Los obesógenos son sustancias químicas que ejercen efectos negativos a nivel celular. Es posible reconocer algunos en una lista que contiene bisfenol-A (BPA), parabenos, materiales ignífugos y pesticidas. La mayoría son productos químicos que alteran el sistema endocrino (EDC, por sus siglas en inglés) que pueden estar saboteando los esfuerzos para perder peso.
Otros obesógenos incluyen los PFAS, que se encuentran comúnmente en los empaques de alimentos, productos de limpieza, utensilios de cocina antiadherentes, espumas contra incendios, así como alfombras, tapetes y muebles resistentes a las manchas.
La exposición puede ocurrir a través de los alimentos, el aire, el polvo, el agua potable y los productos utilizados en el hogar y en el trabajo. De acuerdo con Toxic-Free Culture, además de ser obesógenos, los PFAS también están relacionados con la toxicidad hepática y renal, la toxicidad reproductiva y el cáncer. Este es un químico que pertenece a una larga lista de compuestos utilizados en materiales cotidianos.
Esta tendencia está en aumento pese al reconocimiento mundial sobre la obesidad como una pandemia y la preparación de campañas de salud para abordar este desafío. En 1960, poco menos del 15 % de la población padecía obesidad, en comparación con el 35 % en el 2005. Esta cifra había aumentado al 39.8 % en el 2016.
Los obesógenos contribuyen a la obesidad
La profesora emérita Philippa D. Darbre, de la Universidad de Reading, en el Reino Unido, es experta en sustancias químicas que perturban el sistema endocrino (EDC, por sus siglas en inglés). En su libro titulado como "Endocrine Disorders and Human Health", describe las acciones de estos químicos que interrumpen la capacidad para mantener o perder peso.
Los productos químicos aumentan la acumulación de grasa y promueven el crecimiento de las células grasas, explica. También aumentan la cantidad y el tamaño de las células adiposas y alteran las hormonas que regulan el apetito. Además, los obesógenos modifican la tasa metabólica y favorecen el almacenamiento de calorías en lugar de quemarlas.
En el 2002, un Investigador publicó esto en una revista en Escocia, lo cual llamó la atención de algunos científicos. La investigación comenzó después de que se publicó un comentario sobre el estudio en una revista conocida.
Jerrold Heindel Ph.D., del Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental (NIEHS, por sus siglas en inglés), se enfocó en el hecho de que se realizaron pruebas de toxicidad de productos químicos para observar su relación con la pérdida de peso, lo que se considera un efecto de toxicidad.
Pero, según lo informado por Newsweek, los investigadores "ignoraron cuando los químicos causaron un aumento de peso", lo que Heindel señaló es de gran importancia, ya que "numerosos químicos causaron un aumento de peso en pequeñas dosis", como la dosis a la que están expuestos los bebes.
Heindel señaló que la investigación demostró que, al exponer ciertas células en un tubo de ensayo a productos químicos, incluyendo el BPA, es posible estimular el crecimiento de células grasas. Explico que, si esto sucediera en un organismo vivo, "este terminaría [con] una tendencia a desarrollar obesidad".
Dos años después, los líderes de un estudio en animales demostraron que los ratones recién nacidos expuestos a un compuesto que imita las hormonas tenían 36 % más grasa corporal y un peso 20 % mayor que los ratones en el equipo de control, explico Newsweek.
De hecho, los resultados de estudios más recientes han apoyado la hipótesis del obesógeno. La mezcla de EDC es otro problema al que nos encontramos expuestos de por vida. Aquí es donde el mapeo del genoma humano puede ser beneficioso.
Los investigadores y epidemiólogos experimentales están analizando los niveles de exposición a productos químicos simples y múltiples mediante estudios de exposición. Según los CDC, la exposición se "define como una medida de todas las exposiciones de una persona a través de su vida y cómo dichas exposiciones se relacionan con la salud". Los investigadores esperan que:
“Esto informe y guíe futuros enfoques de laboratorio y epidemiológicos que superen las limitaciones actuales. A su vez, esto nos permitirá evaluar con mayor precisión los costos de los EDC, así como la exposición al obesógeno. De manera optimista, esta información podría influir en los legisladores para que tomen las medidas adecuadas para proteger la salud pública".
Publicidad
![Sabe a azúcar, aumenta la longevidad y mejora el estado de ánimo]()
![Sabe a azúcar, aumenta la longevidad y mejora el estado de ánimo]()
Relación entre los químicos y la obesidad infantil
Bruce Blumberg, Ph.D., leyó el artículo publicado en el 2002 en la Universidad de California en Irvine. Sin embargo, decidió realizar sus propios experimentos debido a que no le impresionó la hipótesis. Para el 2006, había diseñado y ejecutado un estudio en animales en el que los ratones consumían un químico disruptor endocrino que se sabe que ingresa en la cadena alimenticia y al agua potable.
Los descendientes nacieron con una mayor cantidad de células grasas y registraron un peso 20 % mayor en la edad adulta que los no expuestos. A través de pruebas genéticas, descubrió que el químico activó un receptor que cambia la dirección del desarrollo de fibroblastos. El cambio fue tan confiable que Blumberg acuñó el término de "obesógeno" para describir el efecto.
Esto desafía la creencia de que el aumento y la pérdida de peso se basan únicamente en las calorías consumidas y quemadas. Pero, tal como lo demuestra el ayuno intermitente y la alimentación cetogénica, existe una diferencia en cómo se pueden quemar las calorías.
En una demostración adicional de los factores que afectan la pérdida y el aumento de peso, los resultados de un estudio en animales demostraron que el consumo de alimentos durante la noche aumenta más el peso que consumir la misma cantidad durante el día, que es lo que probablemente sucede con la mayoría de las personas que trabajan en la noche.
Los autores de una revisión publicada en el 2018 analizaron encuestas y estudios en animales y descubrieron que "las fuentes más importantes de exposición en interiores son la alimentación, el polvo doméstico, los productos químicos de limpieza, los utensilios de cocina y los cosméticos".
Este patrón de exposición es uno de los factores más importantes de exposición prenatal e infantil, y tiene la capacidad de cambiar la función celular y disminuir las tasas metabólicas. La población infantil ha aumentado en las últimas décadas.
Los datos de los CDC demuestran que de 1971 a 1974, a medida que comenzó a crecer el uso de plásticos y productos químicos que alteran el sistema endocrino, únicamente el 6.7 % de los bebés de 12 a 24 meses padecían obesidad. En los próximos años, comenzó a aumentar el porcentaje de bebés de 6 a 24 meses con obesidad.
Aunque la tasa de crecimiento ha variado, en el 2000 el 10.4 % de los bebés padecían obesidad, mientras que en el 2016 esto disminuyó a un 9.9 %. En una revisión retrospectiva de los patrones de crecimiento infantil, los investigadores encontraron que existían patrones diferentes que se observaron en 2 a 6 meses. Los datos demostraron una relación entre los valores del índice de masa corporal a los 4 meses y a los 5 años.
La Universidad de Virginia apoyo esta información, la cual demostró que los bebés que nacen con sobrepeso probablemente continuaran con sobrepeso. Otros hallazgos de la investigación en animales indican que las diferencias de peso causadas por los químicos obesogénicos pueden aumentar el potencial de obesidad en las siguientes cuatro generaciones.
El desafío del control del peso
La obesidad y el control del peso presentan una carga mental, emocional y financiera. El sobrepeso y la obesidad pueden aumentar el riesgo de desarrollar una cantidad significativa de problemas de salud, incluyendo ciertos tipos de cáncer, apnea del sueño, enfermedades cardíacas y diabetes tipo 2. Durante el embarazo, puede elevar el azúcar en la sangre y la presión arterial, lo que resulta en un mayor riesgo de parto por cesárea.
Sus efectos pueden ser duraderos en individuos y comunidades. Únicamente el tabaco es el responsable de un mayor número de muertes al año en las personas menores a los 70 años. Las personas con sobrepeso u obesidad también pueden sufrir discriminación, una menor calidad de vida y un mayor riesgo de depresión.
Al incluir datos de diferentes estados en el país, un equipo de investigación estima que el porcentaje del gasto en atención médica dedicado a la obesidad aumentó del 6.13 % en el 2001 al 7.91 % en el 2015. Esto representa un aumento del 29 % en el gasto por problemas de salud relacionados con la obesidad.
Es posible que utilizar el IMC para evaluar los riesgos para la salud no brinde la información necesaria para tomar mejores decisiones de vida. El problema con el IMC es que utiliza el peso total para determinar la existencia de sobrepeso cuando la cantidad total de grasa corporal representa el mayor riesgo para la salud.
Del mismo modo, no es preciso asumir que una persona es sana, si se encuentra dentro de los rangos normales de IMC. Por ejemplo, un atleta o una persona inactiva pueden tener el mismo IMC, o una persona con un índice de masa muscular muy alto podría clasificarse con sobrepeso u obesidad cuando las únicas medidas utilizadas son el peso y la altura.
En cambio, la relación cintura-cadera es un indicador más confiable de los riesgos de enfermedades futuras. Una proporción más alta sugiere la existencia de una mayor grasa visceral, que es la acumulación de grasa alrededor de los órganos internos, y que es mucho más peligrosa que la grasa subcutánea ubicada debajo de la piel.
Para determinar la relación cintura-cadera, se necesita utilizar una cinta métrica y registrar la circunferencia de la cintura y la cadera. Después, divida la circunferencia de la cintura por la circunferencia de la cadera y compare la relación con los siguientes valores.
Relación cintura-cadera |
Hombres |
Mujeres |
Ideal |
0.8 |
0.7 |
Bajo riesgo |
<0.95 |
<0.8 |
Riesgo moderado |
0.96-0.99 |
0.81 - 0.84 |
Alto riesgo |
> 1.0 |
> 0.85 |
Cómo encontrar a los obesógenos
Es probable que la creciente cantidad de productos químicos en el entorno y los alimentos contribuyan a la epidemia de obesidad. Existen algunos lugares donde es posible encontrarlos dentro del hogar, los cuales incluyen los siguientes:
- Agua del grifo: los pesticidas llegan al agua del grifo, donde la atrazina es el principal. Aunque ha sido prohibida en Europa, continúa siendo utilizada en los Estados Unidos. Otro es el tributilestaño (TBT), un fungicida que estimula la producción de células grasas y que se encuentra en los productos de vinilo y en los conservadores de textiles y alfombras.
- Productos químicos de reemplazo del BPA y BPA: Estos se infunden en plásticos y recubren latas. Los cuales pueden aumentar la resistencia a la insulina.
- Recubrimientos antiadherentes: Los PFOA se utilizan para crear una barrera antiadherente en las maletas, alfombras, teflónes, mochilas y ropa. También se encuentra en los empaques de los alimentos, como las bolsas de las palomitas de maíz para microondas.
- Materiales ignífugos: Algunos fueron prohibidos en los Estados Unidos, pero permanecen en el suministro de alimentos. Los productos químicos de reemplazo, como los PBDE, tienen efectos similares en el sistema endocrino. Es posible encontrarlos en alfombras y muebles tratados, textiles, productos electrónicos y automóviles.
Cómo reducir los riesgos
Por desgracia, los lugares de exposición continúan creciendo. Sin embargo, aunque representa un problema, es posible tomar medidas específicas para reducir los riesgos de exposición, como lo mencioné en numerosos artículos anteriores. Considere que algunos disruptores endocrinos no son estrictamente obesógenos, pero afectan su capacidad para controlar el peso.
Evite los pesticidas: Consuma vegetales orgánicos y carne y productos lácteos que provengan de animales alimentados con pastura. Evite el uso de pesticidas en el pasto, y quítese los zapatos cuando entre a su casa. |
Deshágase de todos los productos químicos antiadherentes e ignífugos: Los utensilios de cocina antiadherentes liberan productos químicos al calentarse. En cambio, cocine con sartenes de cerámica o vidrio. Adquiera colchones, alfombras y muebles que no estén tratados con materiales ignífugos. |
Evite los alimentos empaquetados: evite el consumo de productos enlatados, palomitas de microondas y el uso de recipientes para llevar. Evite comprar alimentos procesados y empaquetados, ya que pueden contener jarabe de maíz alto en fructosa, endulzantes artificiales, pesticidas y otros obesógenos. Los endulzantes artificiales también pueden estar presentes en los chicles, sodas y jarabe para hotcakes. |
Evite el vinilo y el plástico: Utilice una cortina de baño hecha de tela que se pueda lavar a máquina. Estas se mantienen más limpias y duran más que el vinilo. Reemplace las maletas y mochilas con productos de lona con una mezcla orgánica. Utilice vidrio para almacenar los alimentos y bolsas reutilizables para transportar los alimentos del supermercado. |
Filtre el agua: Es necesario filtrar el agua del grifo debido a la cantidad de toxinas en el agua. Para mayor información consulte: "¿Por Qué Es una Necesidad Filtrar el Agua?” |
Disminuya el uso de antibióticos: Se recomienda evitar el uso de antibióticos, apoyar las bacterias intestinales y utilizar remedios naturales. Los antibióticos alteran el microbioma intestinal, lo que influye en el control de peso en los adultos y los niños. |