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos para recomendar una intervención de plomo", escribe Almendrala.
Algunas pruebas adicionales revelaron que su nivel de sangre era de 49 mcg, que es casi 10 veces más que el umbral de intervención recomendado. La reducción de plomo en el interior del hogar reveló "zonas activas de plomo en los marcos de las puertas, ventanas y el armario de la habitación del niño".
Esta historia puede sonar como una anomalía, ya que se prohibió la pintura a base de plomo dentro de las viviendas en 1978. Sin embargo, existen muchas casas antiguas, y muy pocas personas consideran que podrían existir restos tóxicos de años anteriores.
El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los Estados Unidos estima que hasta 24 millones de residencias construidas antes de 1978 aún contienen restos de plomo, mientras que en junio del 2019 se anunció que se distribuirán 330 millones de dólares en donaciones para limpiar el plomo y otros peligros de seguridad en comunidades de bajos recursos.
Almendrala señala lo siguiente:
"Cuando se trata de la exposición al plomo en Estados Unidos, todavía no se conoce con exactitud la cantidad y el lugar de los niños expuestos a la neurotoxina.
Esto deja a cientos de miles de niños vulnerables a los peligros del plomo, mientras que se agrava la desigualdad en forma de deficiencias cognitivas y de comportamiento que pueden obstaculizar a las comunidades durante generaciones.
Los expertos explican la posibilidad de erradicar el plomo de la infraestructura de los Estados Unidos, pero que no es una prioridad.
‘Actualmente estamos haciendo las cosas al revés al utilizar la sangre de los niños para detectar la contaminación ambiental’, menciona la Dra. Mona Hanna-Attisha, una pediatra que descubrió niveles elevados de plomo en sus pacientes pediátricos y relacionó la situación con una nueva fuente de agua en Flint, Michigan.
‘La prueba de detección se debe realizar en el ambiente antes de que los niños se encuentren expuestos’".
Los alimentos no orgánicos o convencionales ofrecen dosis diarias de veneno
Nuestro suministro de alimentos también se ha convertido en una fuente notoria de exposiciones tóxicas, que abarca desde herbicidas y pesticidas hasta antibióticos y aditivos alimenticios de seguridad cuestionable (los cuales nunca han sido sometidos a pruebas de seguridad).
Para mayor información sobre los aditivos alimenticios que deben evitarse, consulte “¿Qué mezcla química hay en sus alimentos?"
Las pruebas han confirmado que las personas que consumen alimentos no orgánicos cuentan con niveles más elevados de toxinas en su sistema.
En el 2015, Joseph E. Pizzorno, presidente fundador de la Universidad de Bastyr, explicó al Sydney Morning Herald que las toxinas parecen ser las principales culpables de la mayoría de las enfermedades crónicas, y que "los pesticidas utilizados en los alimentos consumidos por las personas son el mejor indicador de la diabetes tipo 2 que cualquier otro factor disponible actualmente".
El Dr. David Bellinger, profesor de neurología de la Escuela de Medicina de Harvard, ha expresado inquietudes similares. Según sus estimaciones, publicadas en el 2012, basadas en una población de 25.5 millones de niños en Estados Unidos, se han perdido cerca de 16 899 488 puntos de CI debido a la exposición a pesticidas organofosforados.
Otros 22 947 450 puntos de CI se perdieron debido a la exposición al plomo, mientras que otros 284 580 puntos de CI se perdieron por la exposición al metilmercurio.
De estos, tanto los pesticidas como el metilmercurio se encuentran disponibles en nuestros alimentos (los pescados y mariscos son la principal fuente de exposición para el mercurio), mientras que el consumo de agua es una fuente muy común de plomo.
En el 2015, un informe de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia advirtió que la exposición a sustancias químicas en aumento ahora representa una amenaza importante para la salud humana y la reproducción, lo que afirma que "la exposición prenatal a sustancias químicas y los malos resultados de salud son cada vez más evidentes".
El estudio CHAMACOS, se encuentra entre aquellos que muestran que las menores cantidades de pesticidas pueden ser perjudiciales, en este caso en el cerebro infantil. Evaluó a cientos de mujeres embarazadas que viven en Salinas Valley, California, la cual es una meca agrícola que ha tenido hasta medio millón de libras de organofosforados rociados en la región al año.
Se evaluó a los niños hasta los 12 años de edad para observar el impacto que los pesticidas causaron en su desarrollo. Resulta que el impacto fue bastante dramático. La exposición de las madres a los organofosforados durante el embarazo se relacionó con:
- Menor duración del embarazo
- Menores reflejos neonatales
- Menor coeficiente intelectual y peor funcionamiento cognitivo infantil.
- Mayor riesgo de déficit de atención en niños.
Brenda Eskenazi, investigadora principal del estudio CHAMACOS, también observó que los efectos de las exposiciones a sustancias químicas combinadas requieren de mayor atención, ya que todavía se sabe muy poco acerca de los efectos sinérgicos de las diferentes sustancias químicas.
Las sustancias químicas disruptoras endocrinas se encuentran en todas partes
En el 2015, un grupo de trabajo de la Endocrine Society también emitió su segunda declaración científica sobre sustancias químicas que alteran el sistema endocrino, al señalar que los efectos en la salud de las sustancias químicas que alteran las hormonas son de tal naturaleza que todas las personas deben implementar medidas proactivas para evitarlos.
La declaración también exige mejores pruebas de seguridad para determinar qué productos químicos pueden causar problemas.
Ya en el 2002, un artículo en Environmental Science & Technology advirtió que los 4-nonilfenoles (NP) que alteran el sistema endocrino "están omnipresentes en los alimentos", pero que no son la única fuente. Como lo señaló el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de los Estados Unidos:
"Se cree que una amplia gama de sustancias, tanto naturales como artificiales, causan alteración endocrina, incluyendo productos farmacéuticos, dioxinas y compuestos similares a las dioxinas, bifenilos policlorados, DDT y otros pesticidas, y plastificantes como el bisfenol A.
Los disruptores endocrinos se pueden encontrar en numerosos productos cotidianos, como botellas de plástico, latas de alimentos, detergentes, productos ignífugos, alimentos, juguetes, cosméticos y pesticidas".
Una clase de sustancias químicas disruptoras endocrinas, conocidas como sustancias alquílicas fluoradas (PFAS, por sus siglas en inglés), comúnmente utilizadas en una amplia variedad de productos, incluyendo envoltorios y envases de alimentos antiadherentes, también son omnipresentes en el suministro de alimentos de los Estados Unidos, y en niveles muy superiores al límite de la PFOA y PFAS del agua potable (actualmente no existen límites en los alimentos).
En el 2017, se realizó la prueba por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos como parte de su Estudio de Alimentación Total y se presentó en la reunión del 2019 de la Sociedad de Toxicología Ambiental y Química. La PBS informó sobre los hallazgos, al señalar que:
“Los niveles en casi la mitad de la carne y el pescado analizados fueron del doble o más al único nivel de asesoría federal existente actualmente para cualquier tipo de PFAS. El nivel en el pastel de chocolate era más elevado: con más de 250 veces de los lineamientos federales, los cuales pertenecen a algunos PFAS del agua potable.
Los PFOS, una forma más antigua de PFAS que ya no se fabrican en los Estados Unidos, aparecieron en niveles que oscilan desde 134 partes por billón hasta 865 partes por billón en la tilapia, pollo, pavo, carne de res, bacalao, salmón, camarones, cordero, bagre y salchichas para hot dogs, El pastel de chocolate preparado mostró cerca de 17 640 partes por trillón de una clase de PFAS conocida como PFPeA.
La presentación de la FDA también incluyó ciertos hallazgos no informados previamente de los niveles de PFAS, en los cuales uno supera las 1000 partes por billón, en hortalizas de hoja verde cultivadas a 10 millas (16 kilómetros) de una planta no especificada de PFAS de los Estados Unidos y que se venden en el mercado agrícola”.
Otras fuentes comunes de exposiciones tóxicas diarias
En realidad, para crear una lista completa de exposiciones tóxicas comunes, sin mencionar una lista de todas aquellas exposiciones potenciales, se requeriría mucho más espacio del que se puede ofrecer aquí. Dicho esto, a continuación, mostraremos algunas rutas de exposición tóxicas que quizás no haya considerado anteriormente.
Para proteger a su familia, especialmente a sus hijos, es necesario enfrentar algunas de estas exposiciones; al remplazarlas con alternativas no tóxicas. Para mayor información visite los artículos anteriores, dónde también se ofrecen sugerencias de reemplazos.