En el último año, ¿alguna vez ha sentido que vive en un sentido alterado de la realidad, donde las cosas que una vez supo que eran ciertas ya no lo son? No está en su imaginación. En los últimos años y meses, las definiciones antiguas de tres palabras cambiaron, y ahora tienen inmensas ramificaciones para la política de salud pública en medio del COVID-19.
La consecuencia aún mayor para la sociedad es que al publicar esta información falsa, intentan cambiar su percepción de lo que es cierto y lo que no es cierto, y corrompen la ciencia en el proceso.
La OMS cambió la definición de pandemia
¿Qué es exactamente una pandemia? La definición original de la OMS de una pandemia desde el 1 de mayo de 2009, especificó que eran epidemias simultáneas en todo el mundo "con una gran cantidad de muertes y enfermedades":
"Una pandemia de influenza ocurre cuando aparece un nuevo virus de influenza contra el cual la población humana no tiene inmunidad, lo que da como resultado varias epidemias simultáneas en todo el mundo con una gran cantidad de muertes y enfermedades".
Esta definición se cambió un mes antes de la pandemia de gripe porcina de 2009 al eliminar los criterios de gravedad y alta mortalidad y dejar la definición de pandemia como "una epidemia mundial de una enfermedad".
Este cambio de definición le permitió a la OMS declarar la gripe porcina como una pandemia después de que solo 144 personas murieran a causa de la infección en todo el mundo, y es por eso que el COVID-19 todavía se promueve como una pandemia a pesar de que muchos datos sugieren que la letalidad del COVID-19 es igual a la de la gripe estacional.
Definición de vacuna modificada
Al referirse a las vacunas del COVID-19 como "vacunas" en lugar de terapias génicas, se viola el código 15 de la Sección 41 del gobierno de Estados Unidos. De acuerdo con esta ley, es ilegal divulgar:
"Que un producto o servicio puede prevenir, tratar o curar enfermedades humanas a menos que usted posea evidencia científica competente y confiable, incluyendo, cuando sea apropiado, estudios clínicos en humanos bien controlados, que demuestren que las afirmaciones son verdaderas en el momento en que se realizan".
Además, no puede tener una "vacuna" que no cumpla con la definición de vacuna. Hasta hace poco tiempo, Merriam-Webster definía vacuna como "una preparación de microorganismos muertos, organismos vivos atenuados u organismos vivos totalmente virulentos que se administra para producir o incrementar de forma artificial la inmunidad a una enfermedad en particular".
Las vacunas del COVID-19 no son vacunas convencionales elaboradas con virus vivos o atenuados. En realidad, son terapias génicas. Las vacunas de Pfizer y Moderna están elaboradas con nanopartículas lipídicas que contienen polietilenglicol (PEG) y ARN mensajero (ARNm).
Los ARNm son fragmentos de código genético que llevan instrucciones para que las células produzcan proteínas. La definición de genética se "relaciona con los genes" y los genes contienen un código de instrucción que le dice al cuerpo qué proteínas producir. La terapia es el tratamiento médico de la enfermedad, por lo que las vacunas de ARNm son una terapia génica.
Como señaló David Martin, Ph.D., las presentaciones ante la SEC de Moderna especifican y enfatizan que la FDA considera que su tecnología "de terapia génica", originalmente estaba destinada para tratar el cáncer. Su mecanismo de acción también lo confirma como terapia génica. Las terapias génicas de ARNm que se comercializan de forma engañosa como "vacunas" convierten sus células en biorreactores que producen proteínas virales para causar una respuesta inmunológica y no hay forma de detenerlo.
Dado que las "vacunas" del COVID-19 no cumplían con la definición anterior de vacuna, la definición de vacuna de Merriam-Webster cambió para incluir una descripción de las terapias génicas experimentales del COVID-19:
"Una preparación que se administra (por inyección) para estimular la respuesta inmunológica del cuerpo contra una enfermedad infecciosa específica:
a: una preparación antigénica de un agente patógeno típicamente inactivado, atenuado (ver sentido atenuado 2) (como una bacteria o virus) o uno de sus componentes o productos (como una proteína o toxina)
b: una preparación de material genético (como una hebra de ARN mensajero sintetizado) que utiliza las células del cuerpo para producir una sustancia antigénica (como un fragmento de la proteína Spike del virus)"
Publicidad
![Sabe a azúcar, aumenta la longevidad y mejora el estado de ánimo]()
![Sabe a azúcar, aumenta la longevidad y mejora el estado de ánimo]()
Por qué no quieren que las vacunas del COVID se llamen terapia génica
Presentaciones de la SEC de Moderna, que, en el video anterior Martin afirma que revisó, especificó y enfatizó que su tecnología es una "tecnología de terapia génica". En un principio su tecnología se creó para ser un tratamiento contra el cáncer, por lo que, en realidad es una tecnología de terapia génica de quimioterapia.
Como señaló Martin, ¿quién levantaría la mano para recibir terapia génica de quimioterapia profiláctica para un cáncer que no tiene y que tal vez nunca tenga riesgo de padecer? Es muy probable que pocas personas aceptarían tal oferta y solo por una buena razón.
Los estados y los empleadores no podrían obligar a las personas a recibir terapia génica de quimioterapia para un cáncer que no tienen, ya que sería ilegal.
Sin embargo, proponen que toda la humanidad reciba la terapia génica del COVID-19 de forma obligatoria, Si realmente lo llamaran como es, "terapia génica dequiemioterapia", la mayoría de las personas se negarían a recibirla. Quizás esa sea una de las razones de su falsa categorización como vacunas.
Pero también podría haber otras razones. Martin no entra en conjeturas, ya que no tenemos pruebas de sus intenciones, pero especula que la razón por la que llaman a esta tecnología de terapia génica experimental una "vacuna" es porque al hacerlo, pueden eludir la responsabilidad por daños.
Mientras los Estados Unidos se encuentren en estado de emergencia, se permiten cosas como las pruebas de PCR y las "vacunas" del COVID-19 bajo autorización de uso de emergencia. Y, mientras la autorización de uso de emergencia esté en vigor, los fabricantes de estas terapias génicas experimentales no son responsables económicamente de ningún daño que se derive de su uso.
Es decir, siempre que sean "vacunas". Si estas inyecciones NO son vacunas, entonces el escudo de responsabilidad desaparece, porque no existe un escudo de responsabilidad para una contramedida de emergencia médica que es la terapia génica.
La OMS cambió la definición de inmunidad colectiva
En junio de 2020, la definición de inmunidad colectiva de la OMS, publicada en una de sus páginas de preguntas y respuestas sobre el COVID-19, estaba en línea con el concepto que ha sido el estándar para las enfermedades infecciosas durante décadas. Esto es lo que decía en un principio, cortesía del Internet Archive's Wayback machine:
"La inmunidad colectiva es la protección indirecta contra una enfermedad infecciosa que ocurre cuando una población es inmune, ya sea por una vacuna o por la inmunidad desarrollada a través de una infección previa".
Cabe señalar que "la inmunidad que se desarrolla por medio de una infección previa" es la forma en que ha funcionado desde que los humanos están vivos. Su sistema inmunológico no está diseñado para recibir vacunas. Está diseñado para funcionar en respuesta a la exposición a un agente infeccioso. Aparentemente, de acuerdo con la OMS, ese ya no es el caso. En octubre de 2020, aquí está su definición actualizada de inmunidad colectiva, que ahora es "un concepto que se utiliza para la vacuna":
"La 'inmunidad colectiva', también conocida como 'inmunidad de la población', es un concepto que se utiliza para la vacuna, en el que una población puede protegerse de un determinado virus si se alcanza un límite de vacunas. La inmunidad colectiva se logra al proteger a las personas de un virus, no al exponerlas a él.
Las vacunas entrenan a nuestro sistema inmunológico para crear proteínas que combaten las enfermedades, conocidas como "anticuerpos", tal como sucedería cuando nos exponemos a una enfermedad, pero, lo que es más importante, las vacunas funcionan sin enfermarnos. Las personas vacunadas están protegidas de contraer la enfermedad en cuestión y transmitirla, para romper cualquier cadena de transmisión".
En Twitter, la analista de investigación Heather Taylor publicó una captura de pantalla con las dos definiciones, una del 9 de junio de 2020 y la otra del 13 de noviembre de 2020, donde cambió para implicar que la inmunidad colectiva, en el transcurso de varios meses, de repente se convirtió en un concepto que solo se aplica a la vacuna. "Esto todavía me sorprende", escribió. De hecho, es una flagrante corrupción de la ciencia.
En una página para pacientes de JAMA 2020 sobre inmunidad colectiva, el Dr. Angel Desai, editor asociado de JAMA Network Open, y Maimuna Majumder, Ph.D., del Boston Children's Hospital, Harvard Medical School, explican que la inmunidad colectiva se podría lograr por medio de la infección natural y recuperación, como siempre ha sido el caso:
"La inmunidad colectiva se puede lograr por medio de la infección, recuperación o la vacuna. Lograr la inmunidad colectiva a través de la infección depende de que suficientes personas estén infectadas con la enfermedad y se recuperen de ella, y en ese proceso desarrollan anticuerpos contra futuras infecciones".
El consejo de la OMS es muy cambiante
Quizás recuerde que, en los primeros días de la pandemia, no se recomendaban los cubrebocas. En febrero de 2020, Christine Francis, consultora para la prevención y el control de infecciones en la sede de la OMS, apareció en un video donde sostenía un cubrebocas desechable.
Ella dijo: "Los cubrebocas como este no pueden protegerlo contra el nuevo coronavirus cuando se usan solos. La OMS solo recomienda el uso de cubrebocas en casos específicos".
Esos casos específicos incluyen tos, fiebre o dificultad para respirar. En otras palabras, si está enfermo y presenta síntomas. "Si no tiene estos síntomas, no tiene que usar cubrebocas porque no hay evidencia de que protejan a las personas que no están enfermas", continuó.
En marzo de 2020, el Director General de Salud Pública de los Estados Unidos accedió de forma pública y tuiteó un mensaje que decía: "En serio, ¡DEJEN DE COMPRAR CUBREBOCAS!" y todavía dice que no son efectivos para evitar que las personas contraigan el coronavirus.
Para el 31 de marzo de 2020, la OMS desaconsejaba el uso de cubrebocas para personas asintomáticas, y afirmaba que "no había evidencia" de que dicho uso previniera la transmisión del COVID-19.
Y el 6 de junio de 2020, la retórica cambió. La OMS citó "evidencia en evolución" y revirtió su recomendación, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS les aconsejó a los gobiernos que alentaran a las personas a usar cubrebocas donde hubiera una transmisión generalizada y el distanciamiento físico fuera difícil.
Otro ejemplo de cómo la OMS cambió convenientemente verdades anteriores para adaptarse a su plan ocurrió en junio de 2020. Durante una conferencia de prensa, Maria Van Kerkhove, líder técnica de la OMS para la pandemia de COVID-19, dejó muy claro que las personas que tienen COVID-19 sin síntomas "rara vez" transmiten la enfermedad a los demás. En un cambio radical, la OMS retracto la declaración un día después.
El 9 de junio de 2020, el Dr. Mike Ryan, director ejecutivo del programa de emergencias de la OMS, retrocedió la declaración de Van Kerkhove y dijo que los comentarios fueron "malinterpretados o tal vez no utilizamos las palabras más elegantes para explicar eso".
La propagación asintomática es la única razón por la que tiene sentido el confinamiento y el uso del cubrebocas. Durante meses, los funcionarios de salud han creado el mito de la propagación asintomática para aumentar el miedo. Un estudio histórico que involucró a 9 899 828 millones de residentes de Wuhan, China, publicado en Nature Communications, no encontró ningún caso de transmisión asintomática.
Vivimos en un mundo de cabeza
En el transcurso de los últimos años, y en algunos casos en los últimos meses, las definiciones antiguas de pandemias, vacunas e inmunidad colectiva han cambiado para encajar con la nueva narrativa que elaboran los funcionarios de salud pública y los principales medios de comunicación.
En muchos sentidos, vive en una niebla de guerra en este momento: una niebla de guerra del COVID - según Jeffrey Tucker, director editorial del Instituto Americano de Investigaciones Económicas (AIER por sus siglas en inglés).
Durante una niebla así, "a menudo no está claro quién toma las decisiones, por qué y cuáles son las relaciones entre las estrategias y los objetivos. Incluso la lógica puede volverse incomprensible ya que la frustración y la desorientación desplazan la claridad y la racionalidad". Ver a través de la niebla es el primer paso para salir ileso de la batalla.